La Cruz Roja asegura que Tokio "es seguro" pero el éxodo no se detiene
- El Gobierno y las organizaciones internacionales mandan un mensaje de calma
- Los niveles de radioactividad han disminuido considerablemente
- Los japoneses siguen tratando de huir del país
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"La radiación se mueve más rápido que nosotros", afirma angustiado el norteamericano Steve Wanson, que vive junto a su mujer japonesa en Tokio. Sin embargo, desde las organizaciones internacionales se llama a la calma porque los niveles de radioactividad han disminuido considerablemente en la capital japonesa y, además, el viento transporta las partículas radioactivas al oceáno Pacífico.
La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR) ha afirmado que "Tokio es un lugar seguro", frente a los temores de la población japonesa por una eventual subida de los niveles de radiactividad en la central nuclear de Fukushima.
"Sabemos que fuera de la zona de exclusión (30 kilómetros alrededor de la central nuclear de Fukushima) los niveles de radiactividad son manejables y no hay un riesgo global", ha subrayado el secretario general adjunto de la organización humanitaria, Matthias Schmale, preguntado sobre los riesgos de contaminación para la población.
La Organizacion Mundial de la Salud (OMS) también ha asegurado que no hay evidencias de una propagación significativa de la radiación y ha pedido prudencia y que la gente no se crea los rumores apocalípticos.
"Animamos a los gobiernos a tomar medidas para poner fin a estos rumores que son perjudiciales para la moral pública. La situación está siendo vigilada de cerca. Más información será compartida si el riesgo se incrementa", ha explicado el representante de la OMS en China, Michael O'Leary.
Temor a la radiación
Incluso el emperador Akihito se ha dirigido a la nación en un discurso televisado sin precedente en sus 22 años de reinado para mandar un mensaje de calma.
La Agencia Meteorólogica de Japón ha señalado que la previsión en las próximas horas es que el viento sople hacia el oceano Pacífico, por lo que el riesgo de que la radiación se extiende por la isla es improbable.
La crisis nuclear parecía fuera de control esta mañana, cuando los 50 trabajadores de Fukushima abandonaron la central ya que los niveles de radioactividad se habían incrementado y no se podía garantizar su seguridad.
La principal preocupación ahora es refrigerar las barras de combustible gastadas para evitar que la radiación emane directamente a la atmósfera, pero esto no ha sido posible hasta ahora.
Los niveles de radioactividad registrados en Tokio este martes eran 10 veces superior a lo normal pero, aún así, las autoridades aseguraron que no representaban un peligro para la salud.
Tokio, la ciudad fantasma
Sin embargo, los niveles registrados en Ibaraki, en el norte de Tokio, ha llegado a ser 300 veces superior a los límites normales.
A pesar de las recomendaciones del Gobierno japonés y de las organizaciones internacionales, Tokio ha pasado de ser la populosa capital de 13 millones de habitantes a una ciudad fantasma.
“Huir se ha convertido en una obsesión“
Los restaurantes de sushi y las tiendas de noodles están vacías, muchas escuelas han cerrado, las empresas han permitido a sus trabajadores que se queden en casa y la gente se agolpa en estaciones de tren y aeropuertos en busca de un billete que les aleje de la capital.
"Mira, parece domingo. No hay coches en la ciudad", ha afirmado a Reuters Kazushi Arisawa, un taxista de 62 años. "Hoy no voy a ganar nada. Hace mucho viente y la gente está más preocupado por la radiación".
"Huir se ha convertido en una obsesión para evitar el riesgo de una explosión nuclear. Pero no es fácil salir ya que no hay gasolina y los servicios de tren se han reducido", informa la enviada especial de TVE, Almudena Ariza.
Miles de personas desesperadas por abandonar el país han acudido a las compañías de aviones privados como una opción desesperada, lo que ha hecho que el precio de estas aeronaves se haya incrementado en un 20% en pocos días.
"Tuve una petición ayer para trasladar a 14 personas desde Tokio a Hong Kong. No les importaba el precio", explica Jackie Wu, jefe de operaciones de Hong Kong jet.