'Nunca me abandones', ¿una historia de ciencia ficción?
- La cinta de Romanek es una fiel adaptación de la novela de Kazuo Ishiguro
- Mulligan, Knightley y Garfield confirman que son el presente del cine británico
FICHA TÉCNICA
Título: Nunca me abandones
Titulo original: Never Let Me Go
Nacionalidad: Gran Bretaña
Año: 2010
Duración: 103 min
Género: Ciencia-Ficción, Drama, Romántica
Director: Mark Romanek
Guión: Alex Garland sobre la novela de Kazuo Ishiguro
Intérpretes: Carey Mulligan, Keira Knightley, Andrew Garfield, Sally Hawkins, Charlotte Rampling, Andrea Riseborough
Música: Rachel Portman
Fotografía: Adam Kimmel
Montaje: Barney Pilling
Distribuidora: Twentieth Century Fox Film Corporation
Productora: Fox Searchlight Pictures, Film4, DNA Films
Nunca me abandones, que se estrena este viernes 18 de marzo, es la fiel adaptación cinematográfica de la exitosa novela homóloga del británico de origen japonés Kazuo Ishiguro, premio Man Booker con Lo que queda del día.
Todo en la cinta de Mark Romanek (realizador curtido en el videoclip con dos largometrajes en su haber, Static, Retratos de una obsesión) está pensado, escrito, diseñado, actuado y fotografiado para trasladar de una manera fidedigna el peculiar universo de Ishiguro a la pantalla cinematográfica. Y a fe que lo consigue porque el escritor acabó "fascinado" con el resultado.
La película narra la historia de tres amigos, Kathy (Carey Mulligan), Tommy (Andrew Garfield) y Ruth (Keira Knightley), que pasan su infancia en Hailsham, un internado inglés aparentemente idílico donde descubren un tenebroso e inquietante secreto acerca de su futuro. Cuando dejan atrás el refugio que les brinda del colegio y se aproximan al devastador destino que los aguarda en su edad adulta, tienen también que hacer frente a los profundos sentimientos del amor, los celos y la traición que amenazan con separarlos.
[AVISO: POSIBLES SPOILERS]
El inquietante secreto se revela en la primera hora de la película: Kathy, Tommy y Ruth son clones creados con la única finalidad de ser donantes de órganos. Aunque se trata de una historia de ciencia ficción en su trama argumental, no lo es en el sentido de que se focaliza en hablar de cuestiones tan fundamentales y que preocupan a la humanidad desde el principio de los tiempos como la amistad, el amor, la traición y la pérdida.
De eso es de lo que trata la novela y de eso es de lo que trata la película.
[FIN DE POSIBLES SPOILERS]
La película cuenta con un excelente trío protagonista que son el futuro y el presente más prometedor del cine británico: Carey Mulligan (ganadora de un BAFTA y candidata al Oscar por An Education), Keira Knightley (la espadachina de Piratas del Caribe y nominada al Oscar por Orgullo y prejuicio) y Andrew Gardfield (La red social y Boy A, con la que ganó el BAFTA a mejor actor). Los tres están espléndidos en sus papeles, mucho más por lo que no dicen, por lo que hay implícito, que por lo que dicen.
Mulligan, en su papel de Kathy H., hace de narradora de la historia y se nos presenta como una "cuidadora", un misterioso rol que no es lo que aparenta ser.
Lo que subyace en el fondo
Poco se puede decir sin destripar la película. Con un guión de Alex Garland escrito casi codo con codo con Ishiguro, Mark Romanek, al igual que hace la novela, retrata a unos personajes que inexplicablemente no se rebelan en ningún momento ante el cruel destino que les ha tocado vivir. Y eso conlleva el riesgo de dejar frío al espectador, aunque su director lo justifique en que prima su sentido de la responsabilidad sobre el lugar que deben ocupar en esa sociedad alternativa, argumentaciones que no se dan en la película y que quizás se echan en falta.
No obstante, eso garantiza que la película gustará a los devotos de la novela, algo que no suele ser habitual en las adaptaciones cinematográficas. Por cuestiones de metraje cinematográfico, el suspense se dosifica de forma más acelerada que en la novela, pero sin romperlo.
A esa frialdad ayuda una fotografía (Adam Kimmel) con unos apagados tonos azules y grises, que refleja el sentir de sus resignados personajes, criados en un internado a medio camino entre el mundo de Dickens y el de Orwell. Es en ese internado inglés donde aparecen las primeras imágenes en las que los niños protagonistas fichan con sus pulseras magnéticas, como un acto mecánico que el espectador no llegará a comprender hasta que la cinta avance un poco.
Nunca me abandones huye de la ciencia ficción porque habla de la fragilidad humana, de la universalidad de los sentimientos, de la necesidad de vivir la vida intensamente porque no sabes cuándo se va acabar, o precisamente porque lo sabes, independientemente de cuál sea tu condición. Y esa es probablemente la resignación que no es común a todos.