Mínimo histórico de la caza de ballenas en Japón
- La flota ballenera nipona ha regresado este lunes a puerto con 172 cetáceos
- Anualmente tienen permitida la caza de 850 ejemplares para fines científicos
- La temporada se suspendió hace un mes ante el acoso de los ecologistas
La flota ballenera nipona ha llegado este lunes de vuelta a Japón con solo 172 cetáceos, después de que el gobierno japonés suspendiera la temporada de caza ante el acoso ecologista de la organización Sea Shepherd.
Según la agencia local Kyodo, el ballenero Nisshin Maru ha atracado esta mañana en el puerto de Tokio, mientras otros barcos más pequeños de la flota, como el Yushin Maru, llegaron al puerto de la provincia de Yamaguchi (oeste de Japón).
En esta temporada de pesca la flota ha capturado 170 ballenas minke, frente a una cuota permitida de 850, y dos ballenas de aleta (rorcual común), frente a la cuota de 50, según Kyodo.
Se trata de un mínimo histórico para los balleneros nipones, que en la temporada pasada cazaron poco más de 500 cetáceos, solo el 60% de su objetivo también a causa de la campaña antiballenera de Sea Shepherd.
Antes de tiempo
Japón puso fin de forma adelantada a su temporada de caza en la Antártida de este año ante las agresivas prácticas del grupo conservacionista, con abordajes, lanzamiento de ácidos corrosivos o encadenamientos de sus activistas a los buques nipones.
Esta fue la primera vez que Japón suspende su caza de ballenas, que realiza todos los años entre otoño y primavera, desde que Sea Shepherd comenzó su campaña antiballenera en aguas de la Antártida en 2005.
La caza de ballenas ha reportado a Tokio constantes críticas en todo el mundo y hasta una denuncia de Australia ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya por esconder, bajo supuestos fines científicos, motivaciones meramente comerciales.
Japón abandonó la caza de ballenas en 1986 por la moratoria internacional, pero la retomó un año después bajo un programa con fines científicos autorizado por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), entre el escepticismo de muchas asociaciones y países.
Sus expediciones en la Antártida están a cargo del Instituto de Investigación de Cetáceos con el supuesto objetivo de investigar el modo de vida y contenido de los estómagos de los mamíferos.