París redescubre a Odilon Redon, el pintor del subconsciente que sucumbió al color
- Estará del 23 de marzo al 20 de junio en el Grand Palais
- Considerado precursor del surrealismo, transitó del blanco y negro al color
Desde este miércoles 23 de marzo al 20 de junio, las Galerías Nacionales del Grand Palais de París se sumergen en el mundo onírico de Odilon Redon (1840-1916), el gran artista del misterio y del subconsciente, el 'Príncipe del Sueño', considerado como uno de los precursores del surrealismo.
Gran admirador de Edgar Allan Poe, amigo e ilustrador de Charles Baudelaire e íntimo de científicos como Armand Clavaud y Charles Darwin, influencias que repercutirían en su obra, la red de museos galos, en colaboración con el Museo de Orsay y el Fabre de Montepellier, le redescubre con una gran retrospectiva. Francia presta atención a este compatriota nacido en Burdeos más de medio siglo después de la exposición que le dedicó el Museo de la Orangerie en 1956, aunque Londres, Chicago y Frankfurt le han dedicado monografías más recientemente.
La exposición "Odilon Redon. Príncipe del sueño" reúne cerca de 170 pinturas, carboncillos y dibujos, algunas nunca vistas, gracias al estudio de numerosos documentos inéditos y de su "libro de cuentas", en el que el artista anotaba los títulos y fechas de sus obras.
La muestra recorre cronológicamente la curiosa evolución estilística de la sombra a la luz de Redon, que jugó un papel esencial en la génesis del simbolismo con su angustiosa época de Los Negros (carboncillos y litografías) -en contraposición al impresionismo que dominaba la época- antes de desembocar en una explosión de color que le llevaría a ser admirado por los Nabis y los Fauves.
De la sombra a la luz
La primera parte de la exposición se centra en los comienzos de Redon hasta 1890. Aprendió la técnica del aguafuerte con su máximo exponente, Rodolphe Bresdin, y también recibió las enseñanzas del academicista Jean-Léon Gérôme -al que el Thyssen de Madrid dedica estos días una exposición-, pero cobraría un carácter inaugurando la serie Los Negros con su primer libro de litografías, En el sueño (Dans le Réve, 1879). Sus trabajos le hicieron cobrar notoriedad en el simbolismo incipiente hasta el punto de recibir el homenaje de Joris-Karl Huysmans en su novela A contrapelo (1884), cuyo protagonista colecciona compulsivamente a Redon.
La obra del bordelés toma como referentes a Darwin y el misterio de los orígenes del mundo y al universo macabro de Poe y de Francisco de Goya, al que dedica un álbum de planchas en 1885.
El mundo en blanco y negro del artista empieza a ver la luz a partir de 1890, cuando empieza a trasladar al color la temática onírica, época en la que se centra la segunda parte de la exposición del Grand Palais. Es la obra Yeux clos (Ojos cerrados, 1890), que tiene una versión pintada y otra litografiada, la que marca un punto de inflexión y lleva a Odile Redon a dedicarse con absoluta originalidad a la pintura al pastel, del que sigue siendo, junto con Degas, uno de los mayores maestros.
En esta época se convierte en uno de los protagonistas del simbolismo y se le relaciona con Mallarmé y Gauguin.
Sumergido en un mundo de color
La tercera y última parte de la exposición se centra en el papel de Odilon Redon en el siglo XX, tras abandonar por completo la litografía y el carboncillo y sumergirse en un color rutilante que cada vez traslada a formatos mayores.
Redon, que sigue cultivando temas mitológicos, literarios y científicos, pero desde una perspectiva colorista, realiza durante este periodo algunas de sus grandes pinturas decorativas, como las de la Abadía de Fontfroide y el castillo de Domecy, consagradas a la flora.
Para entonces, los Nabis Bonnard y Vuillard y fovistas como Matisse, se habían rendido por completo a la obra de un artista que vivió en blanco y negro durante medio siglo.