Difícil acuerdo de la UE en una cumbre alterada por la crisis portuguesa
- Sin acuerdo, aumenta la desconfianza del mercado hacia países como Portugal
- También peligra el preacuerdo alcanzado sobre el futuro fondo permanente
- El borrador del Consejo aplaza la aprobación hasta finales de junio
Las expectativas de que la cumbre europea que comienza este jueves podría rematar las medidas anticrisis de la UE parece que no se cumplirán. Por un lado, el orden del día del Consejo Europeo puede venirse abajo tras la irrupción de la crisis abierta en Portugal por la dimisión de su primer ministro, provocada por el rechazo del Parlamento a su último paquete de recortes.
Y, por otro, esta cumbre se había anunciado como la definitiva para cerrar "un paquete completo" de medidas firmes que pongan fin a la actual crisis de deuda en la Zona euro y eviten que se repita algo similar. Pero los puntos más urgentes no lograrán el acuerdo de los líderes y se prolongará la agonía de algunos Estados -como Portugal- frente a los mercados.
El borrador de las conclusiones que ya se ha filtrado muestra que el jueves y el viernes no habrá acuerdo sobre la forma en que se aumentará la capacidad real de financiación del fondo de rescate actual, el llamado Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, constituido por las aportaciones gubernamentales.
La sombra de los mercados se alarga sobre Portugal
En la actualidad, el fondo cuenta con 440.000 millones de euros de dotación nominal, pero su capacidad real de prestar se limita a 250.000 millones, ya que el resto debe quedar en reserva para que el fondo europeo pueda mantener la calificación máxima de solvencia de la triple A y, así, poder contar con buenas condiciones al acudir al mercado a captar financiación.
Esa capacidad efectiva de préstamo no convence a los mercados, que la creen insuficiente si varios países se vieran obligados a recurrir al rescate financiero. Por eso, el aumento del fondo es la decisión más anhelada por los inversores, que quieren ver crecer la dotación para que, eventualmente, pueda asumir nuevos rescates.
La inquietud de los mercados se ha intensificado en las últimas horas, cuando Portugal se asoma al abismo de ser el siguiente país en pedir la ayuda financiera, después de que este miércoles la oposición política haya rechazado el cuarto bloque del plan de austeridad diseñado por el Gobierno socialista para tratar de reducir el déficit público.
Según los cálculos de los analistas, si Lisboa se viera obligada a solicitar la ayuda financiera externa necesitaría entre 60.000 y 80.000 millones de euros para hacer frente al agujero en sus finanzas públicas. Esa cantidad puede cubrirse de sobra con el montante actual del fondo, pero los inversores temen que el rescate portugués sea sólo el preludio del de España, cuyas necesidades desbordarían el mecanismo europeo.
Finlandia y Alemania ponen pegas
Según el borrador, la vía por la que se incrementará el fondo de rescate en vigor no se aprobará hasta finales de junio. Finlandia y Alemania están detrás de ese retraso, según las fuentes diplomáticas consultadas por France Presse y Reuters.
Ambos necesitan la aprobación de sus parlamentos nacionales para poder ampliar sus garantías aportadas al fondo actual. Pero en Finlandia, el parlamento se ha disuelto, ya que se celebrarán nuevas elecciones el próximo 17 de abril. Además, antes de su disolución, una comisión parlamentaria rechazó dar el mandato al Gobierno de Helsinki para comprometerse a aumentar esos préstamos.
En cuanto a Alemania, la canciller Angela Merkel se encuentra en sus niveles de popularidad más bajos y en medio de múltiples elecciones regionales que están condicionando sus decisiones, sobre todo, los compromisos de su Gobierno con un fondo de rescate europeo muy criticado por la sociedad germana.
Por eso mismo, Merkel también podría dar marcha atrás en uno de los aspectos que ya parecía cerrado: el diseño del Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate permanente que sustituirá al actual cuando caduque en 2013.
Acuerdo sin cerrar sobre el fondo permanente
La semana pasada, los ministros de Economía de los países del euro acordaron qué aportación pondrá cada Estado para que ese nuevo fondo de rescate cuente con una capacidad real de préstamo de 500.000 millones de euros, tal y como se decidió en el Eurogrupo del 14 de marzo. Eso supondrá dotarlo de 80.000 millones de euros en efectivo y de otros 620.000 millones en garantías para préstamos.
Con esa cantidad, se podrá dedicar medio billón de euros a préstamos efectivos para los países que lo necesiten, mientras que el resto se dedicará a mantener la calificación de la triple A.
En ese reparto, España debería poner 83.327 millones de euros (12% del fondo). De ellos, 9.523 millones serán capital desembolsado y el resto, garantías de préstamo.
Sin embargo, ese preacuerdo podría venirse abajo, ya que Merkel no está conforme con la cantidad asignada a Alemania en ese reparto y, según fuentes de su gobierno, pretende renegociarla.
Mientras la canciller duda en sus concesiones, sí parece que conseguirá salirse con la suya en cuanto a las exigencias que ha impuesto a sus colegas. Así, saldrá adelante el llamado Pacto por el Euro, una versión suavizada del plan de competitividad diseñado por Berlín para asegurar el control de los déficit públicos, la moderación salarial y la contención del gasto en pensiones.
Estas dudas de última hora y la necesidad de coordinar al máximo los cambios legales y estructurales que deberá hacer cada país para evitar el rechazo de sus parlamentos complican un resultado completo y decidido de la cumbre europea, lo que augura nuevos episodios de pánico y desconfianza en los mercados financieros.