Rusia extradita al mafioso georgiano Tariel Oniani, reclamado por España desde 2005
- Se le acusa de blanqueo de capitales y asociación ilícita
- Ha llegado este jueves a Madrid custodiado por la Policía
Rusia ha extraditado este jueves a España a Tariel Oniani, uno de los jefes de la mafia georgiana más buscados. En concreto, en nuestro país está acusado de blanqueo de capitales y asociación ilícita y se espera que comparezca este viernes a partir de las 09.00 horas en la Audiencia Nacional, según informa el Equipo de Investigación de TVE.
A Oniani, que intentó sin éxito conseguir la nacionalidad rusa, se le reclama desde 2005, cuando consiguió escapar de las detenciones practicadas durante la "Operación Avispa". Dentro de la mencionada operación, la Policía consiguió detener a otro de los más importantes jefes de la mafia georgiana, Alexander Kalashov.
Kalashov, -en libertad provisional desde marzo de 2010 tras abonar 300.000 euros de fianza- fue arrestado el pasado junio en Marbella en virtud de una orden de extradición cursada por su país natal Georgia. Una semana antes fue condenado por la Audiencia Nacional a siete años y seis meses de cárcel por blanqueo de capitales. En septiembre de 2010, la Audiencia acordó extraditarle a su país.
Enfrentado con Shushanashvili, el más poderoso
Por otro lado, en marzo de 2010, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska ordenó el ingreso en prisión seis presuntos miembros de la mafia georgiana como resultado de la denominada 'operación Java'. Entre ellos se encontraba el presunto líder de la trama en España, Kakhaber Shushansvili, hermano del fugado Lasa Shushansvili, al que hoy se considera máximo responsable de la organización.
La organización de Shushanashvili mantenía enfrentamientos con otras bandas mafiosas asentadas en Francia, Italia y Holanda, según Grande-Marlaska. La red delictiva estaba fundamentalmente enfrentada con la organización liderada por el hoy extraditado Tariel Oniani, Vladimir Janashia y Merab Dhangveladze. De hecho, se referían a los miembros de esta organización rival como "putos", un apelativo que constituía "uno de los máximos deshonores" que se le podía atribuir a una persona.