"Aunque Gbagbo y Ouattara buscan hacerse daño entre ellos, los perjudicados son los marfileños"
- Jose Vicente March, misionero en Costa de Marfil, cuenta su experiencia
- Los bancos llevan cerrados dos meses en Costa de Marfil
- La situación se ha ido degradando desde las elecciones de noviembre
- La desilusión, el sentimiento común de los marfileños ante la crisis política
Enlaces relacionados
"Nostros hemos visto de primera mano cómo los políticos no han pensado en su pueblo. Han pensado en ellos mismos y han creado un país en el que la gente vive con miedo. En los últimos cuatro meses nos llegan historias de marfileños escondidos en sus casas, de pillajes por las calles, enfrentamientos y muertes en los que ni la Policía ni el Ejército han hecho nada".
Este es el relato a RTVE.es de Jose Vicente March, un misionero que lleva trabajando ocho años en un centro para niños marfileños en Abiyán, donde ha vivido de primera mano cómo la situación se ha ido degradando desde las elecciones del pasado 28 de noviembre.
Desilusión
Aquellas elecciones dieron la victoria a Alassane Ouattara, pese a lo que su oponente, Laurent Gbagbo, se ha negado a abandonar el poder. Pero también dejaron un sentimiento común entre los marfileños: el de la desilusión. Todo un país que había puesto sus esperanzas en un proceso electoral con el que creyeron ver el final de su profunda crisis política. Pero no ha sido así. A partir de ese mes de noviembre Costa de Marfil se ha dividido aún más y se ha sumido por completo en una guerra civil que siempre ha estado latente.
"Todos estaban muy esperanzados con las elecciones. Vieron cómo los dos candidatos finales se presentaban ante ellos de un modo muy amigable y por ello ni se esperaban ni entienden este final", asegura Jose Vicente March.
Costa de Marfil es un país que ha vivido casi de forma constante un conflicto armado que se ha acentuado en los últimos ocho años. Por ello, tal y como manifiesta Jose Vicente March, creyeron que tanto Gbagbo como Ouattara serían capaces de abrir una nueva etapa en su historia.
Pero la nueva etapa que se ha abierto no es tan novedosa y ha dejado también un enfrentamiento político que está más que presente en los marfileños: "O eres de un bando o eres del otro. Todos defienden su postura que tiene también cierto componente nacionalista y que lo único que ha causado es dolor", describe March.
A la crisis social e idológica, hay que sumarle la económica que tiene sus orígenes tanto a nivel interno como externo.
De un lado, el pasado mes de enero el Gobierno de Outtara ordenaba a través de un comunicado a los operadores económicos el "paro inmediato de toda exportación de café y cacao". El objetivo con esta medida estaba claro: ahogar económicamente al presidente saliente.
Las calles de Costa de Marfil
Del otro, el embargo europeo a Costa de Marfil impuesto el pasado mes de febrero. "Todos los bancos están cerrados desde hace dos meses. El país pasa por una grave situación económica ante la falta de actividad pero hay algo peor: el embargo a los medicamentos que aquí son más que necesarios. Parece que a todos se les olvida que, pese a que se pretenden hacer daño entre ellos, los únicos que realmente resultan perjudicados son los civiles", asegura March.
De hecho ahora el aeropuerto del país está cerrado, decenas de miles de marfileños están atrapados y en las calles del país dominan el miedo y la desconfianza entre sus habitantes y, sobre todo, entre sus niños.
"Nosotros lo que intentamos es que ellos sientan lo menos cerca posible este conflicto pero cada vez es más difícil. Estoy en contacto constante con mis compañeros que están en Abiyán y aseguran que cada vez cuesta más trabajar allí. Los disparos se escuchan muy cerca de nuestro centro".
Otra consecuencia de su miedo es la de que muchos de ellos no han podido acudir al centro de acogida en el que trabaja Jose Vicente March: "Lo estamos viviendo con bastante angustia porque hay algunos de los que no sabemos nada desde hace semanas, están desaparecidos o escondidos o, esperemos, sus familias les han desplazado a aldeas donde no se vean afectados por los enfrentamientos".
Con todo, lo que falta por ver ahora es si el futuro depara a Costa de Marfil la capacidad de superación que sus ciudadanos necesitan para dar, esta vez sí, el sentimiento de unidad y la ilusión que buscaban el día de las elecciones. Y, de este modo, superar un conflicto que, tal y como recuerda Jose Vicente March, pese a que parezca muy reciente de la mano de esta "batalla final por Abiyán", viene "muy, muy de lejos".