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El vertido de agua radioactiva en Fukushima, un 'mal menor' de efectos imprevisibles

  • El efecto en humanos será mínimo por los estrictos controles
  • Aumentará la mortalidad de las especies marinas, según Greenpeace

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En Japón, en el mar se ha detectado una concentración de yodo radiactivo cinco millones de veces superior a la permitida

El vertido de agua contaminada con radioactividad al mar en Fukushima es un hecho inaudito, una decisión que no está prevista en las normas internacionales y que responde a la situación de emergencia que vive la central. La empresa Tokyo Electric Power (TEPCO), que opera la central, ha reconocido que es un "mal menor", ya que se trata de dejar espacio para almacenar agua aún más radioactiva.

"Estamos ante un hecho sin precedentes en el que no hay nadie que tenga una varita mágica para explicar qué puede pasar y qué efectos tiene, es muy difícil tener una certeza a nivel científico" dice Francesc Barquinero, coordinador de la Unidad de Antropología Biológica de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAM) y colaborador del Organismo Internacional de la Energía Atómica (IAEA).

No obstante, el profesor Barquinero puntualiza que aunque los niveles de radioactividad son extremadamente altos, "el cálculo de los efectos biológicos en humanos no es simple".

"Haría falta que esto se comiera - explica-. Desde el principio, las autoridades japonesas han prohibido el consumo de agua, leche o vegetales aunque estuvieran ligeramente contaminados. Los límites permisibles en japón son mas restrictivos que en otros sitios" para asegurar que "nada que esté contaminado llegue al mercado".

"El efecto en humanos me atrevo a decir que será mínimo", concluye.

Daños en el medio ambiente

Otra cosa es el efecto en la flora y fauna marinas. "Estamos hablando de concentraciones de yodo 131 y cesio 137 muy importantes. Efectivamente el mar es muy grande, pero a pesar del efecto de disolución la radioactividad permanece", advierte Carlos Bravo portavoz para temas de energía Nuclear de Greenpeace.

El yodo puede tardar en desaparecer totalmente 80 días, mientras que el cesio puede seguir emitiendo radioactividad durante 300 años, según Bravo. La vida marina sufrirá la radiación externa presente en el agua y, cuando se incorpore a la cadena trófica, radiación interna. "Es muy grave", subraya el portavoz ecologista.

"La radiación ionizante altera la estructura de las moléculas y produce mutaciones del material genético" lo que, dice Bravo, "elevará la mortalidad de las poblaciones, dependiendo de cada especie vegetal o animal". "Económicamente va a ser un desastre para japón", augura.

Por el contrario Eduardo Gallego, profesor de Ingeniería Nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid, cree que hasta el momento no se ha producido un desastre ecológico. 

"Las cantidades hasta ahora no son suficientemente altas para afectar a la vida marina, pero sin duda suponen una liberación cada vez mayor, acumulada, de productos radioactivos y va a obligar a un control estricto de pescados, mariscos y algas durante largo tiempo", ha explicado a TVE.