Un Gbagbo atrincherado se niega a reconocer su derrota pese a la rendición de sus tropas
- Gbagbo sigue negociando con Francia y la ONU las condiciones de su salida
- Ambas partes le exigen que firme un documento en el que reconozca a Ouattara
- La seguridad, las matanzas y un Gobierno de unidad, principales retos de futuro
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El pasado 28 de noviembre el entonces presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, perdió las elecciones presidenciales frente a su rival del norte, Alassane Ouattara. Más de cuatro meses, una intermitente presión internacional y la derrota militar en su feudo de Abiyán le han forzado a negociar su rendición y pedir la protección de la ONU, aunque sigue resistiéndose a reconocer su derrota.
Entre medias, un millón de personas han sido desplazadas, cientos de ellas han fallecido y la población civil se ha enfrentado a una creciente crisis humanitaria por las sanciones económicas impuestas contra el régimen marfileño para aceptar los resultados electorales reconocidos por la comunidad internacional.
Las fuerzas leales al presidente saliente ya se han rendido este martes pero él mismo aún se resiste al no querer firmar un documento escrito en el que reconozca la victoria de Ouattara, una condición puesta por Francia y Naciones Unidas.
"Yo gané las elecciones, no estoy negociando mi salida (...) Oattara no ganó las elecciones", ha asegurado Gbagbo en una entrevista telefónica con la cadena francesa LCI grabada hacia las 19:30 horas. Entrada la madrugada del miércoles, no había ninguna novedad.
"Las negociaciones siguen en curso en estos momentos, no han terminado", ha declarado el ministro de Exteriores francés, Alain Juppé, en unas declaraciones a la televisión pública francesa "France 2".
En la misma línea se ha expresado la ONU, que ha asegurado que Gbagbo aún no se ha rendido aunque ha mostrado su deseo de hacerlo y de pedir su protección después de que un documento interno de la organización al que ha tenido acceso la agencia Reuters dijese que la rendición ya se había consumado.
Atrincherado en su búnker
Gbagbo se encontraba atrincherado en un sótano de su residencia junto a su familia y su gabinete después de varios días de combates entre su guardia presidencial y las tropas de Ouattara, que en una ofensiva de cinco días pasó de dominar solo el norte del país a hacerse con el oeste rico en cacao y situarse a las puertas de la capital económica del país (la política la domina desde hace una semana).
Fuentes del ejército de Ouattara declararon entonces que Gbagbo estaba "en manos de los franceses" mientras desde el Elíseo se informaba de que "en las próximas horas" se llegaría a un acuerdo.
Poco después el ministro de Exteriores francés, Alain Juppé, ponía negro sobre blanco las condiciones de su marcha: la firma de un documento escrito en el que reconocía a Ouattara como vencedor de las elecciones y aceptaba abandonar el poder.
El ministro de exteriores de Gbagbo, uno de sus colaboradores más próximos, Alcide Djédjé, evidenciaba que el conflicto enquistado desde hace meses estaba llegando su fin al entrar en la embajada francesa para negociar un alto el fuego con las autoridades galas, contra las que el régimen marfileño había lanzado soflamas anticolonialistas hasta entonces.
Paralelamente, el jefe del Estado Mayor del ejército leal Gbagbo, el general Philippe Mangou, declaraba que sus tropas habían pedido al comandante de la misión de la ONU un alto el fuego tras parar los combates.
Mientras, desde Washington el presidente estadounidense Barack Obama pedía al antiguo hombre fuerte de Abiyán que "dimita inmediatamente" tras apoyar "firmemente" los ataques de la ONU y Francia contra los depósitos de armas pesadas de los soldados de Gbagbo, acusados de usar la fuerza contra los civiles.
Crisis humanitaria
De hecho, las agencias humanitarias de Naciones Unidas han descrito un panorama dantesco en la ciudad marfileña, con cádaveres por las calles, hospitales cerrados, ambulancias tiroteadas y la población encerrada en sus casas.
"Hay explosiones continuas por toda la ciudad; los hospitales están cerrados, no se pueden trasladar enfermos porque si las ambulancias se atreven a salir son tiroteadas; los servicios públicos no funcionan, por lo que hay decenas de cadáveres en las calles que nadie recoge", describía la situación en rueda de prensa Elisabeth Byrs, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA).
Hace ocho días las fuerzas de Ouattara empezaron una ofensiva desde el norte tanto por el oeste como por el este en la que sin apenas resistencias lograron hacerse con el puerto de cacao de San Pedro y con la capital política del país, Yamoussoukro.
Sin embargo, en el avance se han producido violaciones de derechos humanos, especialmente en la ciudad del oeste de Duekoue, punto clave en la ruta del cacao.
Allí Cruz Roja ha denunciado la muerte de hasta 800 civiles en una masacre que adjudica principalmente a las tropas de Ouattara, un fantasma que puede marcar su futuro mandato.
Retos de futuro
El presidente electo ha negado los hechos aunque ha prometido una investigación, aunque su principal prioridad una vez que se haga con el poder será la difícil tarea de restaurar la seguridad en el país, en primer lugar en Abiyán.
Aunque las tropas del régimen se han rendido, hay una población fuertemente armada, a lo que se suma la relativa poca experiencia de sus fuerzas, que podrían sufrir divisiones.
En el terreno político, el reto es la creación de un gobierno de unidad que no resucite de nuevo el enfrentamiento civil, una exigencia que ya le ha hecho el presidente francés, Nicolás Sarkozy, y que conllevaría la elección de un primer ministro del sur o cercano a Gbagbo.
"A corto plazo, creo que será muy turbio", ha resumido el panorama a la agencia Reuters Hannah Koep, analista para Costa de Marfil de la consultora Control Risk.