'La voz de la calle', el periódico del mecenas del PCE en el exilio, cierra antes de nacer
- El proyecto periodístico de Teodulfo Lagunero deja a 50 periodistas en la calle
- Los empleados cobraron en B el mes que llevaban trabajando sin contrato
- La Asociación de Prensa de Madrid les brinda "apoyo jurídico y moral"
El mecenas del Partido Comunista Español en el exilio durante la dictadura, el hombre que ayudó a Santiago Carrillo a entrar en España con su famosa peluca, Teodulfo Lagunero, tendrá que añadir a sus Memorias, editadas a finales de 2009, un epílogo: el del fracaso del periódico La voz de la calle por problemas económicos antes siquiera de nacer.
Un periódico "de izquierdas, objetivo e imparcial", según lo calificó el propio Lagunero (Valladolid, 1927) en su presentación el pasado 8 de febrero, que ha cerrado antes de ver la luz en los kioscos y que deja en la calle a medio centenar de jóvenes profesionales que llevaban un mes trabajando sin contrato. Habían cobrado de momento un mes en negro.
La voz de la calle ya estaba funcionando como página web, pero la edición en papel estaba prevista para el pasado 1 de abril. Sin embargo, el pasado 31 de marzo ya anunció que retrasaba su salida por "razones técnicas relacionadas con el sistema informático", informa Efe.
El presidente y consejero delegado de La Voz de la Calle era Teodulfo Lagunero; el director, Lorenzo Contreras, y los subdirectores, Rodrigo Vázquez de Prada y Eugenio Viejo.
La noticia del cierre llegó este martes por la tarde, según explica a rtve.es uno de los portavoces de los trabajadores, elegido tras una tensa asamblea celebrada este miércoles por la mañana, que prefiere que no aparezca su nombre: "Se nos comunicó de una forma extraña. Llegó un mail a la secretaría, que se lo pasó a la dirección y esta a su vez nos lo comunicó".
Los trabajadores no se dan por despedidos
En este correo electrónico se decía que se daba "por cerrada la oficina y se procedía a despedir a todo el personal contratado". Por este motivo no se dan por despedidos. Primero porque no han recibido una carta personal y segundo, añade este portavoz, "porque no se puede despedir a personal no contratado".
Aunque en un principio debatieron la posibilidad de seguir ellos mismos con el proyecto profesional, esta vía de momento se ha dejado apartada para centrarse exclusivamente en la laboral. Esta tarde retomaban la asamblea para seguir dando pasos.
Desde la Asociación de Prensa de Madrid, su presidente Fernando González Urbaneja explica a RTVE.es que los trabajadores tendrán todo su "apoyo jurídico y moral" y que van a analizar en profundidad el tema.
Urbaneja comenta que era un "proyecto muy difícil" que se ha frustrado "por falta de recursos" y que lo que ahora hace falta saber es el grado de "compromiso" que existía.
"Me duele que hayan prostituido la palabra IZQUIERDA"
Muchos habían dejado sus anteriores trabajos por enrolarse en este nuevo proyecto y ahora se sienten engañados. No se creen diferentes a los cuatro millones y medio de parados que hay en España ni a otros muchos periodistas que han sido despedidos en los últimos años de crisis, pero lo sangrante, para ellos, es que creyeron en un proyecto de quienes se dicen de izquierdas.
"Puede mucho más la ilusión que la inteligencia", señala a rtve.es Alberto, uno de los periodistas afectados, para intentar explicar por qué uno lo deja todo por un proyecto ilusionante como es poner en marcha un periódico a pesar de no firmar un contrato desde el primer momento. La firma se iba retrasando cada día con una nueva excusa, según relata.
"Lo que más me duele es que prostituyan una vez palabras como IZQUIERDA para engañarnos", señala este joven de 35 años que trabajaba de freelance en Navarra donde dejó inacabado un documental sobre el proceso en el País Vasco para venirse a Madrid con su mujer a la que también despidieron de su empresa hace ocho meses cuando se enteraron de que estaba embarazada de la hija de 5 meses que tienen en común.
Alberto comenta con amargura uno de los comentarios que ha visto en Twitter sobre la situación que viven. "Decía algo así como '¿sois inmigrantes ilegales que no sabéis español o jóvenes universitarios que se dejan pisar?'. Jóvenes universitarios que se dejan pisar", se contesta así mismo con rabia contenida.
"Es la metáfora del país en el que vivimos. Todo está prostituido. Luego elogiamos el valor de la juventud en los países árabes, cuando en casa tenemos situaciones como esta y nos callamos como niños de parvularios", concluye Alberto.
Los trabajadores se sienten engañados por 'La voz de la calle'
Otro de los periodistas que se han quedado en la calle, Alberto Arce, arremete también en su blog contra el hecho de que este proyecto fuera puesto en marcha precisamente por la "izquierda transformadora", ironiza en un post titulado "La voz de la calle. La gran broma final".
"Ingenuos. Tres semanas trabajando sin contrato. Por la izquierda transformadora. Nadie protestó. Porque nos interesaba más que fuera cierto lo que nos contaban. Que existía la posibilidad de sacar adelante un medio de comunicación. De ser periodistas. No íbamos a pararnos en menudencias. Quedaban pocos gigantes por caer, si es que alguno. Y me pregunto de nuevo. ¿Cómo pudimos ser tan ingenuos?, ¿cómo hemos podido dejarnos engañar así?", se pregunta.
"La próxima vez casi mejor si se lo piensan, grandes nombres de la izquierda, antes de joder una vez más a los de siempre", concluye uno de los trabajadores de la cabecera con la historia más breve del periodismo español.
Teodulfo Lagunero, el mecenas del PCE durante el franquismo
Alberto Arce se refiere a nombres como el de Teodulfo Lagunero cuando habla de los "grandes nombres de la izquierda". Este hombre, catedrático de Derecho Mercantil, abogado y constructor fue el impulsor del proyecto periodístico de La voz de la calle.
Nacido en Valladolid en 1927, Lagunero se convirtió en el hombre que financió al Partido Comunista de España en el exilio durante el franquismo. Ayudó a Santiago Carrillo a entrar en España en clandestinidad y será recordado siempre por la famosa foto con el líder comunista con su peluca.