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¿Qué ha sido del espíritu de Yuri Gagarin?

  • El 'se puede hacer' de los inicios de la exploración espacial parece perdido
  • Las idas y venidas de los políticos al respecto son las mayores culpables
  • A pesar de las sondas robot, los humanos no deberían renunciar al espacio

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El viaje de Yuri Gagarin (1961)

Cuando Yuri Gagarin despegó a bordo de su nave en la mañana de aquel 12 de abril de 1961 una de las principales preocupaciones para los responsables de la misión era cómo iba a reaccionar un ser humano en el espacio.

A pesar de todas las pruebas hechas con anterioridad y de haber conseguido traer sanas y salvas de vuelta a las perras Belka y Strelka, nadie sabía con seguridad cómo iba a reaccionar un ser humano en el espacio.

De hecho, la Vostok 1 de Gagarin realizó todo el vuelo en automático, porque no estaba claro que él pudiera hacerse cargo de los controles, aunque llevaba un sobre con un código que en caso de emergencia le permitiría hacerse con el control manual de la nave.

Así que cuando a los catorce minutos de haber despegado, a las 6:21 UTC, y ya en órbita, Gagarin informó por radio que se encontraba bien, muchos respiraron aliviados.

Un buen susto

Mucho peor fue el susto que se llevó durante la reentrada cuando el módulo de servicio de su nave no se separó correctamente de la cápsula en la que él viajaba, por lo que durante unos segundos, hasta que se quemaron los cables que mantenían unido el conjunto y por fin su cápsula quedó sola, se vio sometido a fuertes oscilaciones.

El módulo de servicio no se separó correctamente de la cápsula hasta que se quemaron los cables

Tras la separación estas oscilaciones se convirtieron en giros, aunque Gagarin decidió no decir nada al control porque imaginó, correctamente, que estos giros, aunque incómodos, en realidad no suponían ninguna amenaza ni para él ni para su nave.

Otro factor a tener en cuenta, más allá del humano, eran las prisas con las que se estaba llevando a cabo la carrera espacial, un claro enfrentamiento de los Estados Unidos y la URSS por demostrar su poder sin recurrir a las armas.

Aquel 12 de abril, también se puso de manifiesto en el hecho de que los responsables de la misión no se fiaban totalmente del sistema de frenado de la nave, por lo que Gagarin en realidad terminó su descenso en paracaídas, algo que no se supo hasta muchos años después.

No se asumen riesgos

En este sentido, en aquella época y hasta mediados de los 70, se asumían muchos riesgos que en la actualidad serían impensables, aunque tampoco se hacían las cosas a lo loco.

Resulta chocante lo difícil que le está resultando hoy en día a la NASA desarrollar un sustituto para sus transbordadores espaciales, cuya retirada del servicio se vio acelerada por los desastres del Challenger y del Columbia en los que 14 astronautas se dejaron la vida.

También es desconcertante la situación en la que parecen estar metidas las distintas agencias respecto al futuro de la exploración expacial, algo en buena parte es debido también a la carencia de una voluntad política clara de apostar por la investigación espacial.

Si alguien decide hacerse astronauta está dispuesto a asumir unos riesgos

Es indiscutible que la pérdida del Challenger y la del Columbia fueron grandes golpes, igual que lo fue la de otros astronautas a lo largo de la carrera espacial, pero también parece claro que si alguien decide hacerse astronauta está dispuesto a asumir unos riesgos a los que no se enfrentaría si hubiera optado por un trabajo de despacho.

Eugene Kranz, el director de vuelo de la NASA que estuvo al frente de numerosas misiones de la agencia, y en especial de los equipos que consiguieron traer de vuelta a los astronautas del Apolo 13, dice al final de sus memorias que "el espacio está ahí y vamos a subir a él".

El trabajo no está acabado, prosigue Kranz, pero espera "que algún día se recupere el espíritu y el coraje para terminar lo que hemos empezado". Y seguro que Gagarin opinaría lo mismo.