Los últimos evacuados de Fukushima, marginados por su posible contaminación
- A algunos se les niega el ingreso en hospitales y hoteles
- Los que viven a 40 kilómetros de la central han tenido que evacuar la zona
Han tenido que dejar sus casas, sus cosas y su medio de vida, que, en muchos casos, eran sus granjas y sus animales. Pero a los centros de evacuación no les basta. Para poder ingresar en ellos y recibir su “abrigo”, los últimos evacuados de la prefectura de Fukushima han de contar con un certificado oficial que pruebe que no están contaminados.
A primera vista, si no un certificado, lo que sí que puede que tengan los que viven –o vivían– entre 30 y 40 kilómetros más allá de Fukushima son “papeletas” para portar radiaciones y contagiar a otras personas, sobre todo teniendo en cuenta que, este martes, Japón ha reconocido que la gravedad del accidente nuclear de Fukushima es equiparable a la de Chernóbil. Incremento del nivel del accidente que entraña, entre otras cosas, “riesgo para la salud y para el Medio Ambiente”, según algunos expertos.
Indignación entre los residentes de Fukushima
Los vecinos de las poblaciones situadas a cerca de 30 kilómetros de la central, en cambio, lo niegan, al mismo tiempo que se indignan por el excesivo control de radiactividad por el que se les obliga, ahora, a pasar.
Y eso en el mejor de los casos: Una vecina de una de esas localidades ha escrito en su blog que un hotel de la prefectura de Saitama, en el norte de Tokio, se niega a hospedarla a ella y a su familia.
“A pesar de haberle explicado que no venimos de ninguno de los pueblos evacuados, la recepcionista me ha respondido que no podemos estar allí a menos que tengamos la prueba de que no estamos contaminados”, se lamenta.
“Puestos de control” a la entrada de los edificios
Aparatos de detección ya existen. De hecho, están instalados a la entrada de muchos edificios a modo de puestos de control por los que hay que pasar, se quiera o no. Es lo que ocurre en los lugares donde se permite pasar la noche a los que se han quedado sin casa y en aquellos otros en los que solo se va a pedir ayuda profesional por algún problema de salud.
“A no ser que sean empleados de la central nuclear, las personas no son peligrosas”, explica Kosuke Yamagishi, que trabaja en el centro médico de la prefectura de Fukushima. “Lo que ocurre –añade– es que estamos todos un poco inquietos y eso puede hacer que haya discriminación”.
Ejemplo de dicha discriminación podría ser que a una niña de 8 años originaria de Minamisoma, localidad situada a 20 kilómetros de la planta nuclear, se le ha negado ingresar en un hospital porque no tenía el certificado de “no radiactividad”, cuenta el periódico Mainichi.
El padre de la niña declaraba en el mismo periódico que estaba preocupado: “Ha sido todo un shock para mí saber que nuestra acogida se ha anulado”.
Todas las personas que viven en un radio de 30 kilómetros alrededor del complejo nuclear han de tener un certificado, dice un responsable de los centros de evacuación. “Si no, tienen que someterse a unas pruebas de detección”. “Lo hacemos así para que los demás evacuados no tengan miedo y se sientan seguros”, argumenta otro responsable.
La mala suerte de los últimos en evacuar los alrededores del complejo de Fukushima ha traído a más de uno un amargo recuerdo: el de los supervivientes de los bombardeos americanos de Hiroshima y Nagasaki, a los que se alejó del resto de la sociedad por miedo a que se contagiaran los demás.
Continúan los trabajos en la central nuclear
Al margen de los temores desatados por los últimos evacuados de Fukushima, en la central se ha impuesto la rutina. Y eso a pesar de las últimas réplicas que no lo logran sino que el recuerdo del 11 de marzo sea aún más amargo.
Los operarios de TEPCO continúan este viernes refrigerando los reactores y drenando el agua radiactiva del reactor 2, mientras se conocen nuevos datos de contaminación radiactiva en la zona.
Hace algunas horas se ha sabido que las filtraciones al mar han hecho que la concentración de yodo radiactivo dentro del área de evacuación sea 23 veces superior a lo permitido, mientras se ha detectado estroncio, sustancia cancerígena, en zonas a 20 kilómetros de la central.
Por otra parte, parece que aún se siguen buscando culpables de la supuesta poca veracidad de las informaciones en torno al accidente nuclear. Este miércoles, un periódico chino próximo al gobierno afirma que Tokio debe pedir perdón a sus vecinos por haber escondido voluntariamente la gravedad del accidente de Fukushima.