"Yo no elegí vivir en la calle, ella me eligió a mí"
- La indiferencia social impide ver la dureza de la vida de los 'sin techo'
- Los recursos sociales son escasos y existen listas de esperas en los centros
- Varios sucesos encadenados pueden llevar a que le ocurra a cualquiera
"Las personas que están en la calle no están porque ellas quieren" y pensar lo contrario es una hipocresía. Es el testimonio para RTVE.es de un joven angoleño que vino hace un año a España para buscar una vida mejor. De hecho, datos de la campaña del Ayuntamiento de Madrid reflejan que sólo un 2% vive en la calle por voluntad propia.
El resto lo hace por necesidad, pues no hay recursos y oportunidades para todos. Además, no siempre les gusta lo que les ofrecen. "Lo primero que pide una persona que necesita ayuda es intimidad e higiene, y muchas veces no lo respetan".
"La situación no era como esperábamos en África", dice Benjamin, de 20 años. Nunca encontró trabajo y ha vivido tres meses en la calle. Ha pasado por numerosos albergues -"creo que me conozco casi todos los de Madrid"- y ahora reside en un piso de reinserción.
Lo describe como haber subido por un edificio de cinco plantas y haber llegado a la más alta, donde "ya eres una persona normal". El 15 de mayo debe abandonar la casa porque termina su plazo, y la incertidumbre de no saber qué pasará después es su pan de cada día.
"Son pasos hacia atrás pero, si no hay más oportunidades, ¿qué vamos a hacer? Yo no elegí vivir en la calle, esta forma de vida me eligió a mí", matiza con tristeza.
Es solo una de las muchas historias de las cerca de 30.000 personas sin hogar en España, según el INE. La mayoría se concentra en las grandes ciudades, como Madrid, donde casi 600 pasan cada noche a la intemperie y el resto en alguna de las 1.194 plazas de los albergues de la capital.
Puede pasarle a cualquiera
Los prejuicios sociales impiden ver la dureza de la vida de estas personas ante las que generalmente se muestra indiferencia, rechazo e incluso desprecio. Quizás esto cambiaría si se fuese consciente de que puede pasarle a cualquiera.
“Tienes una vida normal y de pronto pierdes tu trabajo. Eso desencadena un conflicto familiar que acaba en separación y pierdes la custodia de tus hijos y tu casa… De pronto te ves en la calle, no es tan difícil que ocurra” opina para RTVE.es José Antonio Jiménez, responsable de CEDIA, el programa para las personas sin hogar de Caritas.
“El mismo año entré en suspensión de pago y se rompió mi matrimonio“
Es una historia muy parecida a la de Benito, español de 53 años que se aloja en la Fundación San Martín de Porres, en Madrid, donde hay lista de espera para conseguir una plaza. "Tenía un negocio con mi hermano, mujer y dos hijos, y el mismo año entré en suspensión de pagos y se rompió mi matrimonio".
Consiguió remontar tras estar en la calle, pero con la crisis perdió su empleo y ha vuelto ha quedarse sin hogar. Vive pendiente de que el ayuntamiento le conceda una renta mínima de 375 euros al mes para seguir adelante. Ahora, asegura a RTVE.es, no tiene ni para el metro.
“Tiene un impacto psicológico bestial“
Jiménez explica con preocupación que el número de españoles que acuden a su centro ha aumentado. “Estamos asustados de lo que se nos viene encima”, pues la duración y la gravedad de la crisis económica ha hecho –y sigue haciendo- que muchas personas pierdan su empleo y acaben desahuciadas.
“Le está pasando a gente que nunca se lo hubiese imaginado“
“Ahora mismo le está pasando a gente que nunca se lo hubiese imaginado". Esto tiene un “impacto psicológico bestial” y “muchos acaban dándose a la bebida, algo que a mí también me pasaría en esa situación, asegura. Las consecuencias, concluye, “se notarán en un futuro próximo”.
Sin plazas para todos
Actualmente los centros sociales, tanto privados como públicos no tienen aforo para todas las personas que lo solicitan.
"Hay listas de espera en todos los recursos de alojamiento", asegura para RTVE.es María del Carmen Briones, directora del Programa Integral Vicente de Paúl, que explica que hay gente que prefiere seguir en la calle porque trasladarse por un periodo limitado no es una solución. "Si la gente estuviese el tiempo necesario, el sistema se colapsaría", advierte.
“Si la gente estuviese el tiempo necesario el sistema se colapsaría“
Alberto, un peruano de 53 años, confiesa a RTVE.es que prefiere dormir en la calle, pero no porque no busque un hogar, sino porque le gusta más que lo que le ofrecen. "Te meten a dormir en una habitación con cinco o seis personas, y no sabes qué enfermedad tienen o si te pueden contagiar". "Yo aquí estoy solo, ¿quién me va a cuidar si me enfermo?".
Este inmigrante tiene problemas con la justicia por no tener los papeles en regla. En su último trabajo un día no pudo acudir porque le detuvieron al no tener documentación. "La policía me pide los documentos todos los días. Yo sé que soy 'ilegal' pero no tengo antecedentes, solo quiero que me dejen en paz".
Para el trabajador de CEDIA el debate no debe detenerse en si hay plazas suficientes en relación al número de solicitantes, que evidentemente no, sino que además hay que tener en cuenta el tema de la calidad. No es lo mismo un centro de emergencia, al que acudes para alojarte unos días, que un albergue, diseñados para estancias a largo plazo y que cuentan con programas de reinserción social.
“El problema de las plazas no es sólo que haya suficientes, sino el tema de la calidad“
Polémica por las palabras de Gallardón
Varias asociaciones se han mostrado "alarmadas" por la propuesta del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, de aprobar una ley para obligar a los sin techo a pernoctar en los albergues.
El director del albergue San Martín de Porres y miembro de la Federación de Asociaciones de Centros para la Integración y Ayuda al Marginado (FACIAM), Antonio Rodríguez, afirma que es "imposible" llevar a cabo esta iniciativa por no haber recursos suficientes, entre otras razones.
La entidad ha emitido un comunicado en el que afirma que para conseguirlo habría que aunar voluntades políticas, y no crear una ley estatal que haga desaparecer por la fuerza a las personas de las calles. "En pleno siglo XXI, no podemos permitirnos un retroceso en la legislación de los derechos de los ciudadanos", reza el documento.
En otro comunicado, la FEPSH muestra su inquietud al considerar que la iniciativa revela "un preocupante desconocimiento" sobre la realidad social que afecta a las personas sin hogar y el complejo entramado de causas que la provocan y que afectan a todas las dimensiones del ser humano.
"Nadie está en la calle por una sola razón ni por voluntad propia", asegura la Federación, que critica las propuestas que tratan de "invisibilizar" la pobreza en lugar de buscar soluciones sociales e integradoras para las personas sin hogar.
Para ver si esta norma es constitucional o no, habría que crearla y llevarla ante el Tribunal, pero es indudable que generaría una "colisión entre derechos", según explica a RTVE.es el abogado José María Guillén. Es un tema "similar al de la prostitución", por un lado las personas son libres de estar en la calle, pero por otro un menor tiene derecho a no sentirse violentado.
El falso perfil del indigente
No es cierto que los ‘sin techo’ sean alcohólicos, drogadictos y enfermos mentales. “Tenemos un estereotipo que no siempre es cierto, quizás una tercera parte de las veces sea verdad, pero no más”, asegura Jiménez.
Un estudio de Caritas Badajoz concluyó que en torno al 60% de las personas que acaban en la calle lo hacen por problemas familiares.
Las personas que llegan a esta situación viven a lo largo de su vida entre siete u ocho sucesos traumáticos encadenados, mientras el resto sufre una media de tres o cuatro, según los estudios.