La crisis borra del mapa europeo a los socialistas
Ver La crisis de la socialdemocracia en Europa en un mapa más grande
- Los socialistas han perdido Reino Unido y han salido del Gobierno alemán
- Los países del este han girado bruscamente a la derecha
- La izquierda bo fragua alternativas frente al desgaste de Berlusconi y Sarkozy
- Los países del arco mediterráneo, los únicos que apuestan por la izquierda
La socialdemocracia europea y el banco de inversión Lehman Brothers hasta ahora solo tenían en común haber nacido en el siglo XIX y ser, en sus respectivos ámbitos, instituciones cuya antigüedad les convertía en símbolos de dos cosas (el estado del Bienestar europeo y Wall Street) que poco tenían que ver en lo que proponían o pensaban, más allá de pertenecer a lo que se denomina mundo occidental o desarrollado.
Sin embargo, desde septiembre de 2008 el centro-izquierda europeo empieza a temer que, al igual que nació solo unas décadas después de Lehman, su existencia puede tener fecha de caducidad o, al menos, su presencia en las instituciones de Gobierno del Viejo Continente.
Éstas son las principales claves que se muestran en nuestro mapa interactivo:
1. El precio de las 'grandes coaliciones'
En 2005 el SPD alemán consiguió reducir al mínimo la derrota frente a la gran favorita, la democristiana Ángela Merkel, logrando mantenerse en el poder como socio minoritario.
Su entonces líder, el canciller Gerhard Schröeder, dejó el cargo para abrir la puerta a que su antiguo hombre de confianza, Frank-Walter Steinmeier, se convirtiese en el vicecanciller de Merkel y su ministro de Exteriores.
La solución, un buen Plan B en principio, se convirtió en problema al poco tiempo: Merkel se hizo más y más popular al adoptar un perfil amable para la socialdemocracia mientras que Steinmeier era respetado pero no conocido. El resultado: los peores resultados desde la II Guerra Mundial y la salida del ejecutivo en favor de los liberales.
La situación postelectoral no es mucho mejor. Pese a la caida en las encuestas de los liberales y las tensiones en el seno de la coalición de Gobierno, el SPD apenas supera el 20% y la popularidad como fuerza de oposición está cada vez más en manos de Los Verdes, que podrían llegar a convertirse en la fueza hegemónica de la izquierda en un sorpasso histórico.
Los laboristas holandeses han vivido una situación parecida, aunque su desmarque en última instancia de un Gobierno impopular ha salvado sus apoyos electorales.
Los democristianos se vieron obligados a convocar elecciones tras la crisis de Gobierno provocada por la negativa laborista a prorrogar la misión en Afganistán.
El movimiento 'resucitó' a los laboristas en los sondeos, pero fue insuficiente para batir a la nueva estrella de la política holandesa, el liberal Mark Rutte, y solo evitó la tragedia mayor de que el partido islamófobo de Geert Wilders recibiese más apoyo.
El problema es que, en última instancia, el panorama es igual o peor que el de Alemania, ya que los liberales gobiernan con los democristianos y el apoyo externo de Wilders, dejando a los laboristas como la principal fuerza de la oposición.
2. Las tensiones internas
Si la entrada como socio minoritario en coaliciones de Gobierno no ha sido una solución, la larga travesía en la oposición tampoco es consoladora.
Los socialistas franceses fueron desalojados del Gobierno en 2002 tras la debacle de Jospin, que perdió en la primera vuelta de las legislativas frente al ultraderechista Le Pen.
Desde entonces, las tensiones internas entre los más ortodoxos a la izquierda, como el ex primer ministro Laurent Faubius, los socioliberales del director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y el ala más popupista de Segolene Royal han dejado el país galo en manos de la derecha de Sarkozy, tampoco exenta de enfrentamientos.
Royal perdió frente a un Sarkozy que supo inteligentemente hacer guiños a la ultraderecha en las presidenciales de 2007 y el partido pasó a ser dominado por la izquierda tradicional de Martine Aubry.
Pese a los buenos resultados en las regionales y los sondeos favorables frente a un impopular Sarkozy, el panorama de los socialistas de cara a 2012 es todo menos claro, ya que Strauss-Kahn amenaza con volver y Aubry no quiere renunciar a ser candidata. El ex portavoz de Royal, Arnaud Montebourg, ha anunciado ya su candidatura y la propia Royal le ha seguido proclamando la suya.
En Italia, la situación es aún peor. El Partido Democrático, fundado por el ex alcalde de Roma Walter Veltroni como unificador de la izquierda, entró pronto en crisis al perder con Silvio Berlusconi y dimitir Veltroni tras una derrota electoral en Cerdeña.
La unión de ex comunistas y democristianos hace difícil la convivencia, hasta el punto de que estos últimos han amenazado con dejar el partido tras la elección de Pier Luigi Bersani en las primarias de 2009.
Así las cosas, ante la impopularidad de Berlusconi por sus múltiples escándalos, la oposición empieza a fraguarse más desde dentro, con el presidente de la Cámara de Diputados, Gianfranco Fini, cuyo nuevo partido y sus posibles alianzas con democristianos de centro podría convertirse en la principal voz contra Berlusconi.
3. Las promesas (incumplidas) del Este
La crisis financiera y económica ha supuesto la caída de no pocos gobiernos socialdemócratas en el este de Europa. Entre ellos, destaca el desplome de los socialistas húngaros, que han sufrido un batacazo histórico frente al conservador Fidesz, y el centro-izquierda eslovaco y checo, que pese a ser las fuerzas más votadas no han podido formar Gobierno frente a coaliciones de liberales y centro-derecha.
Además, los socialistas tampoco han podido desbancar al polémico presidente rumano Traian Basescu y han pasado a ser la fuerza bisagra en Polonia frente a la derecha ultraconservadora de Kaczynski y la liberal que ahora gobierna.
4. Ni socialdemocracia ni Nuevo Laborismo
Las recientes elecciones en Suecia, en las que el centro-derecha ha revalidado su poder por primera vez en el país escandinavo frente a la socialdemocracia hegemónica en su país también demuestra otro dato para la reflexión: en aquellos países donde la presencia del Estado está mejor vista por la población por tradición histórica, también está habiendo un cambio de paradigma.
El antiguo oasis escandinavo ahora está en manos del centro derecha, como en Finlandia, Suecia y Dinamarca -donde además se gobierna con el apoyo externo de los populistas antiinmigración-, y solo queda la coalición rojiverde en Noruega, que consiguió la reelección por los pelos impulsados por la temprana recuperación económica.
En el otro lado, la apuesta por acercar la socialdemocracia al capitalismo de mercado formulada por la Tercera Vía de Anthony Giddens y puesta en práctica por el Nuevo Laborismo de Tony Blair y Gordon Brown cayó con estrépito este mismo año ante una coalición de conservadores y liberales.
Más aún, el nuevo líder de los laboristas, Ed Miliband, venció a su hermano y 'blairita' David en las elecciones primarias con el apoyo de los sindicatos y el Laborismo tradicional, lo que augura una vuelta a las esencias izquierdistas del partido tras trece años en el poder y con una larga senda de más de cuatro años en la oposición por delante.
5. Y el frente mediterráneo azotado por la deuda
Así las cosas, los únicos países que se mantienen con gobiernos socialdemócratas tras la tormenta financiera son España, Portugal y Grecia, donde sus gobiernos afrontan fuertes presiones internas y externas por la grave crisis económica que sufren y la crisis de la deuda en la zona euro.
El socialista Papandreu consiguió arrebatarle el Gobierno a la derecha pero a cambio se encontró unas cuentas falseadas, un país endeudado y la necesidad impuesta por Bruselas de hacer fortísimos recortes, con plan de rescate incluido.
Por ahora, y pese a las fuertes manifestaciones en su contra, Papandreu ha logrado salvar los muebles en las recientes elecciones regionales.
En Portugal, el socialista Sócrates consiguió remontar y venció en las elecciones de 2009, aunque perdió la mayoría absoluta y eso hizo que se quedase en una minoría que terminó por provocar la caída de su Gobierno y la petición del rescate a la UE.
Y por último, España, el mayor país de la UE con un gobierno socialista que tiene las encuestas en contra -más de diez puntos por detrás de la oposición del PP- aunque cuenta con apoyos parlamentarios en principio suficientes para aguantar hasta un 2012 con malos augurios, como los de las últimas elecciones catalanas.