'Nada', existencialismo adolescente desde el ciruelo
- La novela pasó de ser prohibida a ser recomendada en los colegios
- Aterriza en España, diez años después de su publicación
- El relato de Janne Teller sobre el sentido de la vida arrasa en Europa
Ficha técnica
Traducción: Carmen Freixenet
160 páginas
Colección Biblioteca Furtiva
“Nunca he entendido estas reacciones tan airadas (…) porque en este libro no ocurre nada diferente a un juego de ordenador con el que los niños se entretienen a diario”. Palabra de una sorprendida Janne Teller (Dinamarca, 1964 ), autora de Nada (Seix Barral), en el tráiler de presentación de la novela.
El escándalo precede a este libro breve (apenas 160 páginas), abocado en un principio a un público juvenil, que ha trascendido fronteras y formas de pensar. Pero comencemos por el “escándalo”, sin el cual es imposible entender la trayectoria imparable de una obra que acumula calificativos como “brutal, lúcida, existencial, nihilista o necesaria”.
Una 'novela escandalosa’
Hace diez años Teller se topó con el rechazo más absoluto cuando intentó publicar “este cuento moral de esperanza y luz”. Nada fue prohibido en varias zonas de países como Noruega o Francia (algo insólito en la Europa del siglo XXI), y despreciado en la muy liberal Dinamarca, al ser considerado una “lectura perniciosa, no apta para niños”.
Como ha ocurrido otras tantas veces en la historia de la literatura, Nada transitó del ostracismo más absoluto a convertirse en lectura recomendada en los colegios, y libro filosófico de cabecera para adolescentes. El valor añadido: ver incrementada ad infinitum su fama de ‘obra maldita’.
¿En que radica su éxito?. La misma Teller desgrana las claves en el epílogo del libro: “(La novela) trata del miedo a que la vida tenga sentido. Este temor es el que en la vida real lleva a algunos grupos religiosos a convertirse en fanáticos, y a creer que la suya es la verdadera fe”, explica la autora, que se dedicó durante años a la gestión de conflictos para Naciones Unidas, en “zonas calientes del planeta” (Bangladesh, Tanzania, etc).
“Nada advierte sobre los peligros del fanatismo“
Quizás esta visión frente a frente del horror le proporcionó los argumentos necesarios para abordar esta fábula cruel. El libro incita a la reflexión, sobre la intolerancia, la pérdida de la inocencia, y los ritos de paso a la edad adulta.
La novela ha sido traducida a trece idiomas. Ha ganado prestigiosos premios, y se la compara insistentemente con El señor de las moscas de William Golding o El guardián entre el centeno de J.D. Salinger”. Una década después aterriza en España dispuesta, en palabras de Teller, a “incomodar” con su lección de “ética para jóvenes y adultos”.
El relato se ha convertido en todo un exponente del fenómeno cross over. Libros que trascienden su propio género, en este caso la literatura juvenil, para gustar a todo tipo de públicos.
El impacto ha sido tal que se ha creado un grupo de apoyo en Facebook en honor al protagonista del libro, Pierre Anthon. El objetivo: convencerle con “un montón de significado” para que se baje del ciruelo dónde arranca la historia.
En busca del sentido de la vida
“Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo”. Bajo esta demoledora premisa nihilista, el joven Pierre Anthon se sube a un ciruelo, desde dónde “escupe” verdades incómodas a sus compañeros de colegio.
Para Anthon no hay nada que hacer, tan sólo dejar pasar la “nada más absoluta”. Escandalizados el resto de los adolescentes se proponen como misión vital mostrar al rebelde que “la vida si tiene sentido”, en una suerte de redención.
“Lo único que sabíamos es que Pierre Anthon tenía la culpa“
Para esta misión, juntarán “un montón de significado”: objetos que para ellos simbolizan algo importante. Lo que comienza como un juego inocente, se transforma en una espiral macabra de venganza que les enfrentará a un abismo filosófico.
Al final, con una tensión in crescendo plasmada con el lenguaje directo propio de las obras juveniles, sobrevendrá la tragedia. Los jóvenes aprenderán que “las cosas no se valoran hasta que no se pierden”.
“Creo que para nuestra sociedad moderna es una provocación preguntarse por las cosas que de verdad importan. Eso es lo que molesta a algunas personas”, ha aclarado Janne Teller en varias entrevistas.
Por este tránsito existencial viajarán los protagonistas, separados por una gruesa línea de dolor que convierte a los niños en monstruos. Porque quizá Pierre Anthon si tenía “una pizca de razón” cuando pontificaba desde su ciruelo.