La boda real, la oportunidad para la moda más selecta
- Todas las miradas están puestas en el vestido de la novia
- La duda: si se diferenciará del recargado vestido nupcial de Diana
16 de noviembre de 2010. Kate luce el anillo de zafiro y diamantes que, años atrás, llevó Diana para asomarse el mundo como futura esposa del príncipe Carlos. Empieza la cuenta atrás. La joven elige un vestido azul noche para el posado que marcará un antes y un después en su vida. Precisamente es el mismo color que escogió Diana para, tímidamente y mirando al suelo, responder a las curiosas preguntas de los periodistas cuando se conoció su compromiso.
Pero Kate no irá vestida de azul en el gran día, irá de blanco (roto, perla, talco…) y con un diseño más sencillo que el aparatoso, feo y nada favorecedor que llevó Diana. Lo más horroroso visto jamás, y que ha pasado a la historia por ser imposible de olvidar.
El vestido de Diana
Ese 29 de julio de 1981 decenas de diseñadores londinenses se apostaban frente al televisor para copiar el vestido de la esposa del príncipe Carlos. Ninguno imaginaba tal tarta de merengue andante, ninguno tenía tela suficiente para recrear el modelito elegido por Diana.
La obra era fruto de la imaginación de la pareja formada por Elizabeth y David Emanuel. Todos los diseñadores habían enviado carpetas con diseños al palacio de Buckingham pero ellos no. Por eso se sorprendieron cuando Diana en persona los llamó para hacer tan preciado encargo. Se sorprendieron y alucinaron…y el colocón les duró hasta la boda.
En los denostados 80 las hombreras arrasaban en las pasarelas y las de Diana eran enormes y formadas por volantes que caían hacia el escote en forma de “V”.
Diana deja ver su vestido por primera vez cuando sale de la carroza a las puertas de la catedral de Sant Paul. Parece una nube a punto de descargar un aguacero. La cola era enorme, siete metros y medio, y enorme también era el ramo compuesto por rosas, azucenas, hiedra y helecho. Más que un ramo era el bosque de Robin Hood.
Los diseñadores habían trabajado durante tres meses, y hasta el día anterior, en su confección, y cosieron 10.000 perlas y lentejuelas. Un trabajo que se multiplica por dos ya que hicieron una copia del vestido aunque Diana nunca llegó a probárselo. El modelo “por si acaso” perteneció al Museo Madame Tussaud y se vendió en una subasta por 150.000 euros.
Como era de esperar el vestido de Diana de Gales, que más de uno confundió con la tarta nupcial, se vendía a las pocas horas del enlace y hoy se sigue hablando de él, porque, repito, es difícil de olvidar. A Diana el vestido no le dio suerte y su cuento de princesa no tuvo un final feliz. Lo mismo les ocurrió a los diseñadores que después de separarse vieron como sus carreras, su fama y sus nombres caían en el olvido.
El secreto de Kate
Si Diana se ha esforzado en pisar la cola de los vestidos que ha lucido la duquesa de Cornualles en sus apariciones en público, ahora hará lo contrario y, levantará feliz, la cola del vestido de Kate. Todo por el amor de su hijo. Se dice que la futura esposa de príncipe Guillermo ha sido muy discreta en todo lo relacionado con su traje de novia y sobre su autor se barajan varios nombres.
Danielle Helayel firmó el modelo del día del anuncio del compromiso y por eso su nombre suena más que otros como los de Sophie Cranston y Sarah Burton (que ha recogido el testigo de Alexandre McQueen).
Letizia Ortiz hizo un homenaje a la moda española escogiendo la aguja maestra de Pertegaz y si Kate quisiera hacer un guiño parecido podría elegir a la reina del diseño británico: Vivianne Westwood. No, no se asusten por los aires punkis de la diseñadora y recuerden lo radiante que estaba Carrie Bradshaw el día de su NO boda. Otras grandes tijeras británicas son Matthew Williamson, Phoebe Philo y Stella McCartney que ha vestido en el altar a novias tan famosas como Madonna o Scarlett Johansson.
Es posible que Kate no pase a la historia como la novia más elegante o la más atrevida, ni puede que sea la única estrella de su boda.
Diseñadores selectos
Victoria Beckham es una de las invitadas y nadie duda de que, colgada del brazo de David, acaparará flashes y miradas. Por su vestido, que será “lo más de lo más” y porque llevará uno de los tocados más llamativos de ese día.
Será de otro de los protagonistas del enclace: Philip Treacy. El rey de los tocados firmará los más bellos, entre ellos se espera que también el de la novia. Su taller es un hervidero desde hace meses y entre sus clientas (clientas invitadas a la boda) está la esposa de Pedro Pesudo, el responsable de Porcelanosa en el Reino Unido. Elia llevará además un vestido de Eduardo Ladrón de Guevara y junto a ella estará Delfina Sanz. (dos de las españolas que asisten a la cita histórica).
Delfina es la esposa de Manuel Colonques, presidente de esa firma de azulejos, y lucirá un diseño del español Lorenzo Caprile, que también podría vestir a Doña Letizia como ya hizo en las bodas de Federico de Dinamarca y Beltrán Gómez Acebo. ¿La princesa irá de rojo? ¿Llevará tocado por primera vez?
Las novias, y sus vestidos suelen eclipsar al novio por muchos galones que éste se coloque.
El príncipe Guillermo, según marca el protocolo, podría llevar el uniforme de gala de la Royal Air Force de la que es coronel, y también de gala deberá ir su hermano Enrique.
Su padre, que en su boda llevó el uniforme de la Marina Británica , será sin duda uno de los más aplaudidos por su elegancia. El príncipe Carlos siempre lleva impecables chaqués que llaman la atención como el que lució el del día de su boda. Un chaqué de chaqueta negra y pantalón de rayas que conjuntó con un soberbio chaleco cruzado en color gris.
Ah, y muchos estarán pendientes de otro complemento. Se trata del sombrero (o el tocado) que lucirá la reina Isabel II. Por ahora, el amarillo triunfa en las casas de apuestas.