El menú de la boda real: más de 10.000 tipos de canapés, cocina inglesa y dos tartas nupciales
- La lista de invitados al cóctel se ha reducido de 1.900 a 650
- Por la noche habrá una cena con solo 300 asistentes
La reina Isabel de Inglaterra ha abierto este viernes las puertas del palacio de Buckingham para que 650 de los 1.900 invitados a la boda de su nieto, el príncipe Guillermo, y Catalina, la nueva duquesa de Cambridge, celebraran el evento con champaña, canapés y una gran de tarta.
Acompañados de la música de la arpista oficial del príncipe Carlos, Claire Jones, los invitados comentaron las incidencias de la ceremonia a la que asistieron minutos antes en la abadía londinense de Westminster y disfrutaron de la comida preparada por 21 chefs.
Mil variedades distintas
En concreto, han circulado más de 10.000 canapés por gentileza de la reina, lo que quiere decir que los presentes salieron a 15 bocados por cabeza, suponiendo que todo el mundo comiera lo que le correspondía.
La oferta ha sido difícil de resistir, con atractivos canapés de rosa de salmón ahumado escocés sobre blini de remolacha, rollo de queso de cabra con nueces caramelizadas o ensalada de cangrejo de Cornualles con huevos de codorniz sobre blini de limón.
El chef real Mark Flanagan también ha preparado terrinas de pato con chutney (una conserva agridulce de frutas o verduras), tartaleta de berros y espárragos, chipolatas a la miel, pastel de abadejo (pescado típico de Escocia), briznas de espárragos pochados y pequeños pudding Yorkshire con carne asada de ternera.
La "nouvelle cuisine" más vanguardista también ha tenido su espacio con un canapé crujiente con forma de burbuja.
La comida ha estado acompañada de botellas de champaña Pol Roger NV Brut Reserve, otras bebidas alcohólicas y refrescos.
Para placer de los más golosos, al final hubo postres dulces, también en forma de canapés: tartaleta de ruibarbo caramelizada, praliné de fruta de la pasión y trufa con chocolate negro y nata.
Además, ha habido paté de naranja sanguina, bizcochitos de frambuesa y praliné de chocolate con leche y nueces.
Todos los ingredientes, tanto de los primeros canapés como de los postres, eran de procedencia británica, por deseo de los novios.
A quienes todavía les quedó apetito tras el bufé, se les sirvió porciones de la tarta nupcial y un pastel especial de chocolate y galletas, de una receta de larga tradición en la familia real británica, que ha pedido de manera especial el príncipe Guillermo.
La tarta
La tarta nupcial, de ocho pisos, ha sido encargada a la repostera Fiona Cairns, que ha diseñado un pastel de fruta de varios pisos, decorado con nata y azúcar glas con motivos florales británicos.
Según informa la agencia local de noticias PA, los novios cortaron la tarta, como manda la tradición, y se pronunciaron discursos, aunque no se ha precisado a cargo de quién.
En las fechas previas al enlace, los medios locales indicaron que sería el momento del discurso del príncipe Carlos, padre del novio y heredero de la corona británica.
La Casa Real británica ha informado la víspera de que una vez que la recepción terminara la reina Isabel y su marido, el duque de Edimburgo, abandonarían palacio para pasar el fin de semana fuera de Londres, aprovechando que el lunes también es jornada festiva.
Isabel II, de 85 años, y su marido, de 89, han optado por no estar presentes en la fiesta que el príncipe Carlos ha organizado para la noche, un evento de etiqueta en el que participarán familiares y amigos, que previsiblemente bailarán y festejarán hasta la mañana.
La reina se perderá por tanto una de las tradiciones más esperadas de las bodas anglosajonas, el discurso del padrino del novio, que en este caso correrá a cargo de su hermano, el príncipe Enrique, quien recientemente ha prometido una intervención que "hará que a mi hermano se le caiga el pelo" (Guillermo sufre de alopecia).