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Una salvaguarda para salvar al Gobierno danés

  • Dinamarca puede modificar Schengen de forma unilateral sin violar el tratado
  • El ejecutivo lo hace a cambio del apoyo populista a su reforma de pensiones
  • La inminencia electoral, clave para esta medida bien vista por la población

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Un Gobierno en minoría que necesita imperiosamente aprobar una reforma económica que incluye acabar con las prejubilaciones y elevar la edad de jubilación. Un partido de ultraderecha que ha hecho de la seguridad y el discurso antiinmigración el éxito de su marca electoral. Una legislatura a punto de acabar con noviembre como fecha límite. Y una salvaguarda -opt-out en el lenguaje comunitario- que permite 'torear' la libre circulación de personas, pilar de la construcción europea.

Éstos son los ingredientes que han dado lugar a las declaraciones del ministro de Finanzas danés, Claus Hjort Frederiksen, anunciando el acuerdo que ponía fin a los dolores de cabeza del gobierno liderado por el liberal Lars Lokke Rasmussen: "Hemos acordado restablecer los controles fronterizos permanentes, que será implementados lo antes posible".

Poco después matizaba que el acuerdo, pese a lo que pudiera parecer, "está dentro de Schengen".

La Comisión Europea respondía inmediatamente asegurando que está estudiando la decisión del gobierno de Dinamarca, sin saber pronosticar si Bruselas responderá este mismo miércoles a Copenhague.

La clave: los 'opt-out'

En realidad, la respuesta la tienen en el complicado mecanismo de excepciones comunitarias, que permite que el país escandinavo pueda elegir si aplicar o no las medidas incluidas dentro del Título IV del Tratado de Amsterdam -que establece la colaboración en asuntos de Justicia e Interior-, incluyendo las que tienen que ver con Schengen.

La clave, según comenta el experto del European Council of Foreign Relations José Ignacio Torreblanca, está en que Dinamarca se integra en Schengen en una modalidad intergubernamental y no plenamente como otros países como Francia, Italia, España o Alemania.

Esta modalidad intergubernamental, que fue la que rigió en la primera etapa del tratado, firmado en la ciudad luxemburguesa de Schengen en 1985, supone que los gobiernos no tienen que someterse a la Comisión Europea a la hora de modificar unilateralmente las condiciones de la libre circulación siempre y cuando respetasen el 'espíritu' de Schengen.

Por eso, el ministro de Finanzas danés se ha esforzado en recalcar de lo que se trata es del despliegue permanente de funcionarios de aduanas que harán controles "aleatorios" a los vehículos que quieren cruzar las fronteras interiores danesas, fundamentalmente la que une a Dinamarca con Alemania.

Sin embargo, a partir de la entrada en vigor del Tratado de Amsterdam en 1999 Schengen entró dentro del acervo comunitario, de forma que los países de la UE integrados plenamente ya no podían reinstaurar sus fronteras interiores o establecer controles aduaneros sin el permiso de Bruselas y la posterior aprobación de los consejos de ministros de Justicia e Interior y el Consejo Europeo.

Es en ese momento cuando el Gobierno danés de la época pone como condición mantener la modalidad intergubernamental y, por tanto, no integrarse plenamente en Schengen.

Otros países, como Francia e Italia, han tenido que presionar a Bruselas para que permitiese de forma excepcionar el reestablecimiento de fronteras interiores en casos de fuerte presión migratoria o de fallo de los sistemas fronterizos exteriores.

La comisaria de Interior, Cecilia Malstrom, publicó la semana pasada una propuesta en ese sentido que será discutida en el consejo de ministros de los 27 que se celebra este jueves.

Reforma de pensiones...

Pero, más allá de los recovecos legales, la decisión tomada por el Gobierno danés pone en evidencia dos elementos que están marcando el creciente influjo de los partidos populistas y de extrema derecha en la actual coyuntura política.

Por un lado, la necesidad de duros planes económicos como el presentado por el Gobierno danés hace unas semanas al parlamento, donde no tiene mayoría y depende de los populistas del Partido Popular de Dinamarca (PPD) para aprobar sus leyes.

Por otro, la apelación al discurso de la seguridad y antiinmigración ante la cercanía de fechas electorales para compensar la mala valoración de sus ciudadanos.

Así, el ejecutivo liberal necesita asegurarse el apoyo del Partido Popular danés después de que la oposición socialdemócrata abandonase las negociaciones.

El principal escollo es la reforma de pensiones, que establece el fin de las prejubilaciones a los 60 y subir la edad de jubilación a los 67 desde los 65 al considerar que el sistema es demasiado costoso en la actualidad.

El ejecutivo ha mostrado su confianza en que después de este acuerdo con el PPD, que podría entrar en vigor en semanas, los 'ultras' les den su apoyo decisivo a la reforma.

"Esto no está terminado, estamos trabajando en todos los temas de la reforma de pensiones y a la situación económica de Dinamarca y ese no está hecho hoy ni lo estará mañana", ha advertido la líder del PPD.

...Y presión electoral

Mientras, como trasfondo está la posibilidad de convocar elecciones anticipadas, una potestad que tiene el primer ministro y que puede hacerlo solo con tres semanas de antelación.

Las últimas encuestas muestran que el llamado Bloque Azul del Gobierno liberal-conservador se está recuperando y está solo a tres puntos del Bloque Rojo, liderado por los socialdemócratas, que perdieron el poder ya hace diez años, en 2001.

En ese marco, la recuperación de las fronteras interiores en un país con un arraigado sentimiento antiinmigración puede ser el elemento de despegue definitivo para la reelección, más aún teniendo en cuenta que la medida ha sido hasta aplaudida por los socialdemócratas.

Otra cosa es que ese cierre de fronteras sea lo que realmente necesita Dinamarca: según su propio servicio de inmigración necesitará 100.000 trabajadores inmigrantes cualificados para 2018 para mantener su competitividad en el mercado mundial.