Martelly, un ídolo musical que quiere cambiar el sistema desde el Gobierno
- Se define a sí mismo como "alguien de fuera del sistema"
Michel Martelly, el cantante que se convertirá en presidente de Haití, se define a sí mismo como "alguien de fuera del sistema" dispuesto a cambiar desde el Gobierno la política de su país, pero su reto abarca también la compleja tarea de liderar la reconstrucción de una nación devastada.
Martelly llega al sillón presidencial tras derrotar en la segunda vuelta de las elecciones a la exprimera dama Mirlande Manigat, a quien se impuso al conseguir el 67,57 % de los votos.
Este amplio respaldo muestra hasta cierto punto el ferviente deseo de cambio de los haitianos, tal como él se ha encargado de expresar una y otra vez.
Ahora, el ídolo popular tiene ante si la oportunidad de demostrar su capacidad de aplicar esos esperados cambios y llevar al país la estabilidad y el empleo, dos de los ejes de su futuro gobierno.
Martelly, conocido antes de entrar en política como cantante, ha sido también vendedor en una tienda durante el tiempo en que vivió en Estados Unidos, ha trabajado en la construcción, ha cursado estudios de ingeniería y también posee formación militar.
Pero, sobre todo, se le conoce por su faceta musical.
Rentabilizar su faceta artística
Compositor, cantante y teclista, la música ha sido la rampa de lanzamiento de Martelly a la popularidad y un elemento clave en su carrera política. Desde los escenarios, "Sweet Micky", como es conocido musicalmente, consiguió buena parte del tirón popular que posee, sobre todo entre los jóvenes.
Pianista autodidacta, trabajó como teclista en varios locales de Puerto Príncipe y en 1988 sacó su primer gran éxito, el tema "Ou La La" al que luego siguieron 14 discos de larga duración.
Ídolo del "kompas", un ritmo muy popular en Haití, ha sabido rentabilizar bien en el terreno político su faceta artística, aunque ello le ha creado no pocos problemas por la utilización de vestimenta estrafalaria y disfraces y por la exhibición de bailes obscenos.
Las imágenes de estas apariciones han circulado mucho por internet y le han valido duras críticas de sus detractores.
Hay quien considera que ello le inhabilita para presidir Haití por su apariencia libertina, mientras que otros se limitan a esgrimir que carece de formación y de argumentos para el debate político.
Un novato en política
El tiempo dirá si estos críticos tienen razón, pero lo cierto es que Martelly, de 50 años, es considerado un novato en política, lo que no parece importarle demasiado, ya que él prefiere subrayar su condición de candidato "honesto" y preparado para llevar al país el cambio que necesita.
Martelly, casado en segundas nupcias con Sophie, con quien tiene cuatro hijos, asegura que los haitianos "quieren el cambio" y ven en él "la materialización de sus sueños".
"Sweet Micky" se presenta como alguien ajeno a los modos políticos de los gobernantes que ha tenido Haití durante las últimas décadas y que no han logrado resultados.
Pero esta idea es rechazada por observadores que esgrimen su pertenencia al sistema que apoyó abiertamente el sangriento golpe de Estado militar de 1991 a 1994 contra el primer gobierno electo de Jean Bertrand Aristide.
Además, argumentan que también recibió mucho dinero cada año para participar en el carnaval, una arraigada tradición en Haití.