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El caso Strauss-Kahn reabre viejas heridas a ambos lados del Atlántico

  • Estupefacción en EE.UU. y Reino Unido sobre la cultura del silencio francés
  • Figuras políticas y mediáticas francesas critican la exposición de Strauss-Kahn
  • Los medios galos se cuestionan su manera de tratar la vida de sus políticos

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En un lado del canal -y el océano- los tabloides británicos y los medios estadounidenses, epatados con la reacción de ciertos elementos de la clase política francesa tras la detención en Nueva York por agresión sexual de uno de sus más destacados representantes, el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn.

En el otro, concentrados a las orillas del Sena, los políticos pero también los periodistas franceses, puestos ante el foco de una cultura de ocultación de los líos de faldas de sus líderes, que responden con la acusación del linchamiento público del líder socialista, esposado ante los focos de todo el mundo pese a que aún no se ha presentado ningún cargo contra él.

Críticas anglosajonas

La propia prensa francesa se ha hecho eco de cómo "los medios  anglosajones" han aprovechado para criticar sus códigos no escritos  sobre la publicación de detalles de la vida privada de los políticos.

El diario Le Monde  recoge cómo la prensa británica ha caricaturizado a Strauss-Kahn como  un "socialista de champán" y subraya el hecho de que "una reputación de  mujeriego constituye no solo un obstáculo en política, sino todo lo  contrario".

El Times resume el efecto que ha tenido la cuestión en la política francesa: "El escándalo constituye la puesta en evidencia del macho, de la cultura política francesa que considerar que correr detrás de las mujeres forma parte simplemente de una larga tradición francesa: libertad, igualdad, infidelidad".

Mientras, al otro lado del Atlántico elNew York Times se pregunta por la "complicidad" de los franceses ante los asuntos de faldas de sus políticos, ante lo que citan incluso un dicho de un poeta del siglo XVII -"vivir feliz, vivir oculto"- y apuntan a una cierta cultura "cortesana" en la que la posesión de un secreto tiene más poder que la información.

Mas lejos va aún el tabloide inglés Daily Mail,   que en un artículo de su periodista Stephen Glover dice lo siguiente:  "La clase política francesa -o más precisamente, la clase política  francesa masculina- nos ha acusado a los anglosajones de represión sexual.  Les gusta retrararse a sí mismos como grandes amantes. Strauss-Kahn,  que es tan atractivo como un luchador de lucha libre con sobrepeso, me  parece mucho menos un felino seductor romántico que un depredador  sexual".

El fantasma de Polanski

En el otro lado, cuando en Estados Unidos se desató el escándalo de Mónica Lewinsky algunos políticos franceses salieron en defensa del expresidente e incluso elogiaron su líbido.

Sobre el caso de Strauss-Kahn y su vista preliminar rondó el caso del director Roman Polanski, que tiene pendiente un juicio sobre abuso de menores y que vivió durante años plácidamente en Francia, que incluso protestó vivamente cuando fue retenido durante un viaje a Suiza a petición de las autoridades estadounidenses.

El representante de la Fiscalía recordó en la vista que Strauss-Kahn podía hacer como Polanski y huir a sFrancia para evitar los cargos que se le imputan en Estados Unidos, donde los delitos de agresión sexual están altamente penados, como demuestran los más de 70 años de cárcel que podrían caerle al político francés por los siete cargos que se le imputan.

En esa vista, Strauss-Kahn fue tratado como un presunto criminal más, al igual que salió esposado como cualquier otro, a la luz de los focos, ya que la legislación estadounidense cree firmemente en que el gran público tiene derecho a saber quién es sospechoso de un delito.

La imagen ha provocado indignación en Francia. Como muestra, palabras como la del intelectual francés Bernard  Henri-Levy, que denuncia en su blog que "nada en el mundo autoriza a  echar a un hombre así a los perros".

Eso nunca habría pasado en Francia, donde la publicación de fotos de personas esposadas está prohibida por ley para proteger la presunción de inocencia.

Para el exministro de Cultura francés, Jack Lang, "no es imprensable lo ocurrido cuando se conoce el sistema americano que está muy politizado y que en parte tiene una actitud de hacer pagar al francés".

"Hemos asistido a una muerte mediática, a la exhibición organizada por la Policía estadounidense de Dominique Strauss-Kahn como el enemigo público número uno", ha añadido otro exministro, Robert Badinter.

La cultura del silencio

Sin embargo, los propios medios franceses lo ocurrido con Strauss-Kahn ha servido como aldabonazo para cuestionar ciertas prácticas dadas por supuestas hasta ahora.

"Nos sentíamos superiores a los americanos y a los británicos porque manteníamos el principio de proteger la vida privada pero los periodistas no hemos hecho nuestro trabajo adecuadamente", ha denunciado en una entrevista Pierre Haski, comentarista político y confundador de la web Rue89.

En un artículo muy crítico en su web, Haski subraya que la protección de la vida privada "no debe servir de pretexto para ocultar partes enteras de la personalidad de políticos que son candidatos a dirigir un país". "Esa es la lección del caso Dominique Strauss-Kahn", concluye.

Y es que casos como la hija secreta de François Mitterrand, las aventuras sexuales de su sucesor, Jacques Chirac o que la candidata socialista Segolene Royal estaba separada ya durante la campaña electoral de 2007 fueron ocultados siguiendo el principio de que a un político se le juzga por su carrera, no por su vida privada.

"¡Es una bofetada y ya era hora!", ha exclamado Jean Quatremer, corresponsal del periódico Liberation en Bruselas que en 2007 se permitió en su blog apuntar que "el punto débil" de Strauss-Kahn era su relación con las mujeres "demasiado agresiva, se encuentra a veces rondando el acoso".

"En ese momento dije lo que todo el mundo sabía, pero nadie se atrevió a investigar", ha denunciado el periodista, que recibió una petición del equipo de prensa de Strauss-Kahn de que despublicase la información, algo a lo que se negó.

Hasta tal punto era un tema sabido que el propio Strauss-Kahn se permitía hace unas semanas en declaraciones off the record al periódico de Quatremer decir: "Sí, me gustan las mujeres, ¿y qué?" y se preciaba incluso de que "durante años ha habido fotos de una gigantesca orgía, pero nunca las hemos visto publicadas".

Como prueba misma de esa sensación de impunidad está lo ocurrido con la novelista y periodista Tristane Banon, cuya madre, dirigente socialista francesa, le convenció de que no denunciase a Strauss-Kahn por intento de violación al considerar que tenía una brillante carrera política por delante.

¿Cultura machista?

Y he aquí, el otro 'punto negro' que el caso Strauss-Kahn ha dejado en evidencia y que resume el prestigioso periodisra Edwy Panel, antiguo director del diario Le Monde y fundador de Mediapart.

"La prensa francesa está muy atrasada en sacar a la luz una sociedad dominada por hombres blancos que sacralizan el poder,  con prejuicios dominantes y que minimizan la violencia contra las mujeres", señala.

Por ejemplo, las asociaciones feministas han deplorado que en Francia se hable más de los sentimientos de humillación de Strauss-Kahn esposado que de lo que ha podido sentir la mujer que ha presentado la denuncia.

"Cada año (en Francia), 75.000 mujeres son víctimas de violación. Sólo el 10% de ellas denuncia", han denunciado.

¿Eso supone que a partir de ahora la prensa francesa debería imitar a sus vecinos anglosajones? En palabras al New York Times, Haski advierte: "Si Strauss-Kahn tieen una amante, no me importa. Si ha hecho algo más serio que puede afectar a su capacidad como personaje pública es ahí donde se debe cruzar la línea. No hemos hecho bien nuestro trabajo con Strauss-Kahn pero lo que temo es que este escándalo nos lleve a la política de alcoba, algo que odiaría".