Europa busca un "candidato fuerte" de consenso para el FMI bajo la sombra de Lagarde
- La Comisión insiste en que los países europeos deben acordar un candidato
- La prensa estadounidense se rinde a la ministra de Economía francesa
- China se une al bloque emergente y pide un no europeo al frente del FMI
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En un despacho de exquisita decoración francesa, una elegante señora de pelo blanco responde con un impecable acento inglés al actor Matt Damon, que le pregunta qué pensó cuando supo que el banco de inversión Lehman Brothers entró en bancarrota.
Su respuesta en el documental The inside job -"holy cow"- resume por qué Christine Lagarde, la ministra de Economía francesa, se ha convertido en la principal esperanza de los europeos para mantener la direccion de Fondo Monetario Internacional (FMI) tras la dimisión de su director gerente, Dominique Strauss-Kahn, gracias al apoyo estadounidense.
Holy cow -el equivalente de 'santo Dios'- es un término típico del inglés americano, un elemento de argot propio de alguien que, como Lagarde, ha vivido buena parte de su vida en Estados Unidos y sabe cómo esquivar la típica forma de hablar inglés de los franceses -su posible predecesor incluido- que tanto irrita al otro lado del Atlántico.
Más aún, se trata de una expresión coloquial, propio de la forma de hablar franca y sin complejos que ha llevado a Lagarde a ser considerada como una 'rock star' de los ministros de Economía, según apunta el New York Times en un artículo publicado este jueves y que puede ser un síntoma significativo de la buena predisposición en EE.UU. a una eventual candidatura de la ministra de Sarkozy.
Europa se mueve
Sin decir su nombre, las fichas empiezan a moverse en Europa en búsqueda de un candidato de consenso.
La Comisión Europea (CE) cree que el nombramiento de un candidato europeo como director del Fondo Monetario Internacional (FMI), en sustitución de Dominique Strauss-Kahn, es la elección "natural", puesto que la Unión Europea (UE) es el mayor contribuyente a esta institución.
"El FMI necesita un liderazgo fuerte", ha declarado en rueda de prensa la portavoz de la CE, Pia Ahrenkilde Hansen, quien ha añadido que "es natural que la Unión Europea se ponga de acuerdo en (presentar) un candidato fuerte", aunque se ha negado a comentar ningún nombre en concreto.
Más importante es la opinión de la canciller alemana, Ángela Merkel, que ha reiterado que su "opinión" es que debe haber un candidato europeo.
La propia Lagarde aseguraba que toda candidatura para suceder a Strauss-Kahn "debe emanar de los europeos, que la acuerden todos juntos".
Lagarde ya ha recibido apoyos dentro y fuera de Francia para que sea candidata. Por ejemplo, su compañero el ministro de Transportes francés, Thierry Mariani, ha asegurado que ella es muy popular en las economías emergentes y la ha calificado "muy buena candidata".
A los elogios se ha sumado el ministro de Economía sueco, Anders Borgh, que ha calificado de "muy positivas" sus experiencias con Lagarde.
Pros
Lagarde fue nombrada por Financial Times mejor ministro de Economía europeo en 2009, algo refrendado por la consideración que sus propios homólogos tienen de ella.
Preguntada por la sucesión al frente del FMI, la ministra española, Elena Salgado, le mostró sutilmente su apoyo explícito al decir que ya era hora que una mujer ocupase puestos como el de director gerente.
"Lo que ocurrió con Strauss-Kahn subraya lo grande que sería tener una mujer en ese cargo", asegura al rotativo estadounidense Kenneth S. Rogoff, antiguo economista jefe del FMI y ahora profesor en Harvard.
Si lograse el puesto sería la primera mujer en estar en el cargo desde su creación en 1946, aunque según Rogoff su condición de mujer solo sería una de las razones para estar ahí.
"Es políticamente astuta, tiene una fuerte personalidad y en las reuniones de finanzas en todo el mundo es tratada prácticamente como una estrella del rock", ha defendido.
Como ejemplo de ambas cosas está su entrevista en el programa del conocido humorista estadounidense Jon Stewart, en el que relató en 2009 cómo echó a los dirigentes de un banco franco-belga que necesitaba el rescate de los contribuyentes.
"Por una vez dice: La dirección se va a la calle, han hecho un trabajo de mierda. Tienen que irse", afirmó sin complejos.
Eso no quita para que sea reconocida por su talante negociador, que le hizo hacer piña con la canciller alemana Ángela Merkel para convencer a su jefe de que era necesaria la participación del Fondo Monetario Internacional en el plan de rescate europeo, que ahora ella misma podría tener que gestionar desde Washington.
Por último y no menos importante, Lagarde tiene una relación de amor con el mundo anglosajón en general y Estados Unidos en particular muy rara en la política francesa y que se resumen en sus 25 años de trabajo en ese país, donde llegó a dirigir la firma Baker & McKenzie.
Y contras
Pero el camino de Lagarde no va a ser precisamente de rosas. Ella misma aún no se ha pronunciado sobre su eventual candidatura para no enterrar de forma prematura sus opciones y, además, tiene que ser propuesta por su jefe, Nicolás Sarkozy.
Dentro de su país se enfrenta además a las críticas de la oposición socialista, que le ha acusado de abuso de autoridad, algo de lo que se ha hecho eco la fiscalía, que ha pedido una investigación compleya de su papel en el acuerdo con el empresario Bernard Tapie en su batalla judicial con un banco de propiedad estatal.
Pero los principales inconvenientes se los encontrará fuera. Pese a su condición de mujer, Lagarde supondría de nuevo que un francés está al frente de la institución, algo que ha pasado con demasiada frecuencia en la historia del FMI.
El máximo puesto en el organismo ha ido a parar tradicionalmente a manos de un europeo en virtud de un pacto de caballeros forjado tras el final de la II Guerra Mundial y que asegura la presidencia del Banco Mundial (BM) a un estadounidense.
En Europa se apuesta por un statu quo, especialmente, con la crítica situación por la que atraviesan países de la zona euro como Grecia, Irlanda y Portugal, con los que el Fondo está muy involucrado.
Sin embargo, desde los países emergentes ven lo ocurrido con Strauss-Kahn como la oportunidad perfecta para 'asaltar' la dirección del FMI en un momento de pujanza frente al debilitamiento del Viejo Continente.
Se mueven los emergentes
El Gobierno chino ha pedido que el próximo líder del Fondo Monetario Internacional (FMI) provenga de un país emergente.
"En principio, creemos que los países emergentes y en desarrollo deberían tener representación en los niveles superiores" del FMI, ha manifestado en rueda de prensa la portavoz de turno del Ministerio chino de Asuntos Exteriores, Jiang Yu.
El ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, ya dijo el pasado mes de abril que ya había llegado el momento en que no se sacrifique el mérito personal a un trato diplomático que además ignora la pujanza de las economías emergentes, que han crecido el doble que las economías desarrolladas.
Entre los potenciales candidatos de un país emergente que más suena en las quinielas está el exministro de Economía turco Kemal Dervis, que trabaja ahora en el centro de estudios de Washington Brookings Institution.
En las listas también entran el ahora gobernador del banco central mexicano, Agustín Carstens, un veterano de las finanzas que ocupó ya en su día el puesto "número dos" del organismo, o el ex ministro de Finanzas sudafricano Trevol Manuel.
Hay también un estadounidense de origen egipcio, Mohamed El-Erian, que preside el mayor fondo de inversión del mundo, PIMCO, con sede en California y un israelí, Stanley Fishcer, que fue primer subdirector gerente del FMI entre 1994 y el 2001.
Lucha de poder
Aunque está proyectada una modificación del actual sistema de cuotas en favor de los emergentes, lo cierto es que el actual statu quo beneficia claramente a Europa.
El director gerente es confirmado por el consejo de directores ejecutivos, que son a su vez votados por los ministros de Economía de los países que representan. Estos países tienen derechos de voto derivados de su cuota en el FMI, determinada por el peso relativo del país en la economúa global.
Así, la mayor cuota con diferencia es la de Estados Unidos, que tiene el 17% pero las potencias europeas (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España) poseen por encima del 20% mientras que los llamados BRIC (Brasil, Rusia, India y China) apenas logran el 12%.