El fotógrafo Manu Brabo al llegar a España: "Disparaban sobre nosotros, éramos el blanco"
- El fotógrafo español liberado por Libia narra su odisea
- En el tiroteo resultó herido un fotógrafo surafricano
- "Hasta que me pillaron, estaba haciendo mi sueño"
El fotógrafo español Manu Brabo ha comparecido en una rueda de prensa muy emotiva en la que han llorado tanto él como su padre, y en la que ha explicado su detención y cautiverio en Libia, donde ha estado detenido durante 47 días. El periodista ha llegado a mediodía al aeropuerto de Barajas procedente de Túnez, tras abandonar Trípoli el jueves.
Brabo, muy emocionado y con un lenguaje directo, ha dado las gracias a todos, a su familia y amigos, a quienes se han movilizado por su liberación y especialmente al representante español en Trípoli, Diego Ruiz Alonso. "Ayer estuve metido en internet y no daba crédito, sois la hostia", ha dicho.
Después ha narrado su odisea, comenzando por el día 5 de abril, cuando él y otros dos periodistas, los estadounidenses James Folley y Clare Morgana Gillis, fueron capturados por las fuerzas pro-Gadafi en el frente oriental. "Le pisamos más de lo que les teníamos que pisar - ha narrado - hubo un contraataque de los gadafos, en primera línea estábamos nosotros y el ejército de Pancho Villa (los rebeldes) echó a correr y nos dejaron ahí".
Con ellos estaba el surafricano Anton Hammerl, del que ahora se ha sabido que murió en el tiroteo. Brabo ha explicado lo que él percibió. "Estaban tirando, me alejo de la carretera, y Anton intuyo que va corriendo por la carretera para enganchar algún transporte de los que huyen. Pillo cobertura y oigo que Jim grita: 'Anton estás bien y Antón grita no'. Están disparando sobre nosotros, somos el blanco. Después vienen los culatazos. Cuando nos están subiendo al furgón veo a Anton pálido y con las tripas fuera". "No sé qué ha sido de él. Lo que hablamos es que ni siquiera los militares habían dado la información", añade.
Cautiverio en Trípoli
A partir de ahí, Brabo y sus compañeros inician un periplo por distintos centros de detención en Libia. Primero Brega, después "un sitio que calculo que era Sirte". Allí, "con los ojos vendados", es sometido a un interrogatorio y después es entrevistado en la TV libia.
Al día siguiente, los periodistas junto a un equipo de la NBC también capturado son trasladados a la capital. "Allí pasé 12 días en un centro de detención militar, aislado", ha explicado.
"Me sometieron a cuatro horas de interrogatorio. Me decían que España y Libia se llevan bien, que habían celebrado la victoria en el mundial y luego me acaban acusando de espionaje". Sin embargo, cuando Folley, Brabo y otro periodista tunecino comparecen por primera vez en un juzgado, "nos hacen preguntas básicas y nos acusan de entrada ilegal en el país y de ejercer el periodismo sin permiso".
"De allí a la cárcel de Esdeida - continúa Brabo - en una celda con ocho compañeros de presidio, y poco a poco estableces una rutina". Pero la situación de los periodistas no es como la de los demás reclusos. El segundo día les dejan hablar por teléfono con la familia. "Estaba muy preocupado, pero cuando hablo con ellos me doy cuenta de que sabían más que yo".
También reciben la misteriosa visita de Mr Sibani, que dice ser representante de Saadi Gadafi, hijo del líder libio. "Nos dice que conoce nuestro caso y que ha tomado cartas en el asunto para que se solucione lo más rápidamente posible. Nos dio 50 dinares, que me gasté en cepillos de dientes y tabaco para los compañeros", explica el fotógrafo.
"Me han tratado bien"
A partir de entonces, su situación mejora. Es trasladado junto al británico Nigel Chandler, que lleva 77 días detenido y al que confunden con Folley, a una villa, pero los bombardeos de la OTAN les obligan a volver a la celda y ser trasladados, finalmente, a una segunda vivienda, donde pueden disfrutar de todas las comodidades.
"Le llamábamos la granja de engorde. Nos han dado de comer hasta que hemos parecido personas. Nos han tratado bien", ha afirmado.Mientras tanto la mujer detenida con ellos, Claire, ha sido alojada en un hotel, donde tiene acceso a Internet y les informa de lo que está ocurriendo.
Finalmente, en un juicio que Brabo ha descrito como una farsa, se dicta pena de un año de cárcel en suspenso y una multa de 300 dinares. "No teníamos un duro encima (...) nos dicen que hay que esperar al gran jefe". Esa misma tarde, el pasado miércoles, dos hombres "bien vestidos" en un Mercedes les llevan hasta el hotel de la prensa. Están libres.
'Lo que siempre he querido hacer'
Preguntado por la posibilidad de volver a Libia a trabajar, Brabo ha respondido con crudeza: "Si me vuelven a cazar en Libia me van a joder pero bien".
Sin embargo, no se arrepiente de haberse arriesgado a cubrir la guerra. "Hasta el día que me pillaron, he estado haciendo el sueño de mi vida, lo que yo siempre he querido hacer, y lo he hecho bien, o todo lo bien que supe".
"Cuando uno va a esos sitios asume que pueden pasar esas cosas, pero nunca te imaginas que te puede pasar a ti", ha añadido.