¿Vacaciones en Haití?
- La visita a Haití marca la diferencia entre turistas y viajeros
- El país ofrece atractivos naturales y una lección de vida
Ver también:Ver también: Con los pobres de la tierra, blog de Vicente Romeroblog de Vicente Romero
Las agencias de viaje ofertan numerosos paquetes de vacaciones en Santo Domingo. Pero no conozco ninguna que tenga como escenario a la otra mitad de la isla de La Española: Haití. ¿Por qué? ¿Es posible que a nadie le interese conocer ese país caribeño? ¿O será que no se debe de hacer turismo en una nación castigada por una tragedia natural?
Tras el terremoto circularon por los medios de comunicación imágenes de turistas, que habían llegado en un crucero hasta el norte del país y se paseaban por los lugares históricos de Cap Haïtien. Se trataba de noticias escandalosas, que presentaban a aquellos viajeros como gentes adineradas y sin conciencia, que disfrutaban de sus vacaciones ajenos a la enorme tragedia que les rodeaba. Sin embargo, la escala del crucero transcurría a mucha distancia de la zona devastada por el terremoto.
Desde entonces la afluencia de extranjeros al país ha quedado prácticamente reducida a los trabajadores expatriados de organizaciones humanitarias. Y con el turismo han desaparecido miles de puestos de trabajo, directos e indirectos. Una de las escasas fuentes de riqueza de Haití sufría las consecuencias del terremoto.
Turistas o viajeros
Una visita a Haití marca las diferencias entre turistas y viajeros. Al otro lado de la frontera que parte la isla en dos, desemboca un caudaloso río de turistas. Gentes que buscan playa y discoteca, embarcados en programas económicos a base de avión, hotel y algunas visitas opcionales, que permanecen cautivos mediante una pulserita cuya exhibición les facilita acceso a piscinas, restaurantes, bares, salas de fiesta y autocares como servicios incluidos en la tarifa.
Quienes deciden ir a Haití tienen que gestionar todos los aspectos del viaje por sí mismos. Sale más caro y es más incómodo. Pero supone adentrarse en la realidad de un país en vez de permanecer en los estrechos márgenes de un circuito comercial.
Haití invita a un turismo solidario. A invertir los ahorros para las vacaciones de forma consciente, casi como se gestiona una ayuda económica. Obliga a conocer profundamente el lugar que se visita, más allá de las bellezas naturales y los lugares de diversión. Para ello basta con mantener atentos ojos y oídos.
Lección de vida
Fuera de la zona afectada por el terremoto, Haití ofrece playas, enclaves históricos, lugares de diversión, sitios donde pasar unas vacaciones libres de esas pulseritas que marcan los destinos concretos de cada comprador un paquete turístico.
Pero tampoco hay que evitar las calles devastadas de Puerto Príncipe. Al contrario, pasear por ellas y hablar con sus gentes supone una inmersión profunda en una realidad amarga ante la que no se deben de cerrar los ojos. Pero también implica recibir una lección de vida, de empeño en seguir adelante frente a la adversidad. La experiencia de unos días en Haití resulta transformadora para quienes la viven. Los hace más solidarios, mejor informados, más concientes.