Cannes cierra su competición oficial y se prepara para la entrega de premios
- El francés Mihaileanu presenta un filme acerca de la presión a la mujer musulmana
- Una cinta turca que reflexiona sobre la complejidad masculina puso fin a la sección
- Toda la información, en el especial Festival de Cannes
Un filme que anima a las mujeres árabes a la revolución y otro que aborda la complejidad del elemento masculino cerraron este sábado la competición en el Festival de Cannes, que se prepara para conocer el domingo al ganador de la Palma de Oro.
Radu Mihaileanu, con La source des femmes, casi reta a las árabes a poner en marcha un cambio en los dormitorios y en las cocinas para completar las revoluciones populares de la calle mientras que el turco Nuri Bilge Ceylan traslada su universo contemplativo al mundo rural en el título Once Upon a Time in Anatolia.
Un alegato contra la opresión de las musulmanas
El filme del francés judío Mihaileanu se sitúa en un país cualquiera entre el Magreb y la península arábiga, aunque está rodado en Marruecos, y toma un hecho original -la protesta de unas mujeres de un pueblo concreto, cuya localización no reveló, por no tener acceso al agua corriente- como metáfora de la revolución pendiente de las árabes.
Las mujeres protagonistas de la cinta declaran una "huelga de sexo" a los hombres del pueblo, esclavos de una interpretación equivocada de "las fuentes" del Islam que mira a aquellas unicamente como instrumentos de trabajo destinados a la procreación.
Y por eso las ven como los mulos de carga para bajar el agua al pueblo, hasta que ellas mismas se dan cuenta de que la explotación que sufren es insoportable y además es consecuencia de una interpretación errónea del Corán.
Es una cinta "contra los clichés sobre la religión musulmana", contó el realizador en conferencia de prensa junto a las actrices protagonistas, que tuvieron que aprender a pronunciar los diálogos en dialecto marroquí, que desconocían.
Mihaileanu, el director de "Le Concert", plantea con esta historia la necesidad de volver a las fuentes y recurre a la metáfora del manantial para sugerir que la revolución pendiente de las mujeres árabes pasa por que se les reconozca a estas su necesidad de amor y ser amadas y reconocidas.
La película, un cuento situado en una época actual imprecisa, no pierde la oportunidad de poner en su sitio a los islamistas, aunque su propósito es menos global, no tiene tanta intención de criticar a los seguidores de Osama Bin Laden sino de enseñar a los "mohameds" del mundo que lo que las mujeres necesitan es amor.
Ceylan presenta un filme muy pausado que se desarrolla en Anatolia
En cuanto al realizador turco, Nuri Bilge Ceylan forma, junto a Pedro Almodóvar y Aki Kaurismäki, el trío de directores que tras merodear en varias ocasiones la Palma de Oro y salir con distintos premios del festival este año viene a tratar de rematar la faena.
Sin embargo, su cine siempre pausado, del género rumiante, pasta por distintos y menos afortunados prados esta vez en Once Upon a Time in Anatolia, donde cambia el desamparo del individuo entre la masa de Estambul por el control atávico de Anatolia.
Y allí, en una planificación no apta para agorafóbicos y con un desglose narrativo extenuante, mientras se investiga un crimen va tejiendo un mapa de cuestiones antropológicas.
"Esta trama rural responde a otra parte de mí, puesto que yo pasé mi infancia en Anatolia. En el entorno rural, todo el mundo busca una excusa para humillar a los demás y si ocupas un lugar de poder no es fácil relacionarse", explicó Ceylan en una entrevista con medios internacionales.
Como era de esperar en el lenguaje cuanto menos translúcido de Bilge Ceylan, la resolución de la trama -en la que el trípode lo conforman el médico, el fiscal y el asesino- es siempre relativa.
"Siempre hay respuestas para todo, el problema es que cada uno tiene las suyas, fruto de sus propias necesidades", explica. "Nosotros también recibimos la información de esta manera en la vida. Nada se clarifica", reconoce.
Y en el centro de su universo, una vez más, el hombre. "Me parece que el hombre, aunque sea más pueril, es mucho más complejo que la mujer, lo que no significa que no respete a las mujeres. Simplemente, el hombre me parece más débil, yo al menos lo soy y mi cine me sirve también de terapia", concluye.