El cine de Almodóvar, único
- Por su coherencia cinematográfica se ha hecho merecedor de la Palma de oro
- Almodóvar está redefiniendo su discurso, ahora de mayor hondura
No he visto La piel que hábito y a última hora tuve que desistir de acudir a la cita obligada de Cannes, con lo cual tampoco he podido saber de lo que esta película ha dejado sobre la estela de la crítica internacional.
Pero acepto la petición de mis compañeros de RTVE.es y, sin saber de palmarés, de los comentarios que Robert de Niro haya podido ir dejando sobre las colinas de la Côte d’Azur y de las tertulias en la sala de prensa, me atrevo a decir que no me extrañaría que el autor de La piel que habito estuviera en el cuadro de honor y viniera con alguno de los premios de la meca de todos los festivales cinematográficos. Y me explicaré.
Es cierto que el cine de Pedro Almodóvar es de una coherencia que asusta.
Es falso que el cine de Almodóvar sea un universo de un país que se inventa el manchego.
Es cierto que la primera etapa de Almodóvar –Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, Laberinto de pasiones y ¿Qué he hecho yo para merecer esto?- es la más fresca, atrevida y tiene un efecto devastador sobre una cinematografía necesitada de aire fresco, de provocación y de agitación. Y esta etapa cumple a rajatabla con esa función, con esa necesidad.
Es falso que lo único interesante del cine de Almodóvar sea precisamente esa etapa que ahora todo el mundo jalea y reconoce.
El cine de Almodóvar ha sabido pasar momentos de indefinición –Kika, Tacones lejanos- y ha sabido evolucionar, autodefinirse y hasta reinventarse.
Siempre me atrapó el deseo, la pasión y los retratos de la bendita familia española que ha ido dibujando el autor de La ley del deseo o La flor de mi secreto.
Sin embargo el cine que me interesa de Pedro Almodóvar es aquel en el que el autor comienza a percibir el paso del tiempo, las cercanías con la soledad y los primeros diálogos existencialistas: Carne trémula, Todo sobre mi madre, Hable con ella. Creo que Pedro Almodóvar ha sabido ir manteniendo una obra evolucionada, precisa y, eso, coherente.
Dicen, y dice el propio autor, que está redescubriendo el cine de género, que ya lo frecuentó con Volver y sobre todo con Los abrazos rotos, pero no me lo creo del todo.
No veo yo a Pedro Almodóvar haciendo LA Confidential y soy más de los que piensan que está el autor de Matador redefiniendo su discurso y su pensamiento, ahora más intenso, más preciso y con mucha mayor hondura: en Los abrazos rotos hay un saber amoroso, un conocimiento muy preciso de lo mal que saben amar los hombres, a base de locuras y de celos, de posesiones y persecuciones.
No quiero ni puedo escribir sobre una película que no he visto, La piel que habito, pero creo que seguirá su línea, convenciendo a Europa, interesando a la crítica neoyorkina y dividiendo al público español. Así es su cine.
De ahí que no me sorprendería (qué atrevimiento el mío) que pillara uno de los premios gordos de Cannes por su intachable coherencia cinematográfica, ojalá que la Palma de Oro- .