'El viento en un violín' : lecciones de amor entre madres e hijos
- Estreno en Madrid de la última obra de Claudio Tolcachir
- La obra relata "historias de amor desesperado"
- Tercera producción de la "temporada Tolcachir" en el Matadero
- La expectación es tan grande que se hará díficil conseguir una entrada
Volvemos al Teatro Español como quien vuelve a la casa paterna: protegidos y necesitados de alimento.
Tres obras que corresponden a diferentes momentos de nuestras vidas. Con más y menos esperanzas. Con diferentes desafíos técnicos por resolver.
El origen de estas historias siempre estuvo y estará en sus personajes, en esos seres descolocados y patéticos que por lo general no encuentran manera de insertarse a la vida.
Poder consumar un matrimonio entre el dolor y el humor es también un desafío personal. Poder implicarnos en las historias hasta el punto de sentirnos reconocidos y poder reírnos piadosamente de nosotros mismos.
El teatro es un procedimiento complejo donde nunca debiera verse el procedimiento, donde las partes deberían fundirse en un todo que atraviese el cuerpo y nos deje transformados emocionalmente, para después poco a poco poder pensar.
Claudio Tolcachir
El viento en un violín es una coproducción de Timbre 4 con el Festival Internacional Santiago a mil (Chile), TEMPO FESTIVAL das Artes, Festival d'Automne de París y Maison des Arts et de la Culture de Créteil.
Reparto
Inda Lavalle (Lena)
Tamara Kiper (Celeste)
Miriam Odorico (Mecha)
Lautaro Perotti (Darío)
Gonzalo Ruíz (Santiago)
Podemos encontrar varias obras en cartel en las que el minimalismo escénico –moda y/o necesidad- sólo sirve para recrudecer la falta de consistencia de un texto o unas interpretaciones. No es el caso de Timbre-4 y Claudio Tolcachir (Buenos Aires, 1975) cuando utilizan lo que ellos llaman "escenografía depurada".
Los muebles -casi siempre destartalados e instalados en un oscuro vacío- son además de una marca de fábrica, un elemento acorde con el teatro artesanal que, con mucha imaginación y trabajo previo de creación de personajes, presentan.
En esta ocasión, asistimos a la tercera entrega de la ya llamada “temporada Tolcachir” en las Naves del Español del Matadero de Madrid. Después del éxito de La omisión de la familia Coleman, en abril, Tercer cuerpo, en mayo; ahora se instalan con El viento en un violín, un montaje que, como los anteriores, cuenta con texto, dirección y diseño espacial de Claudio Tolcachir.
La última obra de Tolcachir que fue estrenada en 2010 en el Festival de Otoño de Paris, y que tras haber pasado ya por Chile y por la Temporada Alta de Girona, recala ahora en Madrid, en su Festival de Otoño en Primavera.
Historias de aceptación y amor
Si las dos obras anteriores nos introducían en una familia alocada (La omisión de la familia Coleman) o una oficina pérdida en el tiempo y habitada por seres perdidos (Tercer cuerpo), ahora con El viento en un violín, Tolcachir “explora los recovecos del amor entre madres e hijos”.
De nuevo, personajes al límite: “mujeres que se aman, buscando desesperadamente un hijo. Madres con hijos, desesperadas por asegurarles la felicidad. Hijos desorientados…”, explica el dramaturgo y director argentino.
Nos lo explica más concretamente desde su propio personaje, Lautaro Perotti, miembro de Timbre 4, y director a su vez de la obra Algo de ruido hace, que se estrena en breve, también en Madrid, en el Teatro Pradillo. Su papel en esta función –nos explica en un viaje en taxi entre los dos teatros- es el de Darío, “un joven que trata de encontrarse a sí mismo y que tiene una madre (Miriam Odorico) que lo ama mucho”.
La obra, continúa Perotti nos habla entre otras cosas, “de las diferencias entre los seres humanos, de la aceptación, y todo ello narrado desde el amor”.
La historia de la pareja lesbiana que quiere tener un hijo se mezclará con la del chico desorientado y su madre, como constata una espectadora chilena que ha contado en su blog el argumento completo de la obra para ilustrar a quienes necesitan saberlo todo antes de ir al teatro y para fastidiar al resto.
Nos cuenta también Perotti que, como en las producciones anteriores, los fondos dramáticos se funden con múltiples momentos de fino humor que ellos mismo definen como negro.
Y de amor y responsabilidad por el trabajo, insiste Perotti, se acomete esta obra por parte del director y los miembros de Timbre 4 que se reúnen cinco años después del estreno de La familia Coleman; una obra que tuvo ilustres espectadores como la gran actriz argentina Norma Aleandro o Francis Ford Coppola, a quien incluso le firmaron un autógrafo. Y ese amor por uno de los trabajos más difíciles y hermosos del mundo –la interpretación- no se suele incluir en la ficha técnica de una obra teatral pero puede verse, en cada función.
Le hablamos a Perotti de la frescura y naturalidad que desprende Timbre-4 y lo agradece porque ese es –y aquí habla como actor, director y profesor teatral- precisamente el objetivo de la compañía: “que podamos espiar detrás de una ventana un trocito de la vida real de unos personajes reales”.