Francia redescubre la fascinación por Oriente, de Delacroix a Matisse
- La RNM y el Grand Palais exponen en Marsella hasta el 28 de agosto
- Podrán verse obras de Ingres, Fromentin, Renoir o Sorolla
El exótico Oriente siempre ha fascinado a los artistas de todos los tiempos, pero su influencia y su conversión en un estilo propio no se produjo hasta el siglo XIX, en plena expansión imperialista de la vieja Europa, del pincel de autores de la talla de Jean Auguste Dominique Ingres, Eugène Delacroix o Eugène Fromentin.
Ahora, la red de museos gala (RMN) y el Grand Palais de París pretenden dar al Orientalismo el papel que se merece en la historia del arte con la exposición "Orientalismo en Europa: de Delacroix a Matisse", que podrá verse desde este domingo 28 de mayo al 28 de agosto en el Centre de la Vieille Charité, en Marsella.
En total, la muestra recoge 120 pinturas y esculturas de los más importantes museos y colecciones de artistas europeos, fundamentalmente franceses, pero también ingleses, italianos, belgas o españoles, que darán una completa visión de este género.
La edad de oro de este estilo se vivió entre la campaña egipcia de Napoleón (1798-1801) y la estancia de Matisse en el norte de África en 1906, pasando por las guerras de Grecia y Crimea. Los paisajes de Egipto que trajeron los artistas que formaron parte de la expedición de Bonaparte y las ilustraciones de los primeros acontecimientos de la leyenda del general y luego emperador, fueron los primerjos ejemplos del redescubrimiento artístico de Oriente, hasta el punto de que Víctor Hugo decía: "En el siglo de Luis XIV éramos helenísticos, ahora somos Orientalistas".
La expansión colonialista de Europa en Oriente Medio y África del Norte permitió a los artistas europeos la visión de un mundo que hasta ahora había sido inaccesible y eso abrió nuevas perspectivas en el arte.
El viaje de Delacroix a Marruecos
En 1832, Delacroix viaja durante seis meses a Marruecos y Argelia y esta experiencia será determinante para su obra posterior, en la que recogió la luz y el color de sus paisajes y el misterio y la sensualidad de sus gentes. Para el artista, África del Norte era un lugar altamente sensual y ejemplo viviente de las antiguas civilizaciones de la Grecia y Roma clásicas, en cuyo clasicismo estaban formados los artistas.
De Ingres a Gérôme, estos artistas pintaron numerosas representaciones de la cultura islámica, desde sensuales odaliscas del harén del sultán, a escenas de caza y paisajes del desierto, en los que la sensualidad, el exotismo, la luz y el color son los protagonistas.
Muchos pintores de la época se animaron a viajar a través del Mediterráneo y algunos incluso se establecieron en países orientales durante algún tiempo, como Eugène Fromentin, que visitó Argelia, o Jean-León Gérôme, que estuvo en Turquía y Egipto.
Pero, la estancia en la zona les enfrentó cara a cara con la realidad de la vida cotidiana de los pueblos conquistados, con lo que desarrollaron un enfoque más realista y etnográfico.
La exposición organizada por el Grand Palais reúne obras maestras de Ingres, Delacroix, Fromentin y Gérôme, de los ingleses Lewis y Alma Tadema, de los alemanes Bauernfeind y Müller, de los belgas Portaels y Evenpoel, de los españoles Villegas y Sorolla, de los italianos Fabbi y Simoni e incluso del turco Osman Hamdi Bey.
La evolución de las vanguardias
La última sección de la exposición está dedicada a los maestros de las vanguardias, como Renoir, Matisse, Kandinsky, Klee y Macke, que reinterpretaron el Orientalismo.
Estos pintores también eran sensibles a la tentación oriental y realizaron viajes por el Mediterráneo, pero aunque en sus obras puedan encontrarse los leitmotiv del Orientalismo, como odaliscas y paisajes luminosos, sus enfoques personales son visiblemente diferentes. De hecho, su trabajo experimental renovó tan radicalmente el género, que de alguna manera pusieron fin al Orientalismo al darle un significado complemente diferente.