El salto a la vida se llama Mariana
- Eloy Azorín, Santi Marín y Fernanda Orazi en Algo de ruido hace
- Dirigidos por Lautaro Perotti, fundador del grupo argentino Timbre 4
- Una prima intenta conducir a la vida a dos hermanos anclados en una rutina absurda
Un poco de historia...
Timbre 4 es una casa. Y la casa es una escuela. Y la escuela es un teatro. Vamos de vuelta. Timbre 4 se encuentra al final del largo pasillo de una casa chorizo.
Hay vecinos. Y sí, en la última casa vive un director de teatro que da clases de interpretación. Sí. Allí mismo. No, no en su casa, es decir... Vamos de vuelta.
En la avenida Boedo, en el 640, hay una casa chorizo.
En esa casa, al final de un largo pasillo vive un director de teatro que, sí, es cierto, también escribe, es dramaturgo, sí. Y sí, da clases ahí. En su casa... Más o menos. Muy cerca, vaya. En su escuela. Sí, en Timbre 4. La puerta verde del final. Pero no, disculpen. Si quieren entradas para el teatro la boletería es la otra puerta, la roja. Sí, esto es un teatro, sí. Pasen por acá. Bienvenidos.
Cuando tiene lugar un suceso dramático en una familia, por ejemplo, la muerte de una madre a la que los hijos están muy unidos, el tiempo parece pararse. Los miembros de la familia se quedan anclados en el pasado como atrapados en una imagen congelada, en la rutina prefabricada por el pasado. Sin atreverse a empezar una nueva vida.Todos hemos conocido algún caso.
De eso nos habla, la pieza Algo de ruido hace de la argentina Romina Paula que ahora dirige Lautaro Perotti y en la que cuenta con Eloy Azorín, Santi Marín y Fernanda Orazi, en los tres únicos papeles de esta historia. Podemos verla en el Teatro Pradillo, desde el 31 de mayo hasta el 26 de junio. Una producción que se presenta en el Festival de Otoño en Primavera 2011.
Es la historia de dos hermanos con miedo a vivir su propia vida y refugiados en un viejo escenario familiar.
Dos hermanos sin teléfono
Nacho y El Colo son los dos hermanos cuyo transcurrir diario vemos en los primeros minutos de la obra. Uno, El Colo, escribe datos irrelevante un cuaderno, el otro, Nacho, quiere escuchar sus viejos discos...discuten. Están tensos pero tan unidos como un viejo matrimonio. Viven en la vieja casa familiar donde murió la madre. Y han creado costumbres, esas costumbres que la gente construye para huir del vacío. Así cuando un hermano va a trabajar a la ciudad, el otro pasea en bicicleta por el pueblo.
Las caras y el lenguaje corporal de Eloy Azorín y Santi Marín, nos hablan de rabia contenida, de conflicto, de contención de una tensión que tendrá que salir a la luz.
Costumbres, usos y rutinas que parecen absurdos cuando se ven desde fuera. Y eso es lo que ocurre cuando un día aparece la prima Mariana a la que dos personajes estuvieron unidos durante su adolescencia. Ella no puede comprender la vida actual de sus dos primos. La causa por la que no quieren salir de casa, o porqué el teléfono un día se averió y así sigue.
Se cuela un soplo de aire fresco
Mariana, encarnada por Fernanda Orazi -una actriz cuyo rostro refleja conflicto y ternura- irrumpe en la vida de ellos y desencadena todos los problemas, celos y desconfianzas que podemos imaginar. Es el único personaje con los pies en la tierra, el personaje con el que el espectador más se puede identificar porque ve lo mismo que él.
Pero Mariana también consigue que los hermanos bailen escuchando los viejos estándares estadounidenses que suenan en el tocadiscos, que salgan a la calle. Y cuando ellos vuelven a encerrarse en sí mismos y la rechazan les lanza la frase clave de esta historia: "aún son jóvenes, aún son un poco lindos, no se conviertan en viejos gateros". Cuando ellos le preguntan qué son "viejos gateros", ella les explica que se refiere a esos viejos que terminan viviendo en casas con olor a orín de gato.
No sabemos al final de la obra qué ocurrirá. En ese salón que se ha convertido en la única habitación en la que consiguen dormir, mientras preparan para dormir en sus respectivos catres, un hermano le cuenta a otro un cuento inspirado en La intrusa de Borges. La historia de dos hermanos muy unidos que compartieron a una misma mujer hasta que uno de ellos la mató. Cuando el asesino le confesó el crimen al otro, "Se abrazaron, casi llorando. Ahora los ataba otro círculo: la mujer tristemente sacrificada y la obligación de olvidarla."
El proceso de creación
En un breve viaje en taxi entre el Teatro Pradillo donde dirige los ensayos de Algo de ruido hace y las Naves del Español donde encarna a Darío en El viento en violín, Lautaro Perotti (Buenos Aires, 1974), nos explica la gestación de este montaje. El, miembro de Timbre 4, el grupo argentino dirigido por Tolcachir, es conocido en España por sus papeles en obras como La omisión de la familia Coleman.
Pensó en dirigir esta obra de Romina Paula aprovechando su estancia en Madrid. Contó con Fernanda Orazi, actriz argentina que no forma parte de Timbre 4 y con Santi Marín, un actor español joven pero ya con una experiencia teatral sólida. Eloy Azorín fue el último en incorporarse. Perotti le contó la historia, el proyecto durante un paseo por Madrid y él aceptó inmediatamente. Los tres son, según Azorín, "tres actores con ganas de investigar". De investigar y de no acomodarse para hacer un teatro en el que "no se muestre qué buenos son los actores· sino que nos permita espiar a través de una ventana, la historia de unos personajes de carne y hueso.