¿Por qué Twitter y Facebook nos sacan a la calle?
El Movimiento del 15M y toda la ‘spanish revolution’ organizada en torno a él es un ejemplo brillante de uso de redes sociales para lograr una movilización social de gran calado. Ahora que los acampados en tantas plazas empiezan a recoger los sacos de dormir, cabe preguntarse cómo han planteado esa estrategia de uso de las redes y las nuevas tecnologías.
Y también cabe preguntarse por qué estas herramientas logran estos resultados, casi siempre impensables para los medios informativos y las herramientas de comunicación clásicas. ¿Por qué nos ponen en pie las redes sociales y no los periódicos? ¿Qué resortes sociales accionan Facebook y Twitter para que la gente reaccione? ¿Es casual o hay una base científica detrás de estos cambios de comportamiento?
RTVE.es ha querido poner la lupa sobre estos fenómenos de comunicación. Desde el triunfo del presidente Obama a la Puerta del Sol, pasando por la ‘Primavera Árabe’, nos encontramos con un denominador común: el impulso que los movimientos populares encuentran en las herramientas de creación de tejido social en internet. Y, aunque Marck Zuckerberg, propietario de Facebook, se empeñe en decir que su red no es "necesaria ni suficiente" para poner en marcha una revolución, lo cierto es que últimamente está en todas. ¿Por qué?
Investigando el uso de las redes
El Centro de Investigación en Comunidad, Periodismo y Comunicación (CJCR) de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Austin, en Texas, es uno de los institutos pioneros en la investigación del efecto de las nuevas herramientas de la comunicación sobre la sociedad.
Al frente del CJCR está Homero Gil de Zúñiga, un investigador español que, junto con otros dos colegas, acaba de publicar un estudio en el que analizan el uso de medios sociales (como Facebook, Twitter o MySpace) para informarse y la relación que este hábito tiene con el capital social, el compromiso cívico y la participación política de los individuos.
Basado en una amplia y solvente encuesta y en una sólida y abundante bibliografía, el trabajo de Gil de Zúñiga y sus colaboradores profundiza en la influencia que los sitios de redes sociales tienen en la manera de informarse de las personas.
Buscan conexiones entre el consumo de noticias a través de las redes sociales y el refuerzo de las convicciones cívicas y la participación política, tanto on line como offline.
En definitiva, tratan de averiguar si informarse a través de estos medios sociales fomenta la aparición de lo que definen como capital social, un concepto que la doctrina académica define como los recursos disponibles en una red social, en este caso real, no virtual.
Son recursos a los que se puede acceder o se pueden movilizar a través de las conexiones y los lazos de esa red social. Es decir, el capital social sería la riqueza de valores, la conciencia colectiva, la capacidad de entendimiento y aprendizaje colectivo que llevaría a la aparición de una mayor confianza entre todos los miembros de la red social, la sociedad.
Gil de Zúñiga y los investigadores del CJCR han estudiado el consumo de noticias en redes sociales en Estados Unidos entre 2008 y 2009, todavía muy lejos de los estallidos sociales de este 2011. Y han descubierto algunos de los resortes que esconden los medios sociales para movilizar conciencias y actitudes cívicas.
Fuente de capital social
Sus datos demuestran que el uso de las redes sociales para informarse, para consumir noticias, incrementa de forma significativo el capital social. También muestran que las personas que se informan a través de estas herramientas tienen un mayor grado de compromiso cívico y participan más en los problemas de la comunidad. La participación política, tanto ‘on line’ como ‘off line’ también es mayor. A cambio, este efecto no se produce en personas que usan las redes sociales solo para actividades recreativas o de ocio.
Se produce, en palabras de estos investigadores, un ‘círculo virtuoso’ en el que las personas que se informan a través de las redes sociales de internet tienden a participar más y una mayor participación lleva a mejorar los comportamientos de búsqueda de información.
Los datos demográficos que han recabado explican, además, que los jóvenes, las minorías étnicas y las personas con bajos ingresos presentan una tendencia mayor a informarse a través de las redes sociales. Para los investigadores del CJCR, esto “podría ser un signo positivo para una democracia más sana, puesto que los ciudadanos menos privilegiados tienden a consumir menos noticias a través de los medios ‘on line’ y ‘off line’ más tradicionales”. De alguna forma, las redes sociales saltan esa barrera y permiten que la gente acceda más fácilmente a la información y, por tanto, se estimule ese círculo ‘virtuoso’.
El trabajo de Gil de Zúñiga y sus colaboradores asegura que se refuerza el argumento de los que piensan que las redes sociales son herramientas útiles para la democracia, enlazando con trabajos previos que decían lo mismo de medios como los blogs. “A corto plazo, las redes sociales proveerán información adecuada y relevante para revigorizar el proceso democrático”, asegura su trabajo.
Y, desde luego, en los últimos meses estamos asistiendo exactamente a eso, a la revigorización de la democracia en su versión más pura: la expresión directa de la voluntad de los pueblos. A caballo de las redes sociales, mucha gente empieza a pensar que las cosas están cambiando.
Mecanismos activadores de la reacción
Pero, ¿qué hacen las redes sociales de internet para que surja y prospere el capital social? Los investigadores del CJCR se hacen esta pregunta y añaden otras dos: en qué medida es diferente la información que los usuarios encuentran en las redes sociales y por qué tiene un impacto positivo en los comportamientos participativos.
Para contestar a estas cuestiones, apuntan a la forma en que se accede a la información en las redes. Cuando nos llega una noticia en Facebook, Twitter o Tuenti, por citar unos ejemplos, generalmente nos llega filtrada por alguien: un amigo, una institución a la que seguimos… Es decir, nos la recomienda alguien de quien nos fiamos. Su recomendación es, a menudo, más atractiva que la oferta editorial hecha por un medio de comunicación tradicional. Por tanto, el estudio apunta a que ese impacto informativo puede ser mucho más eficaz.
Al tiempo, el trabajo de la Universidad de Austin propone otra respuesta: las redes sociales ofrecen la posibilidad inmediata de discutir con nuestros amigos sobre las noticias: por ejemplo, en el muro de Facebook. Los investigadores creen que esta posibilidad incrementar el mecanismo de elaboración y reflexión con el que los individuos dan sentido a la información que reciben.
Por último, considera el estudio que las redes sociales ayudan a los usuarios a construir su identidad personal, puesto que les ofrecen canales para la retroalimentación interpersonal y la aceptación entre iguales, conceptos, una vez más, unidos al afloramiento del capital social
Los dos pasos, ahora más rápidos
Cuando hablan de intermediarios que filtran las noticias, los investigadores del CJCR están revisitando una de las teorías más interesantes de la comunicación social, la llamada ‘Teoría de los dos pasos’, expuesta por el estadounidense Karl Lazarsfeld hace más de medio siglo.
Frente a propuestas como la de la ‘aguja hipodérmica’, Lazarsfeld aseguró que las noticias emitidas por los medios de comunicación llegan a las masas a través del tamiz de unos individuos más cultos o mejor preparados que actúan como filtros.
Son los ‘influencers’, lo que se llama en español ‘líderes de opinión’. Son personas que actúan como redifusores de información en sus círculos sociales, en sus redes. Deciden qué es importante y qué no lo es en la oferta informativa. Y están en todos los ámbitos y en todos los estratos de la sociedad.
Son muchos los investigadores que, al analizar las redes sociales, recurren a la vieja teoría de Lazarsfeld. En las últimas semanas se ha publicado otro estudio que lo hace. Lleva la firma de Shaomei Wu, de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, y colaboran en él tres investigadores de Yahoo, el ya veterano buscador y portal web.
Su trabajo ‘Twitter, quién dice qué a quién’ se plantea cómo se desarrollan las relaciones de comunicación y, por tanto, las influencias y los filtros de información, dentro de Twitter, la red social de ‘microblogging’ que ha cobrado tanto protagonismo en los últimos acontecimientos.
Shaoemi Wu y sus colaboradores se plantean el análisis de los flujos de información dentro de Twitter y, en especial, cómo fluye la información que producen los medios de comunicación. Se plantean si las masas reciben en Twitter lo que los medios lanzan a Twitter o si, por el contario, hay un grupo de líderes de opinión que actúan como intermediarios y deciden qué circula y qué no circula por Twitter.
50.000 influyentes ‘tuiteros’
El trabajo, de gran complejidad, analiza unos 5.000 millones de mensajes emitidos entre 2009 y 2010, a lo largo de 223 días. Y, para filtrarlos, han tenido en cuenta cuatro grandes grupos de personas dentro de la red: celebridades (Barak Obama, Ladi Gaga, Paris Hilton…); medios de comunicación (CNN, New York Times); organizaciones (Amnistía Internacional, WWF…) y blogueros (BoingBoing, FamousBloggers, Gizmondo…) El trabajo se ha basado en analizar los mensajes que emite cada grupo y ver cómo se distribuyen.
También han estudiado las relaciones entre los miembros de cada grupo, de unos grupos a otros y de estos grupos a la masa de ‘tuiteros de a pie’.
Como parte del estudio, cuantificaron el grado en que los usuarios normales reciben información filtrada por otros frente a los que la reciben directamente de los medios. Descubrieron que incluso aquellos que recibieron en sus ‘time lines’ más de 100 urls de webs de medios de comunicación las recibieron filtradas por intermediarios. Esto muestra el altísimo grado de intermediación que se produce en la red. De hecho, calculan que la mitad de los mensajes que recibe un usuario han sido filtrados por otros antes de llegarle.
¿Y quién son esos intermediarios? Los datos del estudio muestran que son unos 500.000 usuarios los que filtran para el resto. Lo más sorprendente es que sólo un 4% de estos usuarios pertenece a la élite. El resto, son gente común y corriente, ‘influencers’ anónimos. Los investigadores considera que son personas más conectadas y expuestas a los medios de comunicación que sus ‘followers’.
Este argumento enlaza con la investigación del equipo de Austin, mostrando de nuevo la relación existente entre consumo de noticias, uso de redes sociales e influencia en la red y su capacidad para generar compromiso social y político.
Por otra parte, El trabajo también demuestra que los grandes grupos son muy poco dados a abrirse. Las celebridades siguen a celebridades, los medios siguen a los medios… Pero les cuesta mucho escuchar lo que dicen los usuarios comunes. En cambio, estos sí prestan atención a lo que dicen esos ‘tuiteros’ de alto rango.
De ahí que los mensajes y las urls que ponen en circulación los usuarios de élite circulen más y durante mucho más tiempo. Esto puede parecer normal, pero la diferencia encontrada es tan grande que los investigadores piensan que la fuente tiene mucho que ver en la persistencia del mensaje, y que su mayor o menor longevidad no depende sólo del contenido.
Esto nos lleva a la principal conclusión del trabajo de Shaoemi Wu: el 0,05% de los usuarios de Twitter, unos 50.000 en el momento de llevar a cabo el muestreo, producía el 50% de todos los mensajes y, por tanto, concitaba la mayor atención. El otro 99,95% de las cuentas se reparte el otro 50% del contenido y la atención, lo que habla de un muy bajo nivel de aportación. El dato es impactante y deja bien clara la importancia que puede cobrar en Twitter una fuente que maneje bien sus resortes y que sepa cómo llegar a los líderes de opinión que, después, amplificarán el impacto del mensaje.
Los movimientos del norte de África
Un trabajo académico español también ha trabajado en estas líneas expuestas y ha querido analizar lo que ha sucedido con las redes sociales en el norte de África. Lo firman María del Valle Carreras y Aránzazu Román, de la Universidad de Sevilla y se titula ‘Redes sociales y herramientas 2.0 en la revuelta de Egipto’.
Esta comunicación estudia la forma en que Facebook, Twitter y YouTube sirvieron como catalizador de las protestas en Egipto y concluye que estas herramientas “son más rápidas que los medios convencionales y, al mismo tiempo, más difíciles de controlar, multiplicando la relevancia de un movimiento de masas único en el mundo”.
Si combinamos esas características que describen las investigadoras de Sevilla a las que describen sus colegas estadounidenses, estamos ante un cóctel perfecto, herramientas de gran poder para informar a la gente, formarla y activarla socialmente. Es, por tanto, el inicio de un nuevo tiempo en los medios de comunicación de masas, especialmente en su vertiente de medios de comunicación social.