Otras crisis alimentarias que han mantenido en vilo a los consumidores
- El aceite de colza o el mal de las vacas locas son algunas de estas crisis
- El primero causó más de 4.500 fallecidos y el segundo, cinco en España
La crisis del pepino ha vuelto a demostrar que un alimento en mal estado puede llegar a ser una auténtica bomba de relojería. En España y en toda la Unión Europea hay controles férreos de todo lo que llega a la mesa. Aún así, hay ocasiones en las que el producto contaminado termina en los platos de los comensales. Tales son los casos de las vacas locas, el pollo con salmonella o el aceite de colza, o el último, la crisis del pepino.
La crisis del pepino
Hace unos días Alemania daba la alarma al detectar un aumento importante de enfermos con diarrea sanguinolenta debido a la bacteria Escherichia coli. Desde el 25 de mayo, hay más de mil afectados y han fallecido 15 personas. También ha muerto una persona en Suecia, y hay afectados en Dinamarca, Reino Unido, Holanda, Francia, EE.UU. y España, que viajaron recientemente a Alemania.
En los análisis para encontrar el origen de la intoxicación, Alemania apuntó al principio a unos pepinos contaminados procedentes de España como causantes de la infección, aunque ahora ha descartado que los productos españoles sean el origen.
El aceite de colza
La contaminación alimentaria más sonada en nuestro país fue la causada por el aceite de colza. En mayo de 1981 se detectó el primer caso de un afectado por este aceite. Un niño de 8 años de la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz fue la primera víctima mortal.
La causa de la intoxicación estaba en un aceite comprado en Francia, que se desnaturalizó con anilina para importarlo a España. Se vendió de manera fraudulenta como apto para el consumo humano cuando no lo era.
Resultaron afectadas 20.205 personas, de las que 4.537 fallecieron. Los que todavía viven sufren importantes secuelas como problemas crónicos como hipertensión, lesiones neurológicas y daños en el hígado, así como problemas digestivos y alteraciones analíticas.
Vacas locas
La encefalopatía espongiforme bovina (EEB) o más conocida como "enfermedad de las vacas locas" apareció primero en reses. Fue en el Reino Unido donde saltó la alarma al diagnosticarse por primera vez el mal en animales.
Diez años más tarde, en 1996, se detectaron los primeros casos en humanos, como una variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, un mal degenerativo cerebral que puede causar la muerte antes de un año. Algunos de sus síntomas son la demencia, alteraciones nerviosas o problemas de coordinación.
Desde entonces, esta enfermedad ha acabado con la vida de 219 personas en todo el mundo, la mayoría en Reino Unido y Francia. Les sigue España, que es el tercer país más afectado con cinco fallecidos: uno en Madrid, tres en Castilla y León y uno en Cantabria.
Según los expertos, la causa de esta enfermedad en las personas es el consumo de carne de vacuno y de otros productos derivados contaminados. ¿Y cómo se contaminan estos productos? El mal llegó a las vacas porque estas eran alimentadas con proteínas derivadas de rumiantes a través de harinas cárnicas que se producían con restos de tripas, tuétanos, médulas espinales y cartílagos y huesos de las propias reses.
Como medida para prevenir la EEB se estableció la prohibición de usar proteínas animales para la alimentación de animales destinados al consumo humano. Además, se sacrificaron millones de vacas.
En los años siguientes a su detección, el consumo de vacuno cayó en España hasta un 37 por ciento por la desconfianza generada. Por contra, el consumo de otras carnes subió enormente. Por ejemplo, el consumo de avestruz llegó a crecer un 618 por ciento.
La gripe aviar
En 1997 surgió el primer brote conocido en seres humanos de la llamada gripe aviar, una enfermedad que se transmitía de ave a ave, pero que saltó a los humanos que tenían un contacto prolongado con los animales enfermos. El primer caso se produjo en Hong Kong y hubo más, pero todos en Asia.
Hasta el momento no hay ninguna evidencia científica de que esta enfermedad se transmita a través de la alimentación, pues el virus se destruye al cocinar la carne ya que no resiste temperaturas mayores de 70ºC. Tampoco se ha registrado ningún caso de la enfermedad en pollos en Europa.
En la última década más de 250 personas han muerto en todo el mundo a causa de la gripe aviar, una cifra poco significativa si se compara con la gripe común que cada año se cobra la vida de medio millón de personas. Además, se sacrificaron millones de aves de corral.
Las dioxinas en el pollo
Esta vez el origen de la intoxicación alimentaria procedía de Bélgica y el alimento afectado, el pollo. En 1999, se descubrió que un empresario belga introdujo la dioxina en la cadena de alimentación belga al reciclar grasas y aceites con los que se fabricarían piensos para pollos que se vendió no solo en este país, sino también a otros países de Europa. También llegó a España.
Las dioxinas se utilizan en la elaboración de herbicidas que se aplican también en explotaciones agrarias, como campos de cereales, para eliminar las malas hierbas. Luego esos cereales se emplean en la fabricación de piensos. Las dioxinas producen procesos cancerígenos y pueden llegar a causar la muerte.
Aunque se desconoce cuál es la dosis necesarias para producir esos efectos, los estudios indican que la dioxina encontrada en el pollo belga no era tóxica para el ser humano. El problema de las dioxinas es más bien su consumo continuado, más que el consumo puntual de pollo contaminado.
A principios de este año, volvió a saltar la alarma con las dioxinas. En esta ocasión el mal procedía de Alemania y las dioxinas se colaron en las granjas de la misma manera que la vez anterior. Durante el curso de la alarma, 4.700 granjas alemanas cerraron, lo que ocasionó unas pérdidas de 60.000 euros semanales por explotación.
Pollo con salmonella
En 2005, los consumidores volvían a temer consumir pollo por un brote de salmonella que afectó a más de 2.000 personas de distintas comunidades autónomas españolas.
El origen de la contaminación estaba en unos pollos precocinados de la marca SADA. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, la contaminación podría haber sido provocada por una salsa que llevaba el producto.
Leche infantil china contaminada
En septiembre de 2008, más de 54.000 bebés chinos resultaron intoxicados y cuatro murieron por el consumo de leche adulterada, pero que no llegó a Europa. Los pequeños padecían insuficiencia renal grave. La intoxicación se produjo porque la leche contenía melamina, una resina sintética que se usa, por ejemplo, para dar consistencia a los tableros de conglomerados y que fue añadida a la leche como espesante por un mayorista.
En los niños, la melamina puede producir daños renales que si son agudos, pueden ser fatales. En los adultos, es menos dañina porque el riñón está más formado y puede expulsarla.
El escándalo de la leche adulterada se extendió a otros productos como helados y yogures. La leche contaminada se exportó a Gabón, Burundi, Yemen, Bangladesh y Birmania. Y aunque la leche no llegó a España, lo que si llegaron fueron otros productos que habían sido elaborados en China con la leche.
En Madrid, fueron incautados más de 600 alimentos de este tipo, sobre todo caramelos, y en la Generalitat de Valencia, se inmovilizaron más de 83.000 piruletas de chocolate.
Posteriormente, en 2010 volvió a saltar la alarma cuando la policía china incautó 103 toneladas de leche infantil en polvo contaminada con melamina.
Peste porcina
Se detectaron casos de peste porcina en España junio de 2001. Cataluña fue la región más afectada. Los productos porcinos españoles estuvieran vetados en varios países, lo que provocó unas pérdidas de 27 millones de euros en las exportaciones. Fueron sacrificados más de 100.000 animales.
La peste porcina es una enfermedad que afecta únicamente a los cerdos, por lo que no se transmite al ser humano. Aún así, se recomienda no comer carne de animales enfermos, aunque en principio no tiene ningún riesgo para las personas.