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Felicity Lott conquista el Teatro Real con una divertida selección de operetas de Offenbach

  • Formó una divertida pareja con el tenor francés Jean-Paul Fouchécourt
  • Interpretó con gran realismo a las heroínas de las operetas de Offenbach
  • Este sábado, se ofrece el mismo concierto en versión infantil

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Lott y Fouchécourt formaron una simpática pareja que dio vida con gran expresividad a los personajes de Offenbach.
Lott y Fouchécourt formaron una simpática pareja que dio vida con gran expresividad a los personajes de Offenbach.

Programa del concierto infantil del sábado 11 de junioPrograma del concierto infantil del sábado 11 de junio

Orphée aux enfers

Obertura

“Moi; je suis Aristée”

(Jean-Paul Fouchécourt)

La belle Hélène

Obertura

“On me nomme Hélène la blonde”

(Felicity Lott)

“C’est le ciel qui m’envoie”

(Felicity Lott y Jean-Paul Fouchécourt)

Le voyage dans la lune

Ballet de los copos de nieve

La Grande-Duchesse de Gérolstein

Obertura

“Vous aimez le danger... Ah! que j’aime les militaires”

(Felicity Lott)

“Dites-lui qu’on l’a remarqué”

(Felicity Lott)

La Périchole

“Ah! quel dîner je viens de faire!”

(Felicity Lott)

“On me proposait d’être infâme”

(Jean-Paul Fouchécourt)

“Tu n’es pas beau, tu n’es pas riche... C’est la vérité, dis?”

(Felicity Lott y Jean-Paul Fouchécourt)

FELICITY LOTT

Soprano

JEAN-PAUL FOUCHÉCOURT

Tenor

Orquesta Titular del Teatro Real

SYLVAIN CAMBRELING

Director

El concierto de este jueves, que comenzó con la obertura de La vie parisienne, opereta (u ópera bouffe) en la que Jacques Offenbach plasmó la vida del Paris contemporáneo en contraste con su pasado, indicaba por donde irían los tiros: sensualidad, picardía en las letras, humor y energía sinfónica arrolladora. En definitiva, la alegria de la música del compositor alemán más parisino de la historia de la música.

Esa alegría que unos días antes, Dame Felicity Lott (Cheltenham, 1947), había contado que le inunda al interpretar la música de Offenbach y que ella, además de la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por el francés Sylvain Cambrelling, (quien dirigirá también San Franciso de Asís de Messiaen este junio), consiguieron contagiar al público del Teatro Real que había acudido a esta cita del ciclo Grandes Cantantes.

El concierto ofreció algunas de las operetas más famosas de Jacques Offenbach (1819-1880), el compositor pero no su obra maestra final, la ópera Los cuentos de Hoffmann, cuya barcarola sí sono en los bises finales. Este sábado, se vuelve a ofrecer el mismo recital pero en una versión abreviada, destinada al público infantil.

Un recital muy teatral

En un recital en el que se interpretan pasajes sueltos de distintas óperas y operetas, a veces ocurre que la cantante, al carecer de apoyo escénico, interprete las piezas, sin entrar realmente en los papeles, como piezas sueltas que han perdido su sentido al ser extraídas de la obra original.

Todo lo contrario ocurrió en el concierto del jueves. Tras esa obertura de La vie parisienne, y después de que el tenor Jean Paul Fouchécourt interpretara los couplets del sastre de La fille du tambour mayor: “no hay nada más vaporoso que un sastre enamorado”, apareció espectacular Felicity Lott, con un traje largo rosa fucsia con escote bordado de plumas del mismo color. Pisó un escenario, en el que -como cuentan desde el departamento de comunicación del Teatro Real- se siente como en su casa.

Su desenvoltura, su gestualidad y su figura esbelta parecían proclamar la verdad de la letra de las dos melodías que interpretó en esta primera parte: On me nomme Hélène la blonde (me llaman Helena, la rubia) y “C’est le ciel qui m’envoie” (el cielo me ha enviado). Dos melodías de la opereta La belle Hélène, con la que Offenbach, recurriendo a la Grecia antigua caricaturizó la moral puritana de su época. Opereta que Felicity Lott interpretó y grabó, hace ya diez años a las órdenes de Marc Minkowski.

Tras la obertura de la La Grande Duchesse de Gérolstein, ahora con traje chaqueta negro de corte militar, Felicity Lott afrontó la segunda parte del concierto. Y aquí, investida de toda la personalidad de esa duquesa de un reino imaginario pasó revista a sus tropas y proclamó su amor por los militares y por todos sus detalles (uniforme, mostacho y plumero), en “Vous aimez le danger…Ah! que j’aime les militaires”.

Después, la Orquesta Sinfónica de Madrid interpretó la Obertura de Orfeo en los infiernos, que incluye el famosísimo y pegadizo can-can.

Una gran actriz

Tras ella, nueva y última aparición de la soprano británica. Ahora con una tenue tan vaporosa como el amor del sastre que cantó Fouchécourt en su primera intervención. Negro, recto con tirantes y con un chal de gasa, plagado de rosas…como no, de nuevo fucsias. Y entró en escena haciendo eses, zizgaguando para cantar el aria de la borrachera “Ah! quel dîner je viens de faire”, de La Périchole. Tras los aplausos, volvió junto a la orquesta y tuvo que ser sujetada por el director de orquesta, ante un público encantado con las dotes cómicas de la cantante.

Con mucha complicidad con Fouchécourt, interpretó Lott los pasajes más conocidos de esta opereta ambientada en Perú cuyo nombre hace referencia a la amante del virrey de Perú (“la cholita”).

En el aria del tercer acto con Piquillo, pudimos oír como Lott advertía a su acompañante (la cabeza de Fouchécourt llega a los hombros de la altísima Lott): “no eres guapo, no eres rico, el talento ni lo conoces”. Pero la historia de amor tiene final feliz; agachándose para estar a su altura también le dijo “pero te quiero bribón”. Y Felicity Lott y Jean Paul Fouchécourt sellaron su idilio con un beso, no un beso de cine, sino lo que llamaríamos un “piquito”

Mientras aún sonaban los aplausos, con parte del público en pie, dos asiduos al ciclo resumían así sus impresiones sobre un concierto en el que, sin restar importancia al papel de la orquesta o un tenor muy expresivo pero no sobrado de voz, la única protagonista fue Felicity Lott

“Aunque en algunos momentos su voz ya delata la edad, está claro que tiene muchísimas tablas, mucha técnica y una gran expresividad”, comentaba un profesor universitario que aseguraba que este concierto había sido el mejor de todo el ciclo organizado por el Real. “Una gran dama, una señora, en todos los sentidos”, concluía otra asistente habitual al ciclo Grandes Cantantes.