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Cameron diluye su reforma de la sanidad británica ante la presión del sector y sus socios liberales

  • El primer ministro británico dice que admite que no tenía la razón
  • Clegg había hecho de la modificación del proyecto original su caballo de batalla
  • El proyecto fomentaba la competitividad y daba más papel a los médicos
  • El colectivo decía no estar preparado y los británicos temían una privatización

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El primer ministro británico, junto a su ministro de Sanidad y el viceprimer ministro escuchan a un doctor y una enfermera.
El primer ministro británico, junto a su ministro de Sanidad y el viceprimer ministro escuchan a un doctor y una enfermera.

El primer ministro británico, David Cameron, se ha visto forzado a presentar una versión diluida de su reforma del Servicio Nacional de Salud después de que las quejas de médicos y pacientes haya provocado una fuerte división en el seno de la coalición de Gobierno británico.

"Creo que en política debes ser los suficientemente grande como para admitir cuando no tienes razón y eso es exactamente lo que he hecho", ha declarado el primer ministro este martes en referencia al borrador de ley que había provocado graves preocupaciones entre los pacientes de que no tendrían acceso libre a un médico y que los hospitales podrían ser desmantelados.

"Creo que hemos hecho un buen trabajo en los últimos meses para pararnos, escuchar y devolver a la mesa un proceso de reforma por el que una enorme cantidad de gente se ha preocupado tan apasionadamente, incluyendo pacientes y grupos profesionales", ha declarado Cameron en un hospital londiense.

Temor a la privatización

El gobierno conservador-liberal ha dado este paso tan inusual de paralizar su propia legislación de reforma, uno de los puntos básicos de su programa y que había empezado su tramitación en el parlamento después de que importantes 'lobbys' de la salud y los propios liberal-demócratas, los socios minoritarios de la coalición, pidiesen una serie de modificaciones.

El ministro de Sanidad, el conservador Andrew Lansley, 'padre' del proyecto original, ha adelantado que el Gobierno ha aceptado todas las modificaciones básicas propuestas por un grupo de expertos el pasado lunes.

Los expertos piden más controles a la competencia que se introduce en el sistema sanitario y un ritmo más lento en el cambio en el sistema.

Para la oposición laborista la propuesta original de los conservadores ha sido "demolida", aunque Cameron ha negado que sea "un giro humillante" y ha defendido que los "fundamental" se mantiene.

La controversia se había centrado en particular en el papel más importante que se le da el sector privado, aumentando los temores de una privatización progresiva del sistema sanitario y la transferencia prevista de la gestión del presupuesto de salud a las asociaciones de médicos de cabecera.

En 2013, estas asociaciones deben manejar el 80% del presupuesto, un papel que muchos médicos no quieren y parael que dijeron no estar capacitados.

Clegg sale reforzado

"El gobierno dijo no al dogma del libre mercado",  ha asegurado victorioso Nick Clegg, el viceprimer ministro y líder de los liberal demócratas, que había hecho del cambio de esta reforma uno de sus caballos de batalla.

El Gobierno, acosado por fuertes tensiones, ha prometido mayores salvaguardias contra de la privatización y la regla de "todo mercado" para evitar que los grupos privados clasifiquen a los pacientes y elijan sólo a los más rentables.

La autoridad reguladora que se creará no solo fomentará la competencia, sino también protegerá los intereses de los pacientes.

Otro cambio notable es que las asociaciones de médicos de cabecera serán apoyados por profesionales de la salud y consultores y la fecha objetivo de 2013 se ha eliminado y asumirán las responsabilidades "cuando estén listos".

"Tenían miedo de ver la privatización por la puerta de atrás. Nos hemos asegurado de que esto es imposible", ha defendido Nick Clegg.

Y es que el plan de reforma del Servicio Nacional de Salud (NHS) había provocado preocupación social al ser visto por una buena parte de la población como un intento de privatizar la sanidad.

Una encuesta reciente de la empresa ComRes reflejaba que solo uno de cada cinco británicos consideraba que la salidad pública estaba segura en las manos de Cameron y el líder de la oposición laboristas, Ed Miliband, había acusado al Gobierno de presionar para realizar una "reorganización burocrática" que costaría a los contribuyentes millones de libras.

Downing Street quiere ahorrar 20 millones de libras de aquí a 2015 en el presupuesto para mantener los niveles de cuidado en una población en envejecimiento que requiere tratamiento más caros.

"Fracasar en la reforma ahora podría suponer un agujero más y más grande en el presupuesto", ha advertido Cameron.