Anwar, a punto de ser desahuciado: "Tuve que elegir entre pagar o comer"
- Anwar compró la vivienda en plena burbuja inmobiliaria
- El desalojo se frenó por el enorme cordón humano que ocupó la calle
- Su abogado interpondrá un recurso de amparo Constitucional
Anwar llegó a Madrid hace casi veinte años. Dejó atrás Baalbeck, una pequeña ciudad situada al este del Líbano y decidió comenzar de cero en otro lugar. "Las cosas estaban feas en mi país, quería marcharme para prosperar". Aquí conoció a su mujer y tuvieron una niña, una adolescente a día de hoy.
Este libanés de 55 años nos abre las puertas de su casa, sobre la que pesa ahora una orden de desahucio. Anwar, con una sonrisa triste, nos ofrece un zumo haciendo alarde de su hospitalidad. Está contento porque, gracias al apoyo de cientos de ciudadanos, podrá dormir bajo techo. Se consiguió frenar el desalojo que tantas horas de sueño le han quitado a él y a su familia.
Y es que ayer, más de un centenar de personas se congregaron en su calle, ocuparon el edificio, y formaron un cordón humano para impedir la entrada a la comisión judicial encargada de entregarle la notificación de desahucio. Esta mañana los 'indignados' han logrado parar otros dos desalojos: en la localidad madrileña de Parla y en Palma de Mallorca.
"Te sientes grande con esta gente. Viene a ayudarte de corazón a cambio de nada, y mira, hemos podido detenerlo", dice Anwar conmovido. Ahora espera encontrar una solución y que no regrese la comisión judicial porque no tienen dónde ir.
“Si pudiera retroceder, no volvería a pedir una hipoteca“
Anwar lleva siete años viviendo en este domicilio, los dos primeros en alquiler y posteriormente, en el año 2006, inició la compra del inmueble. Aunque es panadero de profesión, por aquella época trabajaba para un negocio de ropa en Internet: "Mis ingresos iban aumentando y me aventuré a pedir una hipoteca. Si pudiera retroceder, no lo volvería a hacer".
Las cosas comenzaron a ir mal en su trabajo y Anwar emprendió un nuevo negocio: montó un obrador para la repostería de dulces árabes. La situación no mejoraba, la crisis apretaba fuerte y no tuvo otra opción que pedir un préstamo al banco. Cada vez más deudas y menos ingresos. Cerró su pequeña fábrica y abrió una panadería de menor dimensión. Pero no remontó.
Su principal preocupación: el futuro de su hija
"Llegó un momento en el que tuve que elegir entre comer o pagar, y opté por la primera opción". Los intereses aumentaron y con ellos la desesperación que invadía a la familia de Anwar.
La presión bancaria llevó su caso a los tribunales, y justo hace un mes recibió una orden de desahucio que le exigía el abandono de su vivienda. Una vivienda que perdía mientras que la deuda se mantenía.
Su mujer, por medio de un programa de televisión, contactó con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. "Nuestros ánimos mejoraron, estábamos más tranquilos" -explica Anwar- "Y hay gente peor que yo. Tengo un compañero que le van a quitar su casa y solo le faltan por pagar 40.000 euros. Hay historias increíbles".
Con una hipoteca de 35 años, Anwar debe más de 200.000 euros al banco. Ahora su piso está vendido a una entidad financiera por la mitad del precio del que él lo compró. No encuentra trabajo a pesar de su empecinamiento en buscarlo. No sabe dónde van a ir. Y lo peor: le preocupa no darle un buen futuro para su hija.
"Es una cuestión de derechos humanos"
Su abogado, Rafael Mayoral, argumenta que nos encontramos con un problema de derechos humanos: "Las ejecuciones hipotecarias son dramas invisibles que se están transformando en indignación. No es admisible que la gente se quede en la calle y que los servicios sociales de las administraciones públicas no estén tomando medidas urgentes".
Mayoral ve incomprensible que se siga protegiendo la especulación inmobiliaria y que haya una situación de "absoluta impunidad": "Ahora los tribunales de justicia están cometiendo situaciones de injusticia. No se puede consentir ningún desalojo si no hay una alternativa habitacional", matiza. Su próxima acción legal será interponer un recurso de amparo al Constitucional.
“Ahora los tribunales de justicia están cometiendo situaciones de injusticia“
La hija de Anwar, de 15 años, tenía un examen el día del desalojo. "Ella es fuerte", cuenta su padre. ¿Y tú?, le preguntamos. "Yo lo intento, tengo fe. Sé que saldremos adelante, a pesar de las dificultades, lo que necesito es un poco de tiempo".
Suena el timbre y Anwar piensa por un momento que quizá sea el secretario judicial que le obligue a salir de su casa. El miedo está latente, aunque no por ello pierde la esperanza.