Antonio López, hiperrealismo, magia y misterio
- El pintor de Tomelloso estuvo muy influenciado por su tío
- Sus obras son caras porque produce poco
Antonio López es el máximo representante del hiperrealismo español, pero hay quien afirma que esta definición resulta fría e incompleta para una obra llena de magia y de misterio.
El futuro artista nació en Tomelloso (Ciudad Real) en 1936 y durante algún tiempo estudió en un seminario hasta que su tío, el pintor Antonio López Torres, convenció a sus padres para que le dejaran trasladarse a Madrid. Con solo 13 años, Antonio López se instala en una pensión de la Gran Vía y estudia primero en la Escuela de Artes y Oficios y luego en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Allí conocería a artistas como Amalia Avia, Lucio Muñoz, los hermanos Julio y Francisco López y María Moreno, que luego se convertiría en su mujer.
Desde muy joven conecta con el arte antiguo, sobre todo con la Grecia clásica a través de un museo de reproducciones que había en la capital al que iba a dibujar incansablemente. Vivió luego una etapa marcada por los pintores del Quattrocento y posteriormente por el surrealismo.
En 1951 expone en Tomelloso y en 1957 presenta su primera individual en el Ateneo de Madrid. A mediados de los sesenta expuso por primera vez en Nueva York y en 1970 se convirtió en artista exclusivo de la galería Marlborough.
Las obras de Antonio López son caras porque produce poco. En 2008 el óleo Madrid desde Torres Blancas fue vendido por 1.744.000 euros y se convirtió en la obra de arte más cara de un artista español vivo.
Su última retrospectiva en nuestro país fue la del Reina Sofía en 1993, y estuvo precedida por la polémica debido a la poca atención que el museo dedica al realismo en su colección permanente. La exposición fue visitada por trescientas mil personas y volvió a mostrar que le aprecia más el público que cierta crítica de arte.
La realidad que le rodea
A Antonio López le gusta pintar la realidad que le rodea: la ciudad, la familia, los amigos, los objetos y le cuesta mucho dar por terminada una obra. Insiste y se deja la piel en cada cuadro y en cada escultura, hasta que consigue capturar la cara oculta de las cosas.
Lleva muchos años trabajando en un retrato de la Familia Real que no concluye porque, aparte de la dificultad de componer una escena con varias figuras, no tiene claro -dice- cómo hay que representar a los reyes en nuestros días.
Antonio López es a los 75 años un hombre menudo, fibroso, con el rostro cincelado por el tiempo. Y sigue siendo austero, sencillo, libre y con ese sentido de la fidelidad que le lleva cada otoño a querer pintar el membrillero de su jardín.