El oso pardo modifica sus costumbres para huir de su mayor amenaza, el hombre
- La tasa de mortalidad de la especie provocada por los humanos es muy alta
- Los animales se vuelven nocturnos y ocupan zonas mucho más boscosas
Oso pardo (Ursus arctos)
El oso pardo se encuentra en peligro de conservación en la cordillera cantábrica, aunque su estado es menos preocupante en los bosques europeos, Asis y America del Norte. Su longevidad es de 25-30 años y sus colore pueden variar entre el marrón muy oscuro y el dorado claro. Su sentido de la visión no está muy desarrollada, pero su oído y su olfato son extremadamente agudos. En función de la especie pueden pesar entre 100 y 675 kilos.
Las actividades humanas inducen altas tasas de mortalidad y molestias a muchas poblaciones animales. Una de las que más lo sufren es la del oso pardo (Ursus arctos) en Europa.
Para evitar la presencia de las personas, estos animales alteran sus patrones de movimiento y el uso del hábitat en áreas con actividades estacionalmente intensas, como las estaciones de esquí.
"En un mundo tan humanizado, el hombre se ha convertido en un predador universal", asegura Andrés Ordiz, autor principal e investigador en la Universidad noruega de Ciencias de la Vida y en la Estación Biológica de Doñana (CSIC), según recoge SINC.
Además de reducir de forma drástica el uso de esas áreas, los osos se vuelven más nocturnos y transitan áreas con mucha cobertura forestal como refugio. "Reducen de este modo el contacto con las actividades humanas", recalca Ordiz.
“En un mundo tan humanizado, el hombre se ha convertido en un predador universal“
Para demostrar si los osos huyen realmente de las personas, los investigadores equiparon a 22 ejemplares (17 machos y 5 hembras) con collares rastreadores y analizaron el grado de cobertura vegetal de 440 lugares de descanso (encames) en Suecie.
El estudio, que se ha publicado en la revista Oecologia, confirma que los osos eligieron "específicamente" los puntos con vegetación más densa para descansar.
Según el investigador, los encames diurnos tenían más cobertura vegetal que los nocturnos, y los de verano-otoño estaban más ocultos que los de primavera. Los osos se alejaron además de los pueblos en el periodo de verano-otoño, cuando tiene lugar la época de caza de diversas especies.
Predador convertido en 'presa'
Los científicos sugieren que los osos son capaces de discernir el riesgo creado por el hombre a una escala temporal "muy fina", estacional y diaria. "Han desarrollado, como 'presas', un fino comportamiento anti-predatorio", apunta Ordiz.
La hora del día y la distancia a los pueblos son las variables más influyentes en el grado de cobertura de los encames. "En la latitud boreal donde se desarrolló el estudio había luz casi 24 horas en verano, pero la actividad humana se ceñía al día, y en esas horas los encames estaban más ocultos que por la noche".
“Los osos han desarrollado, como presas, un fino comportamiento anti-predatorio“
Los osos eligieron también una cobertura vegetal mayor si el encame estaba próximo a los pueblos que si estaba más alejado. Los investigadores otorgan gran importancia a la cobertura forestal "para que los grandes carnívoros puedan sobrevivir en áreas humanizadas de la Europa de hoy en día".
Como los úrsidos pasan muchas horas diarias descansando y eligen lugares muy específicos, el equipo propone que se minimice el acceso humano a áreas con mucha densidad boscosa y a zonas escarpadas para evitar el contacto entre grandes carnívoros y humanos.