Centenario Bernard Herrmann: un maestro de la música en el cine
- Introdujo en Hollywood la música vanguardista de su época
- Fue autor de las bandas sonoras de muchas películas de Hitchcock
- Trabajó también junto a Orson Welles y Scorsese
Este año nos trae en su recuento de efemérides el centenario del nacimiento de un gran músico del siglo XX, que encontró en el cine su mejor vehículo de expresión. Nacido el 29 de junio de 1911, el norteamericano Bernard Herrmann fue un músico plenamente inmerso en la vanguardia de su tiempo, que introdujo en el mundo de Hollywood, hasta entonces dominado por un lenguaje musical postromántico en sus grandes partituras incidentales, conceptos y estructuras de la música contemporánea de la época.
Debut inmejorable
Formado en Nueva York, amigo de compositores como Charles Ives o Aaron Copland, Herrmann tuvo un debut inmejorable en el cine de la mano de Orson Welles, al que había conocido y con el que había colaborado en la radio. La banda sonora de Ciudadano Kane es un trabajo de referencia en la historia de la música cinematográfica, que reflejaba la perfecta complicidad de Welles y Herrmann, aunque ambos solo volverían a colaborar en The Magnificent Ambersons (en España El Cuarto Mandamiento), y en ese caso lamentablemente con todas las complicaciones de una película que marcó el principio de los continuos desencuentros de Welles con el sistema de producción cinematográfico en Norteamérica.
Nadie quedó contento con el montaje de la película, y tampoco Herrmann , pero su carrera en Hollywood ya estaba brillantemente iniciada, y así continuó trabajando con otros grandes directores en proyectos que fueron cimentando su fama, desde Jane Eyre hasta El fantasma y la señora Muir.
La etapa más fructífera
Sería sin embargo en 1951 cuando el autor comenzaría su etapa más fructífera, gracias en buena medida al cine fantástico y de ciencia ficción, un género que le permitiría innovar sin ningún tipo de trabas el lenguaje musical cinematográfico, y mostrar su buen conocimiento de la creación de vanguardia experimentada a lo largo de la primera mitad del XX y sus aplicaciones al medio audiovisual. Fue en ese año cuando recibió el encargo de realizar la partitura para Ultimátum a la Tierra, de Robert Wise, hoy en día un film de culto por muchas circunstancias, desde el diseño de la nave y del robot hasta la música de Herrmann, que marcó para siempre el género de películas de platillos volantes con su utilización del theremin.
No es que fuera la primera vez que aparecía en el cine este instrumento, pionero en la electroacústica, pues ya había sido utilizado en Europa brevemente por Shostakovich en la cinematografía soviética, y posteriormente en Hollywood por Miklos Rozsa, sobre todo en Recuerda de Hitchcock , pero su marcado protagonismo, con el inolvidable glissando inicial del film, haría que este instrumento se afianzara como el único sonido posible para una ciencia ficción que iniciaba sus años dorados.
Y junto a él, una conjunción tímbrica muy lograda, con pianos, abundante percusión, instrumentos de metal, así como algunos de cuerda amplificados electrónicamente. El resultado es hoy en día ya historia del cine, como posteriormente en el terreno fantástico lo serían sus colaboraciones en las películas del mago de los efectos especiales Ray Harryhausen, con partituras tan logradas como Jason y los Argonautas. Un género en el que hasta el final siguió demostrando su maestría, y basta recordar simplemente la música para Farenheit 451 de Truffaut.
De Hitchcock a Scorsese
Para Herrmann, verdadero músico de su tiempo, la orquestación era un aspecto esencial de la composición, que en modo alguno se podía dejar en manos de ayudantes, como había ocurrido muchas veces en el mundo de los grandes estudios de Hollywood. Su música pertenecía por lo tanto ya al concepto del siglo XX, donde el timbre, la cualidad del sonido, es un elemento tan significativo como cualquier otro parámetro musical.
Y naturalmente no se puede olvidar el aspecto quizás más conocido por el público en su extensa y brillante carrera: su colaboración con Alfred Hitchcock, iniciada en ¿Pero quién mató a Harry?, que dio como resultado algunas de las más alabadas partituras cinematográficas.
Hoy en día hasta los niños que nunca han visto Psicosis identifican claramente la música que acompaña a la antológica escena del asesinato en la bañera con el sonido del terror psicótico. Herrmann se inspiraba en los aspectos más insospechados de las ideas de Hitchcock para realizar estas brillantes partituras: en Con la muerte en los talones la descripción que el director hacía de Cary Grant, al que imaginaba moviéndose en el film con la gracia de una bailarín de danza española, le sirvió para utilizar aspectos hispánicos en su famosa Obertura, eso sí, empleados de tal forma que tienes realmente que conocer esta clave para notarlos.
En Psicosis la utilización valiente del blanco y negro por parte de Hitchcock le llevó a decidir realizar la música solo para orquesta de cuerda, sin ningún otro instrumento, para dejar en ella claro todo lo que se podía hacer con esa conjunción instrumental.
Y lo que es aún más curiosa es su colaboración en Los Pájaros, donde figura como supervisor de una banda sonora que es un perfecto ejemplo de arte sonoro en el cine, ya que en ella podemos considerar que se realiza música electroacústica que maneja conceptos del paisaje sonoro, con sonidos además de síntesis realizados por los pioneros de la música electroacústica Oskar Sala y Remi Gassman a través del trautonium, instrumento impulsado firmemente por el primero.
Con ello se interesaba Herrmann claramente ya en conceptos de la vanguardia de la segunda mitad de siglo. Poco tiempo después Cortina Rasgada marcaría el desencuentro de estos dos grandes creadores, al ser rechazada la partitura compuesta por Herrmann para sustituirla por una mucho más comercial y también más anodina. Era un aviso de la ola de banalidad que amenazaba en la industria cinematográfica, más pendiente de los resultados económicos que de la expresión artística. Pero la admiración de los nuevos maestros, que ya sabían que Herrmann había marcado senderos por los que el cine como arte sonoro había transitado en las últimas décadas en más de un género, marco los últimos años del compositor, que se despidió del cine y de la vida con Taxi Driver, de Scorsese, de nuevo la lección de un maestro.
Esperemos que este año de conmemoración sirva para conocer también mejor sus partituras no cinematográficas,en la que destaca su ópera Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas), basada en el gran clásico de Emily Brontë, para algunos su gran obra maestra, y en su conjunto para que el público conozca mejor a un compositor que gracias a su creación cinematográfica ocupa ya un puesto en la historia de la música del siglo XX.