Jaime Hernandez recopila sus trabajos post 'Love & Rockets' en 'Penny Century'
- Es un dibujante crucial en el cómic de los últimos 30 años
- "Necesitaba algo que me diera libertad absoluta", asegura
Figura crucial en el cómic estadounidense de los últimos treinta años, Jaime Hernandez regresa a las librerías con Penny Century (La Cúpula), una recopilación de las historietas creadas por el autor tras el primer cierre de la revista Love & Rockets.
En 1996, tras catorce años de presencia ininterrumpida en el mercado editorial, los hermanos Jaime, Beto y Mario Hernandez echaron la persiana de su famosa publicación, que había marcado un antes y un después en el desarrollo del cómic independiente.
Lejos de quedarse de brazos cruzados, Jaime dibujó nuevas historietas de los personajes que había lanzado a la fama en L&R. Tal era el caso de las protagonistas de la serie Locas, Margarita "Maggie" Chascarrillo y Esperanza "Hopey" Glass, a las que se sumarían personajes secundarios como Beatriz Penny Century Garcia.
Relatos publicados entre 1996 y 2002
"Más allá de mantener con vida a mis personajes, no tenía ninguna estrategia preestablecida. Tener más espacio para trabajar me permite respirar mejor y crear historias más seductoras", explica Hernandez acerca de los relatos que, publicados entre 1996 y 2002, se reúnen ahora en Penny Century.
El libro arranca con Whoa Nellie!, una historia consagrada a la lucha libre, deporte que Hernandez ha seguido con pasión a lo largo de toda su vida. En las viñetas se dilucida el enfrentamiento personal de Xochitl Nava y Gina Bravo, dos amigas a las que el destino enfrenta en un combate por el título.
"Necesitaba hacer algo que me diera libertad absoluta tras el agotamiento de L&R. En los tres primeros números, la serie trataba únicamente sobre combates de lucha libre, sin historia real. Era una oportunidad para ejercitar mis músculos y orquestar una pelea sin recurrir a los superhéroes", recuerda Hernandez (Oxnard, California, 1959).
"Los personajes se hicieron con el control"
"Sin embargo, al igual que ocurre con todas mis historias, los personajes se hicieron con el control y me ordenaron lo que tenía que hacer", añade el dibujante, que ha sabido construir una serie de universos tan singulares como realistas, casi siempre trabajando desde la aparente sencillez del blanco y negro.
"Adopté el estilo con el que crecí, el clásico del cómic americano entre las décadas de los cuarenta y los sesenta. Sentía que podía reflejar cualquier cosa que se me pasara por la cabeza. Siempre he considerado que los géneros y subculturas de mis cómics eran lo suficientemente interesantes, así que no requerían ningún estilo elegante o ruinoso para llamar la atención", analiza.
Tras el empacho de "wrestling", Hernandez ofrece viñetas tan sugerentes como "Maggie and Hopey color fun", la estremecedora "Chiller" o la historia de niños cabezones "Home school", ejemplos de la capacidad única del ilustrador para capturar la esencia del ser humano, sobre todo del femenino.
"He aprendido a amar a las mujeres"
Aunque la figura de la mujer ha sido una constante en sus obras comiqueras, Hernandez confiesa que nada de esto le ha servido para desentrañar los misterios de la mente femenina. "Lo he pensado muchas veces: así es como he conocido y aprendido a amar a las mujeres, y creo que lo prefiero", señala.
En un pequeño (o enorme) ejercicio de nostalgia, el dibujante recuerda sus inicios en el mundo del tebeo, indisolublemente ligados al nacimiento de Love & Rockets. "Mario, Beto y yo queríamos hacer cómics a nuestra manera, así que en lugar de intentar cambiar el 'mainstream', imprimimos nuestras propias historietas con muy pocos recursos", evoca.
"Aquello ocurrió en 1981 y solo teníamos la esperanza de ganar un poco de dinero. En esa época no había alternativas a la gran industria, pero (la editorial) Fantagraphics acababa de comenzar un proyecto para publicar tebeos que estuvieran fuera de los canales comerciales. Consiguieron una copia de nuestra revista y nos eligieron. El resto es historia", sentencia.