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Sudán del Sur, un país que empieza de cero

  • Es el primer Estado africano que nace en el siglo XXI
  • La sombra de la guerra aún planea sobre Sudán

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Niños de Sudán del Sur interpretando su danza tradicional como parte de las celebraciones de la independencia
Niños de Sudán del Sur interpretando su danza tradicional como parte de las celebraciones de la independencia.

Un nuevo país echa a andar. Sudán del Sur, independiente del norte desde este sábado, se enfrenta a un futuro en el que, más que mucho, queda todo por hacer.

Según constatan varias ONG, la pobreza en este territorio de más o menos igual tamaño que la península ibérica es extrema. Los índices de desnutrición, alarmantes. Y las condiciones sanitarias, extremadamente precarias.

A pesar de que este 9 de julio será el último Estado del mundo en nacer y también uno de los últimos en la lista de desarrollo económico, en Juba –la capital de Sudán del Sur– hace tiempo que es imposible no percibir las ganas de la gente de emprender un nuevo camino. Pero –eso sí– esta vez, solos.

Racismo del norte hacia el sur

“Muchos ciudadanos del sur odian a los de norte; entre otras muchas cosas, porque desde el norte iban al sur a buscar esclavos”, cuenta a RTVE.es Jamal Mahjoub, escritor anglo-sudanés que está escribiendo su último libro, que trata sobre lo que ha pasado en Sudán en los últimos años.

“Pero es que, además, los del norte son muy racistas con los del sur, y piensan de ellos que no son verdaderos africanos. Nunca les han tenido simpatía, porque los del norte somos musulmanes y los del sur, cristianos”, explica.

Al margen de las diferencias que tanto les distancian, algunos de los muchos desafíos que tiene por delante Sudán del Sur son la elaboración de una Constitución, la gestión de los muchos recursos naturales que tiene y el reparto de los ingresos procedentes del petróleo. Tarea complicada esta última aun teniendo en cuenta que el 80% de las reservas de todo Sudán está en el sur.

"¡Petróleo! La mayoría de la gente ni lo vemos..."

“¡Petróleo!”, exclama Mahjoub. “El petróleo siempre acaba en manos de unos pocos. La mayoría, ni lo ve”, comenta.

Pero este profesor de madre inglesa y de padre sudanés –y que pasó su infancia en Jartum– está convencido de que el mayor reto no es ni el petróleo ni las leyes ni los recursos naturales. “Lo más difícil es que ahora los del sur tienen tantas etnias que no se van a entender. La unidad en el mismo Sudán del Sur es también muy complicada de alcanzar”, pronostica.

Sobre el terreno, mientras ya se va haciendo frente a los retos, en Juba, sobre todo, se siguen asfaltando carreteras, se adecenta el aeropuerto, se construyen casas a destajo y se intenta lavar como sea la cara a este país surgido del tratado de paz firmado en 2005 que puso fin a 21 años de guerra civil.

“El acuerdo de paz de 2005 era la última oportunidad para hacer posible la unidad del país, pero ni el norte ni el sur han querido que sea así”, argumenta Mahjoub.

50 años de conflicto entre el norte y el sur

Fue precisamente este acuerdo el que hizo posible que el pasado mes de enero el 98,8% de los sudaneses del sur votara a favor de la separación del norte, dejando atrás 2 guerras civiles: una, entre 1955 y 1972; y otra, la que empezó en 1983 y acabó hace 6 años. Dos millones de personas perdieron la vida en esta última.

Pero la sombra de la guerra está lejos de desaparecer. Las disputadas zonas de Abyei y Kordofán del Sur siguen sangrando a pesar de los pactos alcanzados en junio entre el Gobierno de Jartum –que ya ha reconocido a Sudán del Sur– y el Movimiento Popular de Liberación de Sudán, que gobierna en el sur.

Uno de los acuerdos que se firmaron consistió en la desmilitarización de Abyei –zona fronteriza entre el norte y el sur que ocuparon las tropas de Jartum en mayo– y en permitir el despliegue de una misión de paz formada por 4.000 militares etíopes respaldados por la ONU.

Aun así, no las tienen todas consigo. "Esperemos que el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, en quien mucha gente confía, logre que la paz resida en este nuevo país", dice esperanzado Mahjoub.

Nadie sabe si lo hará. De momento, la ONU ha aprobado la creación de una nueva misión de paz en  Sudán del Sur, que estará dotada de 7.000 cascos azules.