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Juana Ortega, madre de Antonio Meño, hubiera preferido "sentar en el banquillo" a los culpables

  • En 1989, Antonio Meño quedó en coma durante una operación de estética
  • Los padres pasaron 522 días en una plaza en señal de protesta

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Un millón setenta y cinco mil euros de indemnización no sufraga el dolor de los padres de Antonio Meño, un paciente que continúa en coma después de dos décadas tras una rinoplastia, un operación de estética de la nariz.

En el programa En días como hoy, de RNE, su madre Juana Ortega ha reiterado que sienten que han vendido su dignidad y a su hijo, pero que no tenían fuerzas para seguir litigando otra década, como aventuraban sus abogados. El dinero piensan dedicarlo a que puedan seguir sus cuidadados una vez que ellos falten.

La madre de Antonio considera que el dinero no repara moralmente su dolor y que le hubiera gustado que el caso hubiera acabado con el anestesista, en particular, y los asistentes de quirófano en el banquillo y condenados, para reparar el dolor que nos han causado a mi y a mi familia. "Aunque no me hubieran dado un solo euro, haberles sentado en el banquillo", ha dicho Ortega.

Juana asegura que no entiende "ni la ley ni la justicia" y cree que "en España no tenemos justicia para los débiles".

Desde 1989, en coma vegetativo

Antonio Meño quedó el 3 julio de 1989 en coma vegetativo, cuando tenía 21 años, tras someterse a una rinoplastia en la Clínica Nuestra Señora de América de Madrid, entidad que quedó absuelta tras los juicios iniciados por sus padres.

Su familia, que agotó la vía penal y civil para pedir una indemnización, fue condenada en 2009 por el Tribunal Supremo a pagar 400.000 euros en costas, lo que les supuso el embargo de su vivienda, aunque finalmente su abogado logró que el Tribunal paralizara la notificación, a través de un incidente de nulidad.

En la primera sentencia de 1993, la Justicia obligaba a la aseguradora a indemnizar a Antonio Meño con 172 millones de pesetas (más de un millón de euros).

Pero tanto el juzgado de Primera Instancia número 11 de Madrid como la Audiencia de Madrid (en 2000) y el Tribunal Supremo (en 2008) rechazaron las demandas de la familia y declararon que no existió negligencia médica.

500 días durmiendo en una plaza

Los padres de Meño instalaron en 2009 un campamento en la madrileña plaza Jacinto Benavente de Madrid, junto al Ministerio de Justicia, para reclamar una salida digna a la situación de su hijo.

El 17 de noviembre de 2010, el Tribunal Supremo admitió la demanda de revisión presentada por la familia y anuló las sentencias dictadas anteriormente.

El Alto Tribunal admitió la demanda por el testimonio del doctor Ignacio Frade, que aseguró que durante la intervención el anestesista, Francisco González, se ausentó y no estaba presente cuando él mismo se percató de que se producía una alteración en la frecuencia del ritmo cardiaco de Antonio Meño.

Dos días después de la notificación de esta sentencia, la familia de Antonio Meño regresó a su casa, tras permanecer 522 días acampados.

El 28 de abril de 2011 se celebró el primer acto de conciliación, pero no se llegó a un acuerdo económico.

Casi tres meses después ambas partes han llegado a un acuerdo.