Camps paga la 'factura' política de los trajes
- En las últimas elecciones obtuvo un resultado histórico en Valencia
- El expresidente valenciano ha mantenido su inocencia hasta el final
- Ver también: Cronología de la trama Gürtel
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¿Por qué se juzga a Camps?
Por un delito continuado de cohecho impropio, la famosa "causa de los trajes". El tribunal entiende que hay indicios de que el expresidente valenciano recibió regalos en consideración de su cargo de la trama de corrupción Gürtel, en concreto 25 trajes valorados en más de 14.000 euros.
¿Qué opciones tenía Camps para eludir el juicio oral?
Firmar un escrito de conformidad ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, como ya han hecho los otros dos imputados de la rama valenciana (Víctor Campos y Rafael Betoret), que supone asumir la culpabilidad por un delito de cohecho y conformarse con la pena más alta.
¿Cuál es el siguiente paso judicial?
Juan Climent, como presidente del tribunal del jurado, deberá enviar una providencia a Camps para que diga si se suma a la conformidad dada por los otros dos procesados (Campos y Betoret) y en el previsible caso de que lo rechace, le requerirá que deposite personalmente la fianza de 55.000 euros establecida en el auto de apertura de juicio oral.
¿Qué consecuencias tiene que no haya pagado la multa?
Supone que se declara inocente y que tendrá que demostrarlo ante los tribunales, pero, además, arrastra a los otros tres imputados de la causa, ya que para evitar sentarse en el banquillo de los acusados, la conformidad tiene que estar firmado por los cuatro: Camps, Ricardo Costa, Campos y Betoret. De esta forma, todos irán a juicio y será un jurado popular el que decida, previsiblemente en otoño.
El caso Gürtel no le pasó factura en las urnas valencianas, pero la decisión del TSJV de sentarle en el banquillo para ser juzgado por un delito de cohecho impropio por la polémica "causa de los trajes" le ha obligado a elegir entre la indignidad de declararse culpable o la dimisión y Francisco Camps ha optado por esta última.
"Hoy es un día histórico", proclamó el pasado mes de mayo cuando cosechó el mejor resultado en escaños de los populares valencianos en unas elecciones autonómicas, al tiempo que afirmó que había que mirar al futuro porque "el pasado no tiene valor". Pero ha sido ese pasado el que ha sepultado, al menos por ahora, la carrera política de uno de los barones del Partido Popular.
Valenciano de nacimiento, su vida y su carrera académica y política siempre han estado ligadas a la capital del río Turia. Licenciado en Derecho, inició su andadura en el Ayuntamiento de Valencia como concejal de Circulación y Transporte en el año 1991 y cinco años más tarde obtuvo un escaño de diputado. En 1999, con la llegada al poder del PP, se convierte en secretario de Estado para las Administraciones Públicas, la única vez que abandona la Comunitat para trabajar en Madrid.
Su ascenso en el Partido Popular valenciano (PPCV) comienza en 2002, cuando vuelve a Valencia como delegado de Gobierno y poco después es elegido secretario general del partido, y es, además, paralelo a la salida de Eduardo Zaplana.
La marcha del entonces presidente del PPCV a Madrid como ministro es un balón de oxígeno para Camps que, en mayo de 2002, consigue el primero de sus abrumadores éxitos electorales como cabeza de lista del partido.
El heredero de Zaplana
Poco a poco, Camps va desprendiéndose de la sombra de Zaplana, y hace del PPCV un partido a su imagen y semejanza: serio y sin concesiones a la oposición.
Aupado por tiempos de bonanza económica y grandes acontecimientos deportivos que sitúan a Valencia en el centro de las portadas, Camps no solo revalida su mayoría sino que la aumenta en las elecciones de mayo de 2007 con el 52,17% de los votos.
Sin embargo, no son todos vientos favorables y en su fulgurante expediente político se cruzan unas presuntas facturas de trajes por 30.000 euros que sacan a relucir su nombre en el informe de la fiscalía de la operación Gürtel.
Desde ese febrero de 2009, Camps ha protagonizado 29 meses de investigación judicial. Del "profundamente indignado" y "filtraciones interesadas" -sus primeras palabras al salir a la luz la trama- al "me declaro completamente inocente de las barbaridades que han dicho de mí" pronunciadas el día de su dimisión, el discurso de Paco, como es conocido por sus amigos de partido, apenas ha cambiado.
Desde que se destapara la trama, "el barón valenciano del PP convirtió la causa en un ataque del Gobierno socialista contra los valencianos", según recoge la agencia Efe y así lo ha vuelto a demostrar en la comparecencia de su dimisión en el Palau de la Generalitat donde ha señalado que los socialistas "no han logrado echarme en las urnas" y que, por ello, han tenido que utilizar "otros métodos".
Los trajes de Gürtel
La conservaciones teléfonicas en las que el responsable de la trama en Valencia, Álvaro Pérez, se refería a Camps como "amiguito del alma" o le decía que le quería un "huevo" ocuparon todas las portadas y en mayo de 2009 se produce la histórica declaración del presidente valenciano como imputado ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) que, en agosto, archiva la causa, precisamente dos meses después de la aplastadora victoria de los populares en las elecciones europeas, cuya campaña fue en la práctica un plebiscito sobre su gestión.
Sin embargo, en abril de 2010 el Tribunal Supremo admitió los recursos contra el archivo del caso en Valencia y decidió en mayo reabrir la causa, al intepretar que para que haya cohecho pasivo impropio basta con la aceptación de un regalo entregado en consideración del cargo.
Pero el magistrado no encontró motivos para que Camps se sentara en el banquillo hasta el 15 de julio de 2011, cuando decidió abrir el juicio al apreciar indicios de que la red corrupta supuestamente pagó unas prendas de vestir adquiridas por el president y el resto de los imputados, entre ellos el exvicepresidente del Consell Víctor Campos y el exjefe de gabinete de la Conselleria de Turismo Rafael Betoret, que ya han aceptado su culpabilidad y el pago de la multa más alta por este delito.
Comenzaron entonces cinco días de intensas negociaciones entre la dirección nacional de PP y Camps, eso sí con la mediación del exministro y diputado popular Federico Trillo, personado en Valencia como pacificador. Y este martes llegó la llamada de Mariano Rajoy, que siempre ha estado el lado de su "amigo Paco" para plantearle el dilema: "o la deshonra o la renuncia". La cuestión es que había que pagar y aunque no ha sido la multa, el coste ha llegado en forma de la factura 'política' de los trajes más caros de su vida.