Laplace, el genio francés
- Llegó a ser uno de los científicos franceses más importantes del Siglo XVIII
- Se decía que podía hablar de cualquier tema científico
- Tuvo una carrera política afín a quien estuviese en el poder
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El pequeño Pierre Simon vino al mundo en el seno de una familia humilde, el 23 de marzo de 1749, en una pequeña localidad de Normandía.
Con el tiempo, sería un destacado astrónomo, físico y matemático, conocido en todo el mundo como el marqués de Laplace.
Sin embargo, no lo tuvo fácil. Sus padres no tenían dinero para pagarle una buena educación, y durante su infancia y adolescencia estudió en una escuela de benedictinos porque su padre quería que fuera sacerdote.
Cuando el joven demostró su enorme inteligencia y su capacidad para las ciencias, parientes y vecinos le pagaron sus estudios en la Universidad de Caen, donde escribió sus primeros artículos matemáticos.
A los 19 años se marchó a París con una carta de presentación de dos de sus profesores, para que fuera recibido por el prestigioso D'Alembert.
El matemático quedó tan impresionado por la valía del joven y sus conocimientos, que no sólo le aceptó como alumno, sino que le colocó como profesor de Matemáticas en la Escuela Militar de París, lo que le permitió costearse su estancia en la capital francesa.
Durante sus primeros años en la ciudad realizó notables trabajos matemáticos que no publicó pero que sí leyó ante la Academia de Ciencias francesa. Entre ellos, el de máximo y mínimo de las curvas y un artículo sobre ecuaciones diferenciales.
Su primer trabajo publicado en 1771 trataba sobre el cálculo integral y ese mismo año publicó otro con las ecuaciones de Laplace, tan importantes en la mecánica y la astronomía física.
El 31 de marzo de 1773 fue elegido adjunto en la Academia de Ciencias. Llegaba a la institución después de haber leído 13 artículos en menos de tres años.
Durante ese período realizó otra importante investigación sobre la inclinación de las órbitas de los planetas y la forma en cómo éstas eran perturbadas por sus respectivas lunas, constituyendo los fundamentos de lo que más tarde sería una de sus obras más importantes sobre la estabilidad del Sistema Solar.
En la Academia se comentaba que Laplace podía pronunciarse sobre cualquier tema científico con un perfecto conocimiento de causa. El sabio, que no tenía precisamente el don de la modestia, se consideraba a sí mismo como el mejor matemático de Francia, algo que la mayor parte de sus colegas le reconocía, aunque también había quien le calificaba de petulante.
En 1784 Laplace fue nombrado examinador en el Real Cuerpo de Artillería, y uno de los cadetes a los que examinó –y aprobó—con tan sólo 16 años de edad fue Napoleón Bonaparte.
Ese mismo año fue elegido miembro de la Academia Francesa de Ciencias, la cual presidió varias veces. Tres años más tarde, contrajo matrimonio con Marie-Charlotte, con quien tuvo dos hijos. Y en 1789 fue elegido miembro de la Royal Society de Londres.
Los años de la revolución
Laplace fue un hábil político, ya que siempre adaptó sus ideas a la situación del país.
Durante el Régimen del Terror, en 1793, abandonó París y participó en la elaboración del nuevo calendario de la Revolución, no sin solventar algunas dificultades, ya que la duración del año que se le proponía no coincidía con la del año astronómico, lo que provocó un enfrentamiento entre el 'hecho científico' y el 'dogma político', enfrentamiento que Laplace resolvió satisfactoriamente dando la razón a los revolucionarios.
“Llego a ser ministro del interior en el gobierno de Napoleón“
En 1794 fue nombrado presidente de la Comisión de Pesas y Medidas, en la que desempeñó un papel crucial en la instauración del Sistema Métrico Decimal.
Dos años más tarde impartió clases en las Escuelas Normal y Politécnica y fue nombrado director del Instituto y del Observatorio de París. Mientras tanto, seguía estudiando e investigando en campos tan variados como física, estadística y mecánica celeste.
Cuando Napoleón instauró el Consulado, Laplace cambió rápidamente de ideología. En 1799 fue nombrado ministro del interior, cargo del que fue cesado debido a su mala gestión.
Sin embargo, no perdió el favor del emperador, pues ocupó un cargo en el senado y en 1805 le fue otorgada la Legión de Honor. En agradecimiento, dedicó la mayoría de sus publicaciones a "Napoleón el Grande”.
Con la restauración borbónica, y fiel a su principio de seguir la política del momento, Laplace ofreció a Luis XVIII sus servicios incondicionales.
Fue nombrado Marqués de Laplace y Par de Francia, naturalmente después de eliminar las dedicatorias a Napoleón de todas sus obras.
Sus contemporáneos criticaron su oportunismo y le acusaron de falta de moralidad política, algo que él justificó como una estrategia que le permitía tener más posibilidades para dedicarse a su labor científica. En 1816 fue nombrado miembro de la Academia francesa de la Lengua.
En el próximo programa, sabremos por qué fue conocido como el Newton francés.