'Lobos de Arga' - Juan Martínez Moreno: "¡Que suene, que suene! (Parte I)"
- El director nos habla de la producción de sonido de 'Lobos de Arga'
- "Un sonido bien colocado puede provocar una carcajada extra", asegura Juan
Las últimas semanas he estado metido en La Bocina, el nombre de la empresa que se encarga de toda la postproducción de sonido, esto es, edición y mezclas. Para que nos entendamos, la edición consiste en limpiar y colocar todos y cada uno de los sonidos que se oyen en la película (a excepción de la música, claro). De este proceso se encarga Pelayo, asistido por Edu, Rafa y un par de meritorios jóvenes.
El primer paso es limpiar los diálogos, o sea, coger lo grabado durante el rodaje y quitar todas las posibles impurezas lógicas que se cuelan cuando estás rodando en exteriores. Este es un proceso apasionante para ellos y aburrido de cojones para el resto de los mortales.
Básicamente consiste en utilizar un programa informático de tratamiento de sonido llamado Protools ( o algo así), que es más complejo de manejar que los mandos de un transbordador espacial.
Por cierto, todos y cada uno de los que he mencionado arriba, desde Pelayo hasta los meritorios, lo manejan con tal soltura que parece una tostadora. Pero no lo es.
Del aburrimiento a la parte divertida
La persona encargada toca y toca botones, y repite los diálogos hasta la saciedad, hasta el punto que yo, que los he escrito, termino hasta el minganillo de escucharlos. Muy amablemente, nos excusan de asistir a esta parte.
Luego viene la parte divertida, a la que sí estás invitado: meter todos los sonidos incidentales que se escuchan en la película, desde la calada de un cigarro hasta la explosión de una iglesia, pasando por los rugidos de cincuenta hombres lobo a la vez.
Cómo os digo, esto sí es bastante molón, entre otras cosas por que de repente se nos ocurren cosas que no estaban en guión, que hacen que las secuencias sean más divertidas, más trepidantes, o simplemente mejores. Os sorprendería daros cuenta de la gran diferencia que marca un ínfimo detalle.
Un gemido de un perro, un golpe, una caída, una respiración, si están bien colocados, pueden provocar una carcajada extra, y eso nunca viene mal, ¿no?
Mucho margen para disparates
Además, en una película como esta, de género puro y duro, tenemos mucho margen para disparates, con lo cual cualquier idea es bienvenida. Esos ruidos provienen de unos inmensos archivos de efectos de sonido. O si no, los hacen ellos mismos.
De eso se encarga Alex, que con un micro y una selección de verduras es capaz de hacerte la batalla de Lepanto. Si no me creéis , coged una lombarda y romper sus hojas muy despacito, ya me diréis a que suena. También grabamos nosotros algunas cosas, gritos, suspiros, gemidos de hombres lobo,… Tiene su coña.
Lo estoy pasando muy bien, por dos razones: primero por que, como en todos los procesos de postproducción, la película sigue creciendo y tu eres testigo, y segundo, porque mola ver la pasión y las ganas que le echa la gente de La Bocina. Y además son divertidos, y nos reímos un huevo. Y qué coño, eso también es importante, ¿no?