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Judas Priest se reafirman como 'dioses del metal' en su adiós a Madrid

  • La banda británica ofrece su concierto de despedida en La Cubierta de Leganés
  • Saxon y Motörhead, invitados de excepción

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Judas Priest conquistan Madrid

Judas Priest, el grupo británico que acabó por definir el sonido de la música heavy a finales de los setenta, y a quienes se conoce como los "dioses del metal", han revalidado este título con el concierto de despedida que han ofrecido este sábado en La Cubierta de Leganés en Madrid.

Ante 10.000 personas, en un lleno absoluto del recinto, estos mitos vivientes del rock han repasado su extensa trayectoria en un asombroso espectáculo de dos horas, de los que hacen historia, en un adiós a la capital que se ha convertido en un "hasta siempre".

Enmarcado en Epitaph, el tour mundial con el que Judas Priest se despide de los escenarios, la actuación, como no podía ser de otro modo ante un evento de tales características, ha contado con invitados de excepción, que en este caso han sido las bandas Saxon y Motörhead.

Así, con su amplia lista de éxitos, ambas agrupaciones, que también se hallan entre las más importantes dentro de la música metal, han fertilizado el terreno para el plato fuerte de la noche, consiguiendo que, a las 18:00 horas, ya estuviera prácticamente abarrotado el recinto.

La adrenalina se dispara con Motörhead

Denim and leather, Princess of the night o Wheels of steel son algunos de los himnos que ha ofrecido Saxon, antes de la celebradísima entrada de Lemmy Kilmister, el carismático líder de Motörhead, que con su rock sucio y anfetamínico, más cercano al punk rock que al heavy, ha disparado la adrenalina de los presentes.

De este modo, y gracias a un talentoso batería que se ha alzado como el arma más poderosa de Motörhead, el público se ha convulsionado ante Aces of Spades, Killed by death y, especialmente, Overkill.

Pero ambos grupos, a pesar de sus tablas y prestigio, han quedado reducidos a la nada en cuanto Judas Priest ha hecho su abrumadora irrupción al ritmo de Rapid fire, en un escenario envuelto en cadenas y ambientado en una decadente ciudad industrial.

En pocos segundos, el cantante Rob Halford, ataviado con su habitual ropa de cuero, y sus compañeros, han dejado claro que eran los reyes de la noche, y han insistido en ello con Metal gods, la canción que les proporcionó su pseudónimo.

Un vídeo de una carretera ha servido para ambientar Heading out to the highway, tema que ha sido seguido por Starbreaker y Judas Rising, donde la privilegiada voz de Halford, famosa por su amplio rango sonoro, quizá no ha estado a la altura de las circunstancias.

Haldord, en plenas facultades

Sin embargo, el vocalista ha cerrado las bocas de los escépticos en Victim of changes, donde sus agudísimos aullidos han demostrado que se halla en plenas facultades.

Asimismo, el joven Richie Faulkner, criticado previamente por algunos, ha demostrado ser un sustituto muy digno del guitarrista y cofundador del grupo, K.K. Downing.

Una versión acústica y relajada de Diamonds and rust ha servido de descanso ante tantos y tan atronadores guitarreos, los cuales han vuelto a la carga con Prophecy y Night crawler, hasta desembocar en los sintetizadores de Turbo Lover.

Esta última canción ha representado una de las cumbres del concierto; un tema que, además de los imprescindibles cuernos y movimientos de melena, ha arrancado gritos histéricos e incluso las lágrimas de algún asistente excesivamente emocionado.

Y es que la arrebatadora pasión que el heavy metal despierta en sus seguidores, es algo que muy pocos géneros musicales consiguen, como ha quedado patente con las reacciones del público ante The sentinel, Blood red skies y The green manalishi.

El clásico Breaking the law ha sido el siguiente tema, en una interpretación endurecida respecto al original que, en cierto modo, ha empañado este 'hit', con un sonido muy recargado y poco definido.

Un impresionante solo de batería ha introducido la extrema y rapidísima Painkiller, continuada por Electric Eye y Hell bent for leather, que, como es habitual en sus conciertos, Halford ha interpretado subido desde una moto Harley Davidson.

Envuelto el cantante en una bandera de España, ha sido el turno de You've got another thing, y de Living after midnight, que ha clausurado la noche, con gran parte de los asistentes convencidos de haber asistido a un concierto histórico.