Cómo llegar a una isla desierta y morirse rápidamente, pero de risa
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FICHA ARTÍSTICA
Autor: Yllana
Directores: Juan Francisco Ramos y David Ottone
Actores: Susana Cortés, Juan Francisco Dorado, César Maroto y Rubén Hernández
Duración: 90 min.
- De miércoles a viernes a las 20:00h
- Sábados a las 18:00h y a las 20:00h
- Domingos a las 18:00h
Monos que tiran con la boca cacahuetes al público. Pajarillos que salen del cascarón y que quieren aprender a volar. Leones que recorren las cabezas de las personas que se sientan en el patio de butacas. Y vacas que se pelean por pastar y que se miran a los ojos dedicándose bramidos que arrancan carcajadas inmediatas.
Estamos en la jungla de una isla desconocida y lejana. A ella acaban de llegar cuatro exploradores –tres hombres y una mujer– que buscan insectos, encuentran a monos cariñosos, esquivan leones y hasta sacan tiempo para depilarse al son de la canción de Pretty Woman. Eso sí, en versión bruta (“Yo me depiiiilooooooo…”).
Los animales más cómicos de Zoo, de la compañía Yllana, son, sin duda, los pajarillos que entablan una conversación perfectamente inteligible a pesar de que en la obra apenas escuchamos 4 palabras. Aves recién nacidas que tienen hambre y que discuten porque, para hacerse con un poco de comida, han de volar y no saben. Las carcajadas del público comienzan cuando aún se ve el cascarón y no descansan hasta que se van, por fin, volando.
Fantásticos sonidos
Otro de los puntos fuertes de la obra es el sonido que acompaña a los golpes que se dan los animales. Ejemplo de ello es la escena de las vacas que se disponen a pastar y que solo se comunican con un “muuuuuuuu” que ensordece tanto a la vaca de al lado –seria y con la mirada fijada en su compañera, y a la vez, adversaria– como al público, que no para de reír.
El resto de la obra es una sucesión de sketchs –unos más conseguidos que otros– en los que los actores (Juan Francisco Dorado, Susana Cortés, César Maroto y Rubén Hernández) improvisan en más de una ocasión –por ejemplo, cuando uno de los monos escupe sin querer su dentadura, que sale lanzada de su boca junto al cacahuete– e incluso se ríen de las animaladas de los otros.
Público que se convierte en protagonista
Uno de los momentos en los que el público participa es cuando se elige a una persona para que haga de león, con lo que ello supone (saltar, rugir y hasta bailar). Persona que puede llegar a sorprender a los exploradores devolviéndoles los mismos galletazos que ellos le propinan a ella.
Hora y cuarto de función en la que el tiempo ni sobra ni falta y que puede hacer mucho más divertida una tarde de verano.