'13 Asesinos', Takeshi Miike rinde homenaje a las películas de Samurais de Akira Kurosawa
- El director equilibra tradición y modernidad en una cinta trepidante
- Consiguió el premio del público en el Festival de Sitges
- Finaliza con una espectacular batalla de más de 45 minutos de duración
Muchos la comparan ya con Kill Bill 1 por su espectacular escena final, una batalla que dura más de 45 minutos. Aunque en la película de Tarantino la novia se enfrentaba a los 88 maníacos, mientras que aquí 13 samurais combaten contra 200 guerreros para llevar a cabo su misión: asesinar a un despiado Lord que puede llevar al país a la guerra y el caos.
Pero antes de esa espectacular batalla, 13 asesinos es un film que mezcla tradición y modernidad en una emotiva e intensa lección sobre el código del samurai y el debate sobre si la obediencia al Señor está por encima de todas las cosas (Una de las máximas de los Samurais).
Una primera parte intensa y contenida, que recuerda a los clásicos del género. Y es que 13 asesinos es un emake de Jûsan-nin no shikaku (The Thirteen Assassins-1963) un clásico del cine de acción japones dirigido por un experto en la materia Eiichi Kudo, autor también de La gran masacre o los 11 Samurais.
Pero la mayor influencia de la película es la de Akira Kurosawa y sus películas de género como (Los siete samurais y Ran)
Cine moderno anclado en la tradición
El arranque de la película apunta a la tradición y al honor de los Samurais ya que narra, detalladamente, el suicidio ritual o seppuku (Harakiri) de un Samurai, como único recurso para denunciar los abusos de un Señor feudal (Lord Naritsugu) que tiene el apoyo de el Shogun y cuyos actos pueden poner fin a un periodo de paz.
Y cómo este acto hace reaccionar a otros señores que piden secretamente a un Samurai (Shinzaemon),sin nada que hacer en tiempo de paz, que reúna un grupo capaz de asesinarlo y reestablecer el orden.
En esta primera parte de la película se nos cuenta cómo ese samurai reúne a otros 12 y planea, con cuidado, el asesinato del Lord, cuyos crímenes se nos narran con todo lujo de detalles, ofreciendo pinceladas de lo que va a ser el desenlace de la película.
45 minutos agotadores pero impresionantes
Y es en ese desenlace, de 45 minutos donde Miike desata toda su artilleria, mostrada anteriormente en películas como la saga Crows Zero o la trilogía Dead or alive. Con una batalla espectacular en la que compartimos la lucha desesperada de los samurais, contra un enemigo muy superior .
Una secuencia que nos transmite la intensidad de la lucha y casi tan intensa para los samurais como para el espectador, ya que Miike consigue que nos sintamos tan agotados como los samurais, cuyas posibilidades de victoria van menguando a medida que se acerca el final.
Una batalla heredera de ese apoteósico final de Los 7 Samurais, de Kurosawa, donde también se enfrentaban a un enemigo superior. Y una batalla con dos protagonistas, el samurai Shinzaemon, dispuesto a acabar con el tirano y su excompañero samurai que sirve al Lord y es defensor a ultranza del código Samurai y de que un guerrero debe dar la vida por su señor a pesar de que este sea un monstruo como Lord Naritsugu.
Y el final, con el suelo regado de cadáveres, supone el final de una era, de ideales y honor, que llega a su fin.
Una batalla rodada, en su mayor parte, con unos efectos especiales tradicionales. De hecho, cuando Miike usa el ordenador para mostrarnos la embestida de una manada de toros embolados (con fuego en sus cuernos), el efecto es un poco ridículo y, con mucho, lo peor de una estupenda película.
Un director de culto
Nacido en 1960, cerca de Osaka, Takashi Miike es un director de culto que aprendió el oficio como ayudante de grandes directores como Shohei Imamura y Onchi Hideo. El éxito de las películas para video posibilitó su salto a la dirección en los 90. Y durante años alternó esas producciones para video con otras de gran presupuesto, siendo uno de los directores japoneses más prolíficos (se le llegó a denominar el Ed Wood japonés)
Audition, una película tan fascinante como perturbadora, en la que un viudo se enamoraba de una jovencita que resultaba ser peor que Annibal Lecter, fue un éxito en todo el mundo (y causo polémica por sus escenas de tortura).
Le seguirían títulos como Ichi the Killer o la trilogía yakuza Dead or alive, que lo consagrarían como el maestro del exceso, el humor negro y la violencia extrema. Sin embargo demostó su versatilidad con películas de todos los géneros, desde el terror (con otro gran éxito como Llamada perdida), el musical, las historias de época e incluso el cine para niños (Zebraman).
Y poco a poco se hizo un nombre imprescindible en los grandes festivales. De hecho 13 asesinos se estrenó en Venecia y consiguió el premio del público y el del Mejor Diseño de Producción en el Festival de Sitges.
Un director de culto con miles de admiradores en todo el mundo, como Quentin Tarantino que estuvo encantado de ser uno de los protagonistas del interesante western Sukiyaki Western Django, de Miike.
13 asesinos es otra muestra de que Takeshi Miike es el director más versátil de la actualidad, capaz de hacer películas tan modernas como clásicas y tan arriesgadas como interesantes.