"Lobos de Arga" - Juan Martínez Moreno: Fin de semana en Bulgaria - 2
- El equipo ha grabado allí la banda sonora de la película
- "John Williams tiene 4 semanas para grabar lo que nosotros hacemos en 2 días"
SABADO, 23 Primer día de grabación
Llegamos una hora antes de la citación de la orquesta. José y su equipo comprueban que todo está listo, chequean micros y testan niveles de sonido. Sergio está preocupado, teme que no nos dé tiempo a grabarlo todo. Hay que grabar 28 bloques de música, y tenemos cuatro sesiones, a tres horas cada una, con un descanso de veinte minutos cada una. Eso hace un total de diez horas y cuarenta minutos para grabar 46 minutos de música.
Los que creáis que es tiempo suficiente os equivocáis. Por ejemplo, John Williams tiene cuatro semanas para hacer lo que nosotros tenemos que hacer en dos días. Por favor, no estoy comparándonos con cualquier película de John Williams, Dios me libre, pero vamos, un par de días más nos hubieran venido de perlas.
Llega la orquesta, 65 músicos, afinan, listos para grabar. Sergio dice unas palabras, agradeciéndoles su presencia y animándoles a dar lo mejor (y rapidito, a poder ser). Y empezamos.
Hemos decidido empezar por los temas más complicados, poner el nivel alto desde el principio. Y lo primero que descubrimos es que la orquesta funciona de puta madre. Son buenos músicos, muy serios y concentrados y, bajo la batuta de Dejan, que les lleva con mucha mano izquierda, funcionan como un reloj. Sergio empieza a sonreír, puede que lo consigamos.
Vamos a toda hostia, la ayuda de Iordan en la traducción de las correcciones que pide Sergio y un servidor, traducidas a partitura velozmente por Alejandro, hace que no perdamos ni un minuto. Por un momento me doy cuenta de lo parecido que es este proceso al del rodaje, pendientes del reloj constantemente.
La orquesta suena de cojones, algunos de los temas que ha compuesto Sergio son muy cañeros, con todas las secciones tocando a toda leche: vientos, cuerda, percusión… Noto que Sergio se emociona de vez en cuando, cuando le dejan los nervios. Y, qué coño, yo también me emociono. Para mí, un fan de la música de cine desde que tengo 12 años, es algo increíble estar allí, escuchando a ese pedazo de orquesta tocar la música de mi propia película.
Y lo conseguimos. Hacemos todo lo que está previsto, y además bien. Un punto de euforia, no mucha (al día siguiente tenemos que grabar 18 bloques) y nos vamos a cenar. Iordan nos sugiere una cena liviana, no muy fuerte.
Tiene miedo de que se repita una experiencia pasada con un compositor francés que, el día antes de la grabación, se puso cerdo de carne con especias y salsas, y al día siguiente tenían que parar la grabación cada quince minutos para que el maestro vaciara los intestinos. Seguimos su consejo.
DOMINGO, 23 Segundo y último día de grabación
Citación a la misma hora. Dejan, el director, ya ha entendido el punto musical que quiere Sergio para los temas, y los clava, uno tras otro. Pero es que son 18, y el reloj corre a toda hostia. Sergio y yo empezamos a pensar en cortar un par de bloques, y rearreglar otros para simplificar. Finalmente no tendremos que hacerlo, todo va como la seda.
Además contamos con la ayuda de Helena, la responsable de la orquesta, una especie de teniente O´Neill búlgara salida de una película de Billy Wilder que, a la mínima que un músico se desconcentra, le pone las pilas con unos gritos en búlgaro que Iordan, por decencia, se niega a traducirnos. Pero suenan fatal. Me acuerdo de Greta Garbo en Ninotchka, antes de que se enamore de París y Melvyn Douglas. Helena se parece más a Melvyn Douglas, la verdad. Pero en el fondo sabe lo que hace, y lo hace bien, y nos viene de maravilla.
Por cierto, en un momento dado tenemos tres Vlad en la sala de control, el tipo del pr Tools (que no deja de flirtear con Olga e Irene, y a la primera de cambio se le escapa una manita por aquí, otra por allá), un ayudante de producción y un compositor que se ha pasado por allí y mira a Sergio encantado con su partitura. Según me cuentan, en la orquesta hay otros quince… Spooky…
Acabamos justo cuando queda un minuto para que termine la sesión. Bajamos a hacernos una foto con la orquesta, y les damos un aplauso de corazón. Si no hubiera sido por ellos y por Dejan, Iordan y Helena, que coño, no hubiéramos acabado a tiempo. Gran idea venir aquí a grabar, Queti, gran idea.
Y nos vamos a celebrarlo. Caminamos por esos terribles asfaltos búlgaros hacia el restaurante, todo eufóricos, cuando Queti se tropieza y se cae al suelo. Se ha metido una galleta de campeonato, pero parece estar bien. Sin embargo, a la salida del restaurante se mete otra, esta más gorda. Aunque parece que se recupera…
LUNES, 24 Vuelta a Madrid
Quedamos en el hotel a las cinco de la mañana, nuestro avión sale a las siete. Y Queti aparece muerta de dolor, no puede andar.
Conclusión: tuvo que volver en silla de ruedas, y al llegar a Madrid descubrió que se había roto no sé cuantas cosas. Gracias al traicionero asfalto búlgaro. Peligros de la Europa del Este.
P. D. - Y para no perderse la cara de los del control del aeropuerto de Sofía cuando vieron la maleta de los micros. El que estaba de guardia los miró, los cogió, los sobó, llamó a su superior, que los miró, los cogió, los sobó y llamó a su superior, que los miró, los cogió, los sobó y, como ya no debía haber nadie más arriba, nos dejó pasar.