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"Comprometerse con Dios siempre es arriesgado"

  • Este viernes, Benedicto XVI recibe a jóvenes religiosas en El Escorial
  • La falta de vocaciones entre la juventud afecta a las congregaciones
  • Numerosas hermanas proceden de Latinoamérica

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Encuentro de Benedicto XVI con los jóvenes de El Escorial

Una energía especial recorre estos días el Hogar de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en el corazón de Carabanchel, en Madrid.

Las hermanas llevan meses preparándose para la llegada de Benedicto XVI y los nervios- y la ilusión- están a flor de piel. “Han elaborado incluso un calendario gigante con una cuenta atrás, han preparado actividades y han buscado textos de acompañamiento”, nos cuenta la madre Rita, responsable de 25 jóvenes religiosas en formación.

Son las junioras,  o monjas que pasan por una última etapa de aprendizaje de dos años, antes de incorporarse al primer destino en su vida religiosa.

Las junioras de Carabanchel están de enhorabuena. La Congregación, consagrada desde el siglo XIX al cuidado de ancianos sin recursos, ha sido seleccionada para encontrarse con el pontífice este viernes en San Lorenzo de El Escorial.

Nunca me he sentido un bicho raro

Son conscientes del privilegio, aunque tan sólo un grupo reducido- que posee una muy codiciada acreditación especial- estará un poco más cerca del papa. Los requisitos para formar parte de este círculo escogido: tener como máximo 35 años y llevar hábito. Juventud y compromiso, en definitiva.

Las religiosas reciben a RTVE.es, afables, con la sonrisa pintada en el rostro, y sin poder ocultar la emoción del momento. Se saben rara avis entre la juventud española, pero exhiben con orgullo su opción de vida.

En España, los jóvenes que se declaran católicos apenas supera el 60%. Los que se consideran católicos prácticantes rondan el 10%, según los últimos sondeos del Instituto de la Juventud.

Crisis de vocaciones

El grupo, cuyas edades oscilan de los 22 a los 30 años, se dedica al cuidado de los 200 ancianos que viven en la residencia del Hogar.

“Una atención día y noche que nunca se acaba”, recalca la madre Rita, que explica como tan solo dos de las hermanas son españolas, ya que las vocaciones en nuestro país “han disminuido notablemente”.

A esta generación la llaman la del cuentagotas

Según los últimos datos del anuario pontificio, en España hay 54.000 monjas, y es en Europa donde han caído más el número de vocaciones: un 1.64% en 2008, perfilandose Asia y África como destinos emergentes en cuanto a nuevas vocaciones religiosas.

 

Ahora el vivero vocacional se encuentra en Latinoamérica,  dónde han surgido “muchísimas” y “dónde tenemos numerosas Casas”, detalla la superiora. “A esta generación la llaman la del cuentagotas, al contrario que antes que los noviciados estaban llenos”, añade, y achaca la sequía vocacional a una sociedad que “da la espalda a Dios”.

De Colombia procede sor Zulma, de 22 años, y que suma ya cuatro años en nuestro país; la falta de vocaciones espoleó a la joven a acudir a España dónde ha reforzado una andadura religiosa que arrancó con una “noticia bomba” para su familia.

Tenía quince años cuando les dije a mis padres que quería ingresar.  Se disgustaron muchísimo. Me decían que era un arrebato de la edad y que enseguida volvería. (…) Ahora están muy contentos”, recuerda.

Una visita muy esperada

“Me encanta llevar el hábito porque refleja lo que vivimos interiormente. Nunca me he sentido un bicho raro”, reflexiona sor María, una sonriente palentina de 28 años que recalca la importancia de encuentros como la JMJ. 

En las Jornadas de la Juventud celebradas en Alemania en 2005, la joven monja retomó el camino de la fe. “Vivía una etapa de alejamiento y rebeldía. En Colonia volví a sentir el amor de Cristo. Y lo dejé todo por él”, confiesa. De hecho, las religiosas ven la JMJ como una oportunidad para difundir su mensaje a los cuatro vientos, y como un incentivo para crear o reforzar vocaciones.

Me encanta llevar hábito

Todas se muestran nerviosas y muy animadas ante el inminente encuentro con el pontífice, también ante el contacto con iguales unidos por una creencia: “Te renueva la energía ver que somos un montón, y que no somos ni tan raras ni tan escasas”, explica casi a trompicones la argentina sor Mercedes, con 30 años, la mayor del grupo.

Se han dividido para seguir al minuto la visita. "Lo que no podamos en la calle lo haremos por televisión. Hemos ido incluso al Retiro a confesarnos”, concluyen.