Fabiola Herrera, José Bros y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla graban 'La Bruja' de Chapí
- Con Miguel Roa (director) y el Coro de Amigos de la Maestranza
- Es un ejemplo de 'zarzuela grande' que tuvo éxito desde su estreno en 1887
“Fui al estreno de La Bruja, que pronto se determinó por un éxito indudable. La música de Chapi es preciosa, moderna… tiende un poquito al amaneramiento, pero es muy distinguida y las situaciones estan habilísimamente preparadas por Ramos Carrión. El éxito fue unánime, completo y merecido. Se acabo a la una y media; pero el público no tenia prisa. Entré a saludarle después del primer acto con verdadero entusiasmo…”
Así contó en su diario el compositor Tomás Bretón el nacimiento en 1887 de la zarzuela La Bruja y su posterior encuentro con su autor musical Ruperto Chapí (1851-1909).
Deutsche Grammophon acaba de publicar en un álbum doble, una grabación de La bruja tomada de las representaciones que ofreció el Teatro de la Maestranza de Sevilla en el verano de 2009. La producción, dirigida por Luis Olmos en lo escénico y Miguel Roa-con una larga experiencia en zarzuelas- en lo musical, se había estrenado en 2002 en el madrileño Teatro de la Zarzuela y fue muy bien acogida por crítica y aficionados.
El disco cuenta con un dúo protagonista de primera línea: la mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera y el tenor barcelonés José Bros. La grabación se une a una lista breve de registros en la que destaca el que en su día realizaron Teresa Berganza y Alfredo Kraus.
Zarzuela grande
Lo que Bretón presenció aquel día de 1887 era una de las obras más relevantes de la llamada “zarzuela grande”. La importancia de esta zarzuela, con aires de ópera, radica según Esther Aguado, redactora de las notas de la nueva grabación discográfica radica, además de en la calidad de música y texto en "el impulso de renovación de un género en decadencia, y en lo que su estreno y su éxito supuso para el propio Teatro de La Zarzuela”, señala.
La Bruja, con libreto de Miguel Ramos Carrión, se estrenó en un momento en el que el que la zarzuela grande - que había vivido sus años de esplendor en las décadas de los de los cincuenta y sesenta, con las obras de Barbieri, Arrieta-apenas podía competir con el creciente genero chico.
En ese ambiente, Ruperto Chapi fue uno de los máximos representantes del impulso de restauración de la “zarzuela grande”, a finales del XIX, con obras como La Tempestad (1882), La Bruja (1887) o El Rey que rabió (1891).
El éxito que alcanzo La Bruja fue inmediato. Su estreno, que se esperaba con gran expectación, consiguió el lleno absoluto del Teatro de La Zarzuela y la respuesta del publico y la critica fue tal, que la obra estuvo representándose casi ininterrumpidamente hasta el 25 de marzo de1888.
Los principales periódicos de la época, como El globo, El Imparcial, La Correspondencia de España o La Ilustración Española y Americana, se hicieron eco del éxito y ensalzaron a los principales cantantes.
En los meses siguiente, La Bruja fue reclamada por teatros de toda España, así, despues de Zaragoza y Alicante, le llegaría el turno a Cádiz y a Barcelona (Teatro Tívoli), y posteriormente a Sevilla. El publico del Coliseo de Lisboa también pudo disfrutar el trabajo de Chapi y Ramos Carrión.
Una historia ambientada en el Valle del Roncal
La obra, dedicada al violinista navarro Pablo Sarasate, está ambientada precisamente en el Valle del Roncal, en el nordeste de Navarra, donde transcurren los dos primeros actos y concluye con un tercer acto situado en Pamplona.
Nos habla del fanatismo, la superstición y la brujería, que tuvieron en el siglo XVII – la historia se ubica en el reinado de Carlos II, llamado popularmente “El hechizado”- gran predicamento tanto en el País Vasco como en el norte de Navarra. Siglo en el que se dieron contra estos fenómenos famosos procesos inquisitoriales como el Auto de Fe de 1610, celebrado en Logroño, contra las brujas de Zugarramurdi.
Este es el trasfondo argumental del libreto de esta zarzuela que denuncia de alguna manera los excesos del Santo Oficio en estos asuntos de nigromantes. El protagonista, Leonardo, verá como su amada, debido a un hechizo, se convierte en bruja de aspecto horrendo.
Hará todo lo que haga falta, como ir a la guerra, para romper el encantamiento. Pero antes de conseguir su objetivo, será precisamente la Inquisición la que se interponga en la consecución de su amada. Con todo, tras muchos avatares, el final feliz está asegurado.