El papa se despide de los jóvenes con el encargo de que sean "fermento de nuevos cristianos"
- Insta al progreso de España "sin renunciar a su alma profundamente católica"
- La llamada a la evangelización ha sido constante en todos los actos de la JMJ
El papa Benedicto XVI regresa al Vaticano después de cuatro días en Madrid para asistir junto a más de un millón y medio de peregrinos la Jornada Mundial de la Juventud, que se ha celebrado desde el 16 al 21 de agosto bajo el lema "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe".
Antes de despegar con rumbo a Roma ha dejado su último mensaje antes de subir al avión: "España es una gran nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica".
Han sido 79 horas de una intensa actividad para preparar a los jóvenes llegado de todos los puntos del mundo para que se conviertan en el "fermento de nuevos cristianos", como el papa ha calificado a los jóvenes que han seguido desde Cuatro Vientos la misa de clausura de la JMJ, cuya próxima edición se celebrará en Río de Janeiro (Brasil) en 2023.
La llamada a la evangelización de aquellos no creyentes o alejados de la Iglesia ha sido una constante en sus discursos. "Comunidad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios", les ha dicho en la homilía de la eucaristía de este domingo.
Benedicto XVI aterrizó en Barajas el pasado jueves, 18 de agosto, al mediodía, donde fue recibido por los reyes de España a pie de pista. Las primeras palabras del papa, todavía en el avión, fueron para los jóvenes que estaban en paro. Ya en tierra el primer mensaje que dio el pontífice a los jóvenes de la JMJ es que "no se avergonzaran del Señor".
El papa se dirigió del aeropuerto a la Nunciatura, donde ha estado durmiendo estos cuatros días, en el papamóvil que recorrió el centro de Madrid, donde miles de jóvenes llevaban horas esperando su llegada.
El acto de bienvenida se celebró ese mismo jueves por la tarde a la plaza de la Independencia, donde Benedicto XVI recibió las llaves de Madrid de manos del alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, y atravesó los arcos de la Puerta de Alcalá con medio centenar de jóvenes de los cinco contentes.
Desde allí se dirigió a la plaza de Cibeles, donde el papa hizo una defensa cerrada de la vida en su primer discurso ante los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Arremetió contra los que defienden el aborto y la eutanasia "creyéndose dioses" aludiendo aquellos que "desearían decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias".
Encuentro con religiosas y profesores
El papa Benedicto XVI dedicó la mañana del viernes, tras ser recibido por el rey en el Palacio de la Zarzuela, a un encuentro con más de 1.600 jóvenes religiosas y 1.500 profesores universitarios en el Monasterio de El Escorial.
Ante las primeras habló del una sociedad en la que existe un "eclipse de Dios, una cierta amnesia" y las invitó a luchar contra el "relativismo moral y la mediocridad".
Ya con los profesores alertó del peligro de los "abusos" que se pueden producir con una ciencia "sin límites" y advirtió de que cuando se elimina toda referencia a Dios, se puede llevar al totalitarismo político.
Tras recibir al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la Nunciatura, Benedicto XVI presidió desde Cibeles un viacrucis en el que participaron hasta 15 imágenes de la Semana Santa traídos de distintos puntos de España. En él pidió a los jóvenes que no pasen "de largo del sufrimiento humano".
Confesiones y defensa de la vida célibe
El sábado arrancaba con la confesión de cuatro jóvenes por parte del papa Benedicto XVI en el Retiro, en uno de los 200 confesionarios instalados en este parque madrileño en el marco de la Feria del Perdón, que ha administrado el sacramento de la penitencia a 40.000 personas.
Desde allí se dirigió a la catedral de la Almudena donde ofició una eucaristía ante 4.500 seminaristas. Ante los futuros sacerdotes hizo una defensa del celibato, como una forma de vida que les permitirá estar a plena disposición de la Iglesia y los fieles, y les pidió que fueran "santos" para "no crear una contradicción entre el signo" que son y la "realidad" que quieren "significar".
Tras esta misa se reunió unos minutos con el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, en la sacristía de la catedral de la Almudena.
Y mientras Benedicto XVI oficiaba esta eucaristía, los primeros jóvenes llegaban a la explanada de Cuatro Vientos para la vigilia de la noche bajo un calor sofocante que obligó a los bomberos a regar constantemente a los peregrinos. El recinto se quedó pequeño para acoger a todos los que querían entrar y muchos tuvieron que quedarse fuera.
Pero tras el sofocante calor, llegó el viento y la lluvia. Una fuerte tormenta obligó a suspender por unos minutos la vigilia e hizo que el papa tuviera que acortar un discurso donde tenía previsto hacer una defensa del matrimonio "indisoluble" entre el "hombre y la mujer". "Hemos vivido una aventura", les dijo a los jóvenes refiriéndose a la tormenta.
Llamamiento a los católicos no practicantes
El papa regresó a la Nunciatura, pero centeneres de miles de peregrinos pasaron la noche entre cánticos y bailes en Cuatro Vientos a la espera del regreso del Santo Padre, al amanecer, para celebrar la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud.
En su última homilia, Benedicto XVI lanzó un claro mensaje a aquellos creyentes católicos alejados de la doctrina de la Iglesia. "No se puede seguir a Jesús en solitario", les dijo. "Quien cede a la tentación de ir por su cuenta", ha señalado, "corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siendo una imagen falsa de Él".
En su discurso les ha enviado a ser "discípulos y misioneros de Cristo" y tras la misa ha insistido en la idea de la evangelización, presente durante toda la JMJ, al reconocerles su papel como "fermento de nuevos cristianos".
Ya por la tarde, antes de partir para Barajas para regresar a Roma, Benedicto XVI ha tenido un encuentro con 12.500 voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en un pabellón de Ifema a los que les ha agradecido su trabajo en estos días.
Desde allí ha viajado al aeropuerto donde ha sido despedido por los reyes, poniendo así fin a su tercera visita como papa a España.