'La vida con Mr. Dangerous', un cómic contra la tentación de rendirse
- "Quería contar la vida de una persona en sus veintitantos", asegura
- El autor sólo ha publilcado tres novelas gráficas en nueve años
La vida no es un camino de rosas, pero siempre hay una luz al final del túnel. Este es, en resumidas cuentas, el mensaje principal de La vida con Mr. Dangerous (Astiberri), un cómic que ratifica la gran categoría artística de su autor, Paul Hornschemeier.
"Quería contar la historia de una persona en sus veintitantos, esa parte incierta de la vida, en el inicio de las responsabilidades adultas, donde todavía no han aparecido la sabiduría, la perspectiva o una idea sólida de lo que quieres hacer con el resto de tus días", explica Hornschemeier (Cincinnati, Estados Unidos, 1977)
La trama gira en torno a Amy, una joven de 26 años que vive en un pueblo cualquiera del Medio Oeste norteamericano. Se podría decir que la protagonista está enfadada con el mundo, y no le faltan motivos: sus relaciones amorosas han sido un desastre, su trabajo apesta, no se lleva bien con su madre y, para colmo de males, no consigue declararse al único chico al que ama.
Retazos autobiográficos
"Amy actúa como lo hacen otras muchas personas a esa edad. Desde luego, yo caí en un montón de esos patrones de comportamiento. Ella está insatisfecha con su vida, pero a la vez tiene tanto miedo a lo desconocido que no quiere cambiar. Reconoce los problemas, pero las soluciones son demasiado abstractas para ella", señala el dibujante.
Cuando llega a casa por la noche, decepcionada consigo misma y con todo lo que la rodea, Amy se evade con su serie favorita de televisión, "Mr. Dangerous".
"El personaje principal del programa es en esencia un papel en blanco, y se le pueden asignar múltiples definiciones. Amy se siente identificada porque también carece de una identidad propia", asegura Hornschemeier.
"Asimismo, la televisión es una fuente de huida y familiaridad que no se encuentra en otros medios. La gente disfruta más con películas y libros, pero el cerebro dedica más espacio a la tele, que es un anestésico perfecto para las heridas de la interacción cotidiana; muchas personas se pierden en esa búsqueda de consuelo", añade el autor de "La vida con Mr. Dangerous" (Astiberri).
La soledad
Soledad, culpa, dolor, pérdida de toda esperanza... El catálogo de emociones puede resultar abrumador en ciertos pasajes del cómic, pero Hornschemeier, lejos de hacer una obra lacrimógena y sensiblera, toma la distancia adecuada para que su implicación no condicione el desarrollo de la historia.
"La única manera en que sé escribir y comunicar es navegando por los momentos del libro de la manera más cercana posible a mis propias experiencias, mientras dejo el suficiente espacio para que exista una fina capa de ficción que actúe como lubricante narrativo", apunta el dibujante.
Admirador de figuras como Jim Henson, Edward Gorey, Steve Ditko, Kurt Vonnegut o Alfred Hitchcock, el artista practica un estilo de línea clara y colores planos, buscando un dibujo lo más directo posible. "Buscaba una especie de contraste: por un lado, imágenes limpias; por otro, una sensación asfixiante", advierte.
Estudiante de Filosofía y licenciado en Psicología, Hornschemeier ha sabido trasladar estas inquietudes intelectuales a sus libros. "Siempre me ha llamado la atención la forma en que funciona el mundo y cómo todas las unidades individuales interactúan entre sí. Todas mis metas surgen de esta forma de entender la vida", afirma.
El autor no destaca por una obra muy extensa (tres cómics en nueve años), pero ahora trabaja en varios proyectos paralelos: "Estoy escribiendo dos novelas gráficas que dibujarán otros artistas, mientras que yo preparo mi próxima novela gráfica, 'Obvious amenities', que se podría describir como algo ligeramente más alegre que 'Muerte de un viajante'", anuncia.